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CAPÍTULO 14 ◖ingrediente secreto
Los calientes rayos de sol se colaron por el ventanal, causa de la cual fue su mal despertar. No solía olvidar cerrar la cortina de la habitación, pero el día anterior estuvo demasiado liada al haber estado ayudando a limpiar y ordenar la gran biblioteca de la mansión, que se dejó tirar sobre su cama y se durmió.
La mayoría de sus veranos eran así, aunque aquel año la notoria ausencia de su padre estaba siempre presente, pese a esa gran falta, Nefertari mantenía firme la decisión de continuar sonriendo.
Por otra parte las vacaciones de Katrina y Set de aquel año, fueron totalmente distintas y sorprendentes, pues ambos decidieron en marcharse los dos meses de Julio y Agosto a la capital de Alemania; Berlín. Dejando campo libre a la chica de hacer lo que quisiese, acto que agradeció en esos momentos de enterarse.
Aquellos tres meses pasaron volando, Nefertari junto a Odie acabaron de limpiar todo y cada uno de los rincones de la biblioteca, mientras que Mandy y Charlie –ambas elfas domésticas– se distribuyeron sus respectivos trabajos y en los cuales acabaron a la perfección.
Ese día, después de que los rayos del sol la despertaran, deseo continuar durmiendo, pero una idea repentina se le ocurrió. Se preparó con esmero y en cuanto acabó, bajó rápidamente las escaleras hasta llegar a su destino; la cocina. Cuando entró, se encontró a Odie preparando su desayuno como de costumbre.
—Odie —la llamó alegremente—. Hoy sólo zumo, por favor.
La elfa la miró.
—Como quiera mi ama... —la bruja negó con la cabeza y le interrumpió.
—Cuantas veces te tengo que decir que me llames por mi nombre —suspiró, a la vez que observaba como la criatura le servía zumo de naranja con magia, y al ver como la elfa hacía caso omiso a sus palabras, cambió de conversación—. Estado pensando en trasplantar las fragarías de mi balcón al jardín trasero, y ya de paso, me desharé de las ortigas.
La criatura la miró, con una sonrisa en sus labios.
—Le ayudaré... —la bruja la interrumpió, riéndose.
—No hace falta, en unas horas llegarán y lo mejor será que tu te encargues del salón —Odie asintió con la cabeza.
Dicho aquello, Nefertari acabó de beberse su zumo y se dirigió a su habitación con intención de cambiarse de ropa. Se colocó un peto de color negro en el cual ni siquiera nunca había utilizado junto a una camiseta vieja y descosida.
