Capitulo X

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—No sé por qué tuvo que agarrarme de esa manera. Debemos de haber dado todo un espectáculo, los dos tirados en el suelo. —Candy permitió que Terry la ayudara a bajar del auto, estaba hecha un desastre, uno de los lados de su sombrero se había aplastado y la mitad de su cabello caía suelto por su espalda, su vestido estaba sucio, con el dobladillo desgarrado y sus guantes... simplemente tendría que tirarlos a la basura. Terry no estaba en mejores condiciones que las de ella. —No sé lo que nuestras madres y sus tías van a decir, parece que hemos estado revolcándonos por el suelo.

Gracias a Dios que ese día no hacía viento o su falda bien podría haber subido hasta sus orejas. Aun así, la gente de New York que pasaba por allí, fue agasajada con una vista impactante de su tobillo y, sí, también parte de su pierna.

—Ese hombre la iba a atropellar, Candy

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—Ese hombre la iba a atropellar, Candy. —Terry sonaba un poco malhumorado.

—Lo sé, Terry. Siento que se haya destrozado el abrigo por ese motivo, ha sido muy amable cuidando de mí. —Candy no pudo evitar un ligero tono de irritación en su voz, ese era uno de sus sombreros favoritos. —Pero creo que podía haberme retirado de su camino yo sola.

Terry frunció el ceño. —No estoy seguro de eso, esto no era un caso de un dandy-horse descontrolado, ese hombre iba directo hacia usted.

—No sea ridicu...

—No estoy siendo ridículo, no se fijó en que él siguió su camino. En ningún momento se detuvo a preguntar si usted estaba herida, o a prestar su ayuda.

—Bueno, por supuesto que no se detuvo, no podía....Esa fue la causa del accidente.

—No lo creo. —Replicó Terry acompañándola hasta la puerta principal. —De hecho, me pregunto si esa mujer con esos niños salvajes no eran parte de la conspiración.

—Oh, por amor de Dios, realmente está permitiendo que su imaginación vuele. Fue sólo un accidente desafortunado. Usted sabe que la novedad de viajar en uno de esos dandy-horse, está dando lugar a una serie de accidentes entre los peatones. Seguramente ha leído sobre eso en los periódicos.

—Sí, pero...

La puerta se abrió, Jacob se quedó quieto, sin su acostumbrada mirada serena, observando el desastroso estado en el que se encontraban los dos. El mayordomo parecía totalmente alterado.

—Oh, señor, estoy... —Tosió intentando recuperar el control. —Es una suerte que haya regresado. Hay un incidente en el que están envueltas las mascotas.

—¿Ah, sí? Y supongo que el Coatí de mi madre está en el centro del mismo.

—De hecho, señor. Es...

Un tremendo estrépito se escuchó desde la sala, seguido rápidamente de un coro de ladridos y gritos....Una gran gata naranja salió disparada por la puerta de la sala, seguida por Margaret, que se movía más rápido de lo que Candy hubiera creído posible.

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