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CAPÍTULO 12 ◖Odie, ya eres libre de ella
—Esto es para ti —Nefertari cogió la carta rápidamente, para luego, mirar a su hermano de mala gana.
—¿Es que ahora te encargas de mi correspondencia? —inquirió la bruja dejando la carta en la mesa, demasiado cansada de recibir correo, ya ni siquiera esperaba buenas noticias.
—¿No piensas leerla? —preguntó Set, sentándose junto a ella para comenzar a desayunar—. Es de Regulus.
La castaña frunció el ceño, observando de soslayo el sobre. ¿Regulus enviándole una carta? eso sí que era extraño. ¿Debía abrirla y leerla? se preguntó así misma, sin embargo, Nefertari todavía estaba resentida, muy resentida por cómo le había tratado días atrás, no merecía esa atención.
—¿Quieres leerla Set? —la chica le dio la carta, sin dejar de mirarle seriamente—. Se que quieres hermano, vamos, léela.
El mago sonrió.
—Ya lo hice —la chica lo sabía, lo conocía bien—. Sólo te da las condolencias, a mi también me ha mandado una, ¿que te creías? —agregó, sin dejar de sonreír—, ¿que te iba escribir una carta de...?
Nefertari, se levantó furiosamente de la silla interrumpiendo sus palabras, le quitó la carta a su hermano y la lanzó hacia las llamas de fuego de la chimenea.
—No vuelvas abrir mi correo, nunca más, porque si vuelvo a enterarme de que lo haces —Nefertari se acercó a su rostro, la ira se había apoderado de ella—, te enterarás.
—¿Set se enterará de qué, Nefertari? —en ese momento, Katrina había entrado en el comedor, observando a su hija dado que había escuchado la conversación, mientras que se dirigía a la mesa para sentarse.
—Él abierto mi correo sin mi consentimiento —respondió seriamente—, él no tiene ningún derecho para invadir mi privacidad de esa manera...
—¿Que privacidad? —intervino Set, riéndose.
—En primer lugar, vigila el tono con el que osas dirigirte a mi niña —espetó Katrina, con fría expresión en la cual solía caracterizarse cuando Nefertari se atrevía a desafiarla—, y en segundo, yo le pedí a tu hermano que se encargara del correo...
—¿Y por qué a él y no a mi? —le preguntó interrumpiéndola, mordiéndose el labio inferior y así poder aguantar su enfado.
—¿Tú qué crees? —esa pregunta fue dicha por Set, causando que Nefertari apretara sus puños. Ganas tenía de sacar la varita y demostrar que no solamente era buena en lloriquear.
Ante esas palabras de su hermano, lo mejor era que no se lo tomara tan a pecho, Nefertari sabía de memoria que él era el hijo preferido de Katrina, el privilegiado, el mimado. Su enfadado era totalmente ignorante, tonto, pero sin embargo, tenía motivos para enfadarse, ya ni siquiera tenía ni voz ni voto, privándola de toda intimidad posible. No era justo.
