Agonia

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Dylan

Cuando llegué al estacionamiento, ver a Zara esperándome con solo una maleta,  su mochila en la espalda y nieve sentado a sus pies, me estrujo el alma, sin duda alguna el padre de Zara tenía razón, comenzaba a arrepentirme de no haberle hecho caso la primera vez que me lo advirtió.
Me estacioné a un lado y bajé, al verme me sonrío, la rodeé con mis brazos y besé la cima de su cabeza.
—Perdóname— Susurré contra su cabeza, ella negó y me rodeó de igual forma— Esto es culpa mía, debí escuchar a tu padre
—No te preocupes— Suspira— Yo puedo terminar de pagar mi matricula, no lo necesito
Tome su rostro entre mis manos y la besé— Vamos a casa
Tome sus maletas y las subí al maletero, la encontré de pie a un lado de la camioneta con Nieve a sus pies,, no había hecho por subirse cosa que me pareció extraña
—¿Estás bien?— Zara me dirige una sonrisa y asiente
—¿Me puedes ayudar a subir? Temo resbalar— Asiento y me acerco, abro la puerta y se apoya en mi para subir el desnivel de la camioneta, se acomoda en el asiento y me dirige una sonrisa desganada—¿Qué pasa?
—Te noto rara— Algo en el fondo, me decía que algo estaba sucediendo, de pronto veía a Zara de otra forma—¿Estás bien?
Coloca su mano a un lado de mi cabeza y asiente—Estoy bien, no te preocupes ¿Subes a Nieve y nos vamos?
La veo por un momento más y asiento, poco convencido tomo a Nieve en mis brazos y lo subo a la parte trasera del coche, me dirijo al lado del conductor y subo, enciendo el coche y escucho un suspiro, Zara se encuentra recostada en el asiento con los ojos cerrados una pequeña sonrisa en los labios, sonrió y salgo del estacionamiento en dirección al departamento, en el estéreo suena Ed Sheran, en mi pecho se encuentra algo que no me permite estar al 100% tranquilo.
Cuando llegamos al estacionamiento de casa, tomo la mano de Zara y la beso, ella se despierta y me dirige una sonrisa perezosa
—¿Llegamos?— Asiento y ella sonríe de nuevo, se incorpora, presionando sus labios con los míos, nos besamos como hace mucho no lo hacíamos, lento, con suaves caricias y con sentimiento. Algo en mi pecho me decía que algo estaba mal, pero no sabía que podría ser.
Juntamos nuestras frentes, mientras nuestras respiraciones se estabilizaron—¿Te he dicho que te amo?
Zara suelta una risilla y asiente—No me importa escucharlo muchas
Beso su frente y desabrochó mi cinturón, bajo de la camioneta, tomo a Nieve en brazos y me dirijo de lado del copiloto, abro la puerta y Zara se encuentra viéndome con una enorme sonrisa—Vas a ser un padre maravilloso
La miro serio, pero luego comienzo a reírme—Ya soy un padre Zara— Le tiendo mi mano y la ayudo a bajar de la camioneta
—Hablo de tus futuros hijos, los que tendremos tu y yo— Suelta. Me quedo de pie en medio del estacionamiento, mientras la veo abrir el maletero—¿O me vas a negar tener uno?
—No sabía que si querías tener hijos conmigo— Le digo, me dirijo de prisa a dónde está ella, bajo a Nieve al suelo y lo tomo de su correa—Llevate a Nieve, yo llevaré las maletas
Asiente. Toma la correa y me espera mientras bajo las maletas y aseguro la camioneta, nos encaminamos en dirección del edificio, caminando uno a lado del otro, con Nieve por el frente y juro que está imagen es la mejor del mundo, volteo a verla y por un momento puedo imaginarla con el vientre abultado, embarazada de nuestro hijo y un sentimiento de satisfacción inunda mi pecho.
Jesús, lo quiero desesperadamente.
Entramos al elevador, suspiramos al unísono y nos reímos por ello, llegando a nuestro piso, salimos del elevador y entramos al departamento, Zara suelta la correa de Nieve y él comienza a correr por toda la casa.
—Creo que alguien extraño la casa—Murmura divertida, bosteza y me mira con ojos cansados— ¿Piensas hacer algo? Muero de sueño


—Debes estar agotada— La rodeo con mi brazo y beso la cima de su cabeza— Sube, yo tengo unos papeles que revisar y te alcanzo
Asiente— Tomare una ducha y dormiré— Besa mi mejilla y da media vuelta— No tardes— Llama a Nieve quien la sigue gustoso,...

