Consuelo

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Dylan

Unos hermosos ojos verdes me veían en la oscuridad, escuchaba la risa cantarina que los acompañaba, pero nada más, quería moverme para estar mas cerca del relajante sonido, pero no podía.

Golpes en la puerta hicieron que me despertara de golpe, con la respiración agitada y desorientado, escucho algo de ruido fuera de la habitación.

—Necesito que se retire, por favor— Una voz masculina se escucha del otro lado, así que decido ponerme de pie y averiguar que sucede

—No voy a irme, déjame— La voz femenina, sin duda alguna pertenece a Zara.

Me dirijo de prisa a la puerta y la abro de golpe, justo para ver, como un hombre de seguridad jala con fuerza a Zara y ella trata de resistirse.

—Espere— los dos hombres voltean a verme, Zara se safa del hombre y se dirige corriendo a donde me encuentro parado, se abraza a mí, viendo a las personas de seguridad— Yo me haré cargo

—La próxima vez que haga un escándalo, será vetada.

—Entiendo— Los hombre se retiran, dejándome en el pasillo con Zara. Me deshago de su abrazo y entro molesto al cuarto— ¿Qué haces aquí?— Cuando volteo a verla, me quedo de piedra, y es que el color morado adorna prácticamente la mitad de su rostro—¿Qué demonios pasó?

—¿Esto?— Señala su rostro de manera despreocupada y bufa— No es nada, no es algo que importe, ni siquiera se a que vine

Cuando se dirige a la salida la detengo del brazo, me paro frente a ella y miro su rostro—¿Quién te golpeo?— Se encoge de hombros e intenta alejarse de mí, lo evito, miro sus ojos y me doy cuenta que se encuentra colocada— Estas drogada— No pregunto, lo afirmo.

Pupilas dilatas y labio tembloroso me lo indica

Me empuja y me mira furiosa— NO

Pongo los ojos en blanco y bufo—No quieras agarrarme de estúpido

—Vete al demonio— Busca evadirme para ir a la salida pero lo bloqueo

—No vas a salir de aquí hasta que estés en tus 5 sentidos— Me mira furiosa, me empuja pero no logra moverme

—Muévete Dylan

—NO

—Arggh— Me golpea el pecho con furia— Quiero irme de aquí

—No vas a irte— La tomo por la cintura, la llevo a la cama y la coloco en medio de ahí.

Intenta levantarse de nuevo, pero lo evito. Acorralo sus manos sobre su cabeza, y la miro furioso. Ella sigue removiéndose, quiere soltarse. No voy a permitir que se vaya en ese estado

—Por favor— Se esta cansando de luchar, puedo verlo— Solo déjame irme

Niego con la cabeza, no irá a ningún lado.

Cierra los ojos, con la respiración agitada se relaja— No voy a irme, lo juro

Decido darle un voto de confianza, así que suelto sus manos lentamente, se coloca de costado dándome la espalda e ignorandome totalmente. Me pongo de pie para buscar una manta con la cual taparla, pero cuando vuelvo, veo su cuerpo sacudirse, y escucho sus sollozos. Me acerco con cuidado y me siento a su lado cubriéndola con la manta.

No digo ni una palabra, no sé porque llora de esta forma.

—¿Puedes abrazarme?— Su voz rompe el silencio, me quedo en donde estoy, porque no debo hacerlo— Por favor, solo por hoy— Su voz rota me hace sentir mal, así que me coloco a su lado y la abrazo a estilo cucharita. Suelta un sollozo y vuelva a llorar con fuerza, murmuro palabras tranquilizantes en su oído tratando de calmar el llanto.

Un rato después, me doy cuenta que se ha calmado ya, intento apartarme pero su mano me detiene—No, todavía no

Su voz se escucha congestionada pero es el resultado del llanto, voltea y queda frente a mí, me mira con los ojos llorosos, rojos por el llanto, o bueno el único que puede abrir por completo.

La miro serio y suspiro. Acaricio su cabello y beso su frente, me causaba un tipo de sentimiento extraño, algo como ternura hacia su rostro aniñado y porque de alguna manera, creo me recordaba a mi hija.

—Un hombre me golpeo porque me negué a hacerle una mamada— Su confesión me toma desprevenido, no sé qué responder— Yo no soy una puta que da mamadas a cualquiera

—Te creo ¿No te hizo nada más?

Zara niega y sonríe—Da la casualidad que un caballero con brillante armadura me defendió

Frunzo el ceño y me quedo callado—Eso es bueno supongo

—Tu hermano se parece a ti— El hecho de que mencione a mi hermano me hace tensarme— Vino a ver a Emma, por eso estaba en los dormitorios

—Hijo de...—Murmuro por lo bajo

—¿No te llevas bien con él?

—No— Me incomoda hablar de temas personales con ella, no era nadie para contarle mi vida privada

—Se lo que es no llevarse bien con alguien de tu familia— Suspira pesadamente— Nunca me lleve bien con mis padres, querían tenerme demasiado controlada— Suelta una pequeña risa burlona— Pero como puedes ver, soy un alma libre y eso era imposible

—Los padres solo queremos lo mejor para nuestros hijos

—Ellos solo querían lo mejor para ellos— Se levanta de la cama arreglándose la ropa— Se que te incomoda mi presencia— Me da una mirada acuosa— A la mayoría de las personas mi presencia les incomoda

Su confesión me deja sin habla, no sé que decir hasta que el ruido de la puerta siendo cerrada me saca de mi estupefacción, me pongo de pie de prisa, salgo del cuarto pero cuando llego al elevador ya es tarde.

Se ha ido.

Y no le dije que su presencia no me incomodaba para nada, más bien, sacudía mi mundo.

.-.-.-.-.

Llevo 30 minutos llamándola, pero al parecer ha decidido ignorar mis llamadas.

Cuando decido llamarla de nuevo, una llamada entra a mi teléfono, sin ver quien era la tomo sin dudar.

—Hasta que respondes— Le digo

—¿Llamaste?— La voz de Emma me responde del otro lado de la línea— No tengo ninguna llamada tuya

—Perdón, no era para ti— Trago, pensando en que inventar para salir de este lío— Lana no contesta y me urge comunicarme con ella, sobre un problema en la constructora

—Oh, entiendo— Me ha creído, su tono de voz suena seguro— Mi tío Bennett ha venido a verme

—¿En serio? No me aviso nada

—Fue de pronto, por eso llamaba ¿Quieres cenar con ambos?

—No, tengo mucho trabajo Emma

—Esta bien, como desees— Se que le ha dolido mi rechazo, pero lo que menos quiero es comer con Bennett y comenzar una discusión frente a Emma— Saldré a cenar con él

—Por su puesto, si mañana tienes tiempo para mí podemos almorzar

—Siempre tengo tiempo para ti, papá— Puedo escuchar la alegría en su voz

—¿Incluso sobre tu tío?

Emma suelta una carcajada— No seas celoso, después de todo, mi padre eres tú. Te amo más que a cualquier otra persona

—Eso me tranquiliza— Me siento en la cama, frente al televisor— Disfruta tu cena, cariño.

—Gracias, papa

—Te quiero

—Te quiero más

La llamada se corta, una paz inunda mi pecho, porque sé que sin duda ella me va a elegir siempre sobre Bennett, yo siempre seré su padre.

Sobre todas las cosas.

El placer de lo prohibido (EN EDICIÓN) || Placeres Prohibidos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora