Doce Esferas de Navidad

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La navidad en si no era una buena época para celebrar por parte de Malfoy.
Desde que su padre estaba en Azkavan nada fue igual para la familia Malfoy, aunque aun asi tenían su fortuna, pero si antes las amistades eran hipócritas, ahora solo andaban tras sus pasos, esperando a que calleran de nuevo en el abismo.
Entonces, era Draco Malfoy quien tenía que dar la cara a los demás, tenía que hacerlo por su madre, tenía que ser... valiente.

Vaya ironía.

La navidad para Draco siempre fue una época vacía, las fiestas en su casa solo eran para presumir las mejores adquisiciónes del año, dar los obsequios más suntuosos para opacar al contrario, solo invitando a gente hipócrita pero futuros socios.

Era una época vacía.

Los únicos regalos que Draco podia presumir a sus "amigos" eran los que costaban mas que los del año pasado, los mas extravagantes, únicos e irreemplazable, para provocar la envidia de los demás.

Hubo una vez que su mamá le regaló un obsequio que si bien a simple vista no era tan costoso, era de plata y cadena del mismo material, dentro había algo que Draco atesoraba tanto como nunca lo hizo con su vida.

"El mejor regalo sin avaricia que recibirás algún día, será el amor. Y tomando en cuenta nuestro linaje, es posible que nunca se concrete algo entre la persona para ti. Draco, es mejor que sea un recuerdo... un bello recuerdo."

Apretó el camafeo dentro de su túnica y pasó entre los alumnos de Revenclaw, ellos como todos lo miraban con un desprecio vivo en la mirada, esa que él le daba a los demás en antaño, la que su padre le había enseñado a dar a todo aquel que no era igual a ellos.

Era asi desde que había llegado de nuevo a Hogwarts.
Solo eso sabían hacer por él, nadie le miraba si no era con odio, nadie le hablaba si no era para insultarlo, nadie hablaba de él si no era con desprecio.
No le afectaba... eso quería creer.
Por que, después de todo a un Malfoy o se le odia o se le ama, pero jamás se le ignora.

Y en eso pensaba cuando llegó al Gran Comedor, todos los alumnos en sus respectivas mesas y en sus asuntos, aunque más de uno se fijó en su entrada.
Se fue a su mesa, ahí donde no tenía amigos, solo quedaban Blaise y Pansy, pero ellos no le hablaban desde después de la guerra, desde su traición al Lord.
Según ellos, Draco debió de ser le fiel al señor sin importar qué; le reclamaban en silencio por no haber delatado a Potter cuando pudo, de haber pasado sus padres no estarían pasando sus días en una celda fría y sucia de Azkavan... pero él suyo también se podría en una celda. ¿Que más querían? Estaban iguales, pero Draco era una serpiente y sabía lo que ellos querían.

Se lo merecía... el sabia que su padre se lo merecía, por que al final los hubieran matado, y también sabía que lo había defraudado.

¿Fue cobarde o valiente?

-Ninguna de las dos. -Susurró a la nada.



Harry iba acompañando a sus amigos a la cena de hoy, pronto la navidad se festejaría en Hogwarts y sabía no sería igual a las otras que había pasado.

Habían varios factores que lo aclaraban.
Estaba su distanciamiento con Ron Y Hermione, ellos estaba en su relación y prácticamente se la pasaba la mayor parte del tiempo distanciado dándoles su espacio personal. Era comprensible, eran pareja y merecían su tiempo para quererse.
Y estaba lo otro; Harry había roto su creciente relación con Ginny, ella se había convertido en una novia perfecta, pero Harry se sentía diferente estando con ella.
No era amor lo que lo mantenía a su lado, solo era la comodidad de ser visto como una persona normal.
Pero no era amor.

Nunca lo fue.

Y ahora que venía la navidad Harry de pronto podia sentir el vacío que esto representaba.
Una navidad sin amigos, una navidad sin novia... una navidad mas sin... él.

Tinta De Plata Y Oro. (Drarry/Scorbus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora