Frescura

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Dylan

Abrí los ojos y encontré el techo de la habitación del hotel de frente, los golpes contra la puerta fueron los que supongo me han despertado. Abro la puerta y me encuentro a un muy furiosa Lana frente a mí.

—¿Qué escándalo es este?— Le miro furioso, el sueño se había ido de pronto, siendo suplantado por la furia

Lana me mira de igual manera molesta— Vine desde San Francisco a verte y ni siquiera has agradecido

—Tu deberías estar haciéndote cargo de la constructora, no aquí— Cruzo los brazos sobre mi pecho y la miro con la ceja arqueada—Johnny debía traerlo, no tu

—Quería pasar tiempo contigo— Se acerca a mi enrollando sus brazos en mi cuello, las alejo inmediatamente— Pero al parecer ya tienes con quien pasar tu tiempo

—No te debo explicaciones a ti— Pongo los ojos en blanco y suspiro pesadamente— Escúchame, necesito que vuelvas y te hagas cargo de la constructora

Resopla con frustración evidente en su tono— Tu hermano puede hacerse cargo de ella

—Es mí constructora, no de él— me recargo en el marco de la puerta y la miro serio—Te tengo mucha confianza, por eso te he dejado a ti a cargo, pero si sientes que no puedes con ello, dímelo

Me mira con el rostro inexpresivo, de pronto sus mejillas enrojecen y señala mi cuello— Tu niña ha dejado algunas marcas en tu cuerpo

Miro mi pecho y puedo ver algunas marcas de color rojo, siento mis mejillas calientes y miro a Lana con seriedad—Regresa a la constructora y mantenme al tanto— Entro al cuarto y cierro la puerta, me dirijo al baño y me observo en el espejo, la zona del cuello, hombros y parte del pecho, tienen algunas marcas rojas, evidencia de mis noches y días con Zara.

Parezco un adolescente promiscuo que siempre me han parecido ridículos, llenos de marca en el cuerpo, ridículo.

Llamo a San Francisco con mi coordinador de obra, le digo lo que voy a necesitar para la remodelación del edificio de Darrell, a más tardar tendré todo listo para la siguiente semana y podré comenzar a trabajar de lleno en el proyecto.

Analizo las fotos que tome y las medidas del departamento de Zara, hago los bosquejos, tratando de hacer modificaciones que sean adecuadas para una chica joven, la foto de la habitación aparece en mi pantalla, y es imposible que mi mente no reviva lo que paso ese día allí.

Me pongo duro de solo recordar lo que fue tenerla, estar dentro de ella y disfrutar el uno del otro por un rato, me recargo en la silla del escritorio, esta niña me tiene en sus manos sin duda alguna, no puedo resistirme a ella.

El tono de mi teléfono me saca de mis fantasías, el nombre de Zara alumbra la pantalla, no se en que momento coloco una foto suya en mi teléfono, pero una sonriente Zara me ve desde la pantalla, toco el botón verde y lo coloco en mi oreja.

—Zara— Murmuro

—Hola, hola señor— Su risa risueña me saluda, haciéndome sonreir en el acto

—¿Qué necesitas?— Le digo seco, tratando de que note la alegría en mi voz

—Rojo o negro— Al momento no entiendo de que habla, así que no respondo— ¿Qué color prefieres?

—¿De qué hablas?

—Es una sorpresa— Se escuchan ruidos amortiguados al fondo, por lo que supongo se encuentra en algún lugar público

—¿Debo asustarme? — Ríe y escucho como chupa algo, como una paleta

—Todo lo contrario, debes de estar muuuy feliz, entonces ¿Rojo o negro?

El placer de lo prohibido (EN EDICIÓN) || Placeres Prohibidos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora