Capitulo XV

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—-Advertencia——
Este capítulo contiene lenguaje sexual, si usted no está preparado/a para leer este tipo de temática, absténgase de leerlo..
No me hago responsable si después de leer este capítulo sale a darse una buena ducha de agua bien  fría jajajaja.
Por cierto! Leeremos a una tarzan Pecosa bastante atrevida, lujuriosa y muy creativa para ser una virgen inexperimentada jajaja y a un rebelde muy complacido y complaciente a la vez 🙈🙈.
Oh por Dios! Aqui vamos 🤗🤗

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—¡Dios mío!

La toalla que Terry acababa de tomar cayó al suelo sin que se diera cuenta, Candy estaba de pie junto a su cama... completamente desnuda. —¿Se había muerto a causa del accidente? Terry pensaba que eso era lo que tenía que haber pasado, ya que se sentía como si estuviera en el cielo.

Candy era exquisita, su hermoso cabello rubio y rizado caía sobre sus delicados hombros, hasta llegar a su cintura pidiendo ser acariciado por sus manos, y sus perfectos  pechos hacían que sus manos le picaran por sentir su suave peso. Deseaba recorrer su fina cintura y sus caderas hasta llegar a sus hermosos muslos lechosos, para encontrar el tesoro que sabía estaba situado entre esa mata de rizos.

Toda la sangre bajó de su cabeza en dirección a su eje. ¡Demonios! —Terry recogió la toalla del suelo y la sostuvo frente a él.

—Oh, no seas tímido. —Dijo Candy riéndose y tendiéndole los brazos.

—No lo soy. —Terry escuchó los nervios en su voz, una mezcla de entusiasmo, desafío y miedo, el corazón le dio un vuelco. Candy había tenido un día difícil, lleno de accidentes y trastornos. Había descubierto una pintura escandalosa de su padre, se había escondido de su madre en el suelo de un armario, y había salido disparada de su auto por culpa de unos perros sarnosos, y para colmo de males, había tenido que soportar a la señora Giddings, a su madre, a la señora Ardlay y a sus tías , ella debía de estar muy cerca de derrumbarse completamente. —Tienes que volver a tu habitación, Candy. —Terry observó la luz de brillar en su pelo mientras ella negaba con la cabeza.

—No quiero...

Tendría que insistirle, debería tomarla por el brazo y acompañarla a la puerta. Pero si en ese momento hacía eso, lo más seguro es que acabara acompañándola hasta su cama. Por lo menos, debería ponerse una bata o unos pantalones... o algo, e intentar que su recalentado cerebro recuperara su cordura, pero lo único que podía hacer era mantener la maldita toalla frente a su pene y mirar a Candy con una lujuria desbocada.

—No quiero irme a mi habitación, Terry.

Él sabía que todo esto era una locura, pero no pudo dejar de preguntar. —¿Entonces, qué es lo que quieres, Candy?

Candy se humedeció los labios. —A ti. —Dijo con voz temblorosa.

¡Dios! Eso llegó directamente a su miembro, que saltó con intenciones de presentarse ante ella. Terry agarró la toalla con más fuerza intentando recobrar su repentinamente esquivo control. Ella estaba cansada y agitada. No estaba en condiciones de tomar decisiones importantes. Tenía que acompañarla hasta la cama...su propia cama.
Candy era virgen, por el amor de Dios!, no tenía ni idea lo que estaba pidiendo, pero él no lo era. Tenía una idea dolorosamente detallada de lo que exactamente le estaba pidiendo Candy, y él deseaba enseñárselo una y otra vez, lento y suave, fuerte y rápido, de cualquier manera en que ella se lo pidiera.

Candy había escapado...los dos se habían escapado de una muerte segura. Se sentían como si tuvieran que celebrar la vida de la manera más elemental posible. Piel contra piel, con las respiraciones jadeantes y con su cuerpo profundamente sumergido en el de ella. Candy ya estaba totalmente comprometida ante los ojos de la gente. Tendrían que casarse. —¿Importaría tanto si anticipaban sus votos? Candy se acercó. Podía ver el miedo y la incertidumbre en sus ojos, pero sobre todo, la determinación.

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