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CAPÍTULO 22 ◖celos
Tras aquello, Octubre llegó con ligereza, semanas en las que Nefertari se las había pasado investigando sin parar en la biblioteca junto a Andrew, el muchacho en ningún momento se atrevió a preguntar ante tal interés que tenía la joven en obtener información de aquellas dos familias, pues él era de esas personas que solían dejar espacio, en esos momentos era esencial ayudarla, y no reaccionar como su hermana había hecho por su cuenta.
Simone era otro caso especial. Al principio la rubia se tomó bien que Nefertari no quisiera contarles lo que verdaderamente le estaba ocurriendo, dado que sus mismas palabras fueron que ella no quería causarles más molestias como de costumbre, pero repentinamente, al segundo día por la mañana, Simone le dijo de todo, menos bonita, terminado, hasta el día de hoy, sin dirigirle la palabra.
Estaba demasiado molesta con Nefertari, ¿tantos años y continuaba desconfiando de ellos?
Andrew, que se encontraba sentado a su izquierda, finalizó su trabajo de Herbología, disponiéndose a levantarse para irse de la biblioteca puesto que había quedado con Simone y algunos compañeros de su misma casa.
—¿Vienes? —el muchacho la miró, esperanzado para que su respuesta fuera un si.
—No, no puedo —le respondió sin mirarlo—. Tampoco tengo demasiadas ganas de aguantar las malas miradas de Simone...
Andrew suspiró, y no pudo aguantar las palabras que salieron de su boca.
—Nefertari —el joven volvió a sentarse, provocando que volteara a mirarlo—, Simone tiene algo de razón en todo esto —la bruja enarco una ceja—, pero no quiero que pienses que la defiendo porque sea mi hermana. Los tres, hemos sido amigos desde primer año, siempre hemos estado para ti, a cada momento, como también los has estado tú.
—El problema no es que no quiera decíroslo, el problema viene después —la hufflepuff no dejó de mirarlo—. Me juzgaréis, y luego, no querréis ni siquiera acercaros a mi.
Andrew rio confundido. No lo comprendía, ¿qué era aquello tan descabellado que había hecho? Eso es lo que le había dado a entender sus palabras.
—A mi no me hace gracia Andrew —espetó enfadada—. Si lo supieras, no lo harías.
Si supiera que se había convertido en un Mortifago, y que ahora debía de ser aprendiz y ayudante del causante de los malos tiempos que corrían, no se reiría, sobre todo, sabiendo a la perfección que un miembro familiar muy importante, había muerto por culpa de la guerra. Por eso tenía miedo de la reacción que ambos hermanos tomarían en contra de ella.