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—Debes estar agotada— La rodeo con mi brazo y beso la cima de su cabeza— Sube, yo tengo unos papeles que revisar y te alcanzo
Asiente— Tomare una ducha y dormiré— Besa mi mejilla y da media vuelta— No tardes— Llama a Nieve quien la sigue gustoso, la veo subir con una sonrisa en mi rostro, esta mujer me hace tan feliz, jodidamente feliz.
Ordené unos documentos cuando mi teléfono comenzó a sonar, me levanté del sofá y revise el destinatario, Ethan Coux llamaba después de algunos días, pensé en no responder, pero justo cuando acabó la llamada, volvió a llamar de nuevo.
Contesté serio.
—Callahan ¿Cómo va todo por allá?— El tono burlón de Ethan Coux me tocaba una vena nerviosa— ¿Ya descansa Zara en tu casa supongo?
—¿Por qué has llamado?— Evadi esa pregunta, no tenía que darle explicaciones
—Escucha, quiero negociar contigo— Puedo oír como carraspea— Espero que realmente quieras negociar conmigo también
—No estoy para tus juegos Coux— Respondo tajante— Al grano ¿Qué es lo que quieres?
Ríe burlonamente— Bueno, ya pudiste ver hasta donde llego,, te lo advertí— Se pone serio de pronto— Te ofrezco algo, devolverle todo, la escuela, su coche, el departamento y la universidad, a cambio de que desaparezcan del mapa— Suspira pesadamente— ¿O quieres que ahora empiece con tu hija? Se que la aceptaron en Arizona, increíble. El Decano Rogers es un muy buen amigo mío.
—No te metas con mi hija— Murmuró molesto— Zara no necesita nada de ti, todo eso que mecionaste puedo dárselo yo
—¿Por cuánto tiempo?— Bufa— ¿Uno, dos o tres años tal vez? Renunciando a la constructora como lo hiciste, solo reduce tus entradas, en un año o dos, entre los gastos de Zara y tú hija, vas a irte a la quiebra— rechista— ¿Crees que Zara se quedará después de eso? Por supuesto que no, volverá a mi, a hacer lo que yo quiera que haga por tener todo los lujos de vuelta
—Eso no es cierto— Intento interrumpir pero sigue hablando
—Zara ha vivido como una reina todo este tiempo, ¿Crees que el vivir como una plebeya va a hacerla feliz?— Ríe— No sabe siquiera lavar su propia ropa, tiene personal que le hace todo eso— Puedo oír un golpe de lo que supongo es su puño estrellándose contra la mesa— ¿En serio crees que el dichoso amor que dicen profesarse vs a tenerla feliz cuando no tengas un peso? Eso es una mentira
—Basta— Murmuro de nuevo
—Dime Dylan, ¿Realmente vas a probarla de todo lo que se merece a Zara y a tu hija por “amor”?— Niega— si desapareces, puedo darte lo que quieras, acciones, contratos, dinero, lo que tú quieras, solo está en ti— ríe secamente— si no lo haces, solo te quedará ver cómo hundiras el futuro prometedor de tu hija y el de Zara ¿Vale la pena arriesgarlo todo por un capricho?
Me quedo en silencio, no sé que responder, temo equivocarme y arruinarlo todo
—Solo piénsalo— Su tono condescendiente me saca de quicio— Zara tiene la vida solucionada ya, no va a sufrir nunca si tomas la decisión correcta, un esposo millonario, no tendrá que trabajar nunca en su vida, solo sonreír. Y tú hija podrá hacer todo lo que quiera, piensa en ella también— Suspira divertido— Me agrada el que lo consideres, espero que tu respuesta sea si, te llamaré luego
La llamada se corta, una bola de acero se estanca en la base de mi estómago, causándole náusea. Corro a la cocina y tomo un vaso, sirviéndome agua del grifo y la bebo desesperadamente. Me siento atado de pies y manos, no puedo ser egoísta y privarla de los lujos a los que está acostumbrada, pero tampoco quiero dejarla ir.
Subo las escaleras una a una, lentamente y en silencio, entro al cuarto y abro la puerta, la encuentro dormida en mi cama. Se ve hermosa, maravillosa, Nieve al verme se levanta de prisa y corre a verme, lo levanto en brazos y avanzó al interior de la habitación. Me siento en la cama a su lado, con mi mano libre acomodó su cabello que se encontraba tapando su rostro, y suspiro, me duele el pecho, pero solo quiero lo mejor para ella, aunque me muera en vida, no sería capaz de privarla de tantas cosas.
Bajo a Nieve al piso y muerdo mis labios nervioso, tragó saliva, me acerco a su rostro y beso su frente, mientras dos lágrimas ruedan por mis mejillas.
—Perdóname, Zara— Susurro contra su frente— Solo quiero lo mejor para ti
Trago saliva y seco mis lágrimas poniéndome de pie, bajo a la planta baja y tomo mi teléfono. Accedo a los mensajes y escribo solo dos palabras.

Lo haré

Y lo envío, y como si fuera posible, una carga más cae sobre mi, veo mis sueños y fantasías irse frente a mis ojos.

Espero no estarme equivocando con esto.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Hola, hola ¿Aún hay gente por ahi?
He venido ha publicar un capítulo más, realmente me disculpo por la tardanza, oficialmente tengo terminada la historia en mi computador ya, pero no la subiré de golpe, quiero que lean este capítulo con calma y me den sus teorías.

He llorado mucho con el final, porque realmente está historia ha Sido algo muy grande para mi, y el haberla terminado es algo muy fuerte.

Gracias a las que siguen aquí, realmente gracias por esperarme.
Nos leemos pronto xx.

El placer de lo prohibido (EN EDICIÓN) || Placeres Prohibidos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora