Capitulo XVI

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—¿Cómo te las has arreglado para evitar acompañar a tu madre, tus tías y a mi madre al teatro? Incluso tu tia Flammy estaba anciosa por verte sobre el escenario —Candy esperaba que su voz no sonara tan jadeante como se sentía ella. Terry había entrado por la puerta que conectaba sus habitaciones, con los brazos envueltos en una tela marrón. No lo había visto desde la noche anterior, y sintió una mezcla tan increíble de amor, mortificación y lujuria, que juraría que su corazón se saltaba algún latido.

Terry la besó en la boca. —Karen se hará cargo; aceptó ayudarme después de recibir una enorme caja de sus chocolates favoritos...—Me escondí en mi departamento todo el día, y envié una nota a Robert diciendo que lamentablemente, no podía asistir. Es mucho más fácil para Karen inventar cualquier excusa a mi madre y a mis tias. —Sonrió y dejó lo que llevaba en su cama, —ademas el señor Niven, un viejo amigo de Tía Flammy, ocupará tu lugar, está bastante contento de poder acompañarla, y tía Flammy estará encantada de tener a otro intelectual a su lado con quien poder "criticar la obra", te aseguro que ni notará mi ausencia.

—Sí, me lo puedo imaginar. —Candy se sentía inexplicablemente tímida e inquieta. Lo que habían hecho la noche anterior había sido tan... trascendental y extraño. ¿Lo había soñado? No, no tenía tanta imaginación y su centro todavía estaba un poco dolorido. Miró la tela de la cama y no hacia Terry. —¿Qué es todo eso? —Ella agarró un pedazo de tela marrón. —¿Era una capa?

—Es tu disfraz para esta noche. Lo conseguí de un... socio que a veces asiste. Terry levantó la tela y la sacudió...Era una túnica como la que llevaban el hombre y la mujer del dibujo del señor Cartwright —Deja que te ayude a ponértela.

La sostuvo para que ella pudiera meter los brazos en las mangas y luego levantó la capucha sobre su cabeza. La cubría por completo.

—Por lo menos ahora no se puede ver que no llevo un vestido de noche. Tuve que convencer a Dorothy de que esta noche no tenía que ayudarme a ponerme el camisón.

Y por alguna estúpida razón, sintió que se ruborizaba. Terry la había visto en camisón... y totalmente desnuda también. Y a decir verdad, Candy esperaba que esta noche la ayudara también a desvestirse. No dudaba que cada vez se estuviera ruborizando más.
Afortunadamente, Terry se estaba poniendo su túnica y no la vio.

—Tenía miedo de que la túnica no te cubriera entera. —Dijo Terry mientras se arreglaba la suya...—¿Puedes caminar sin tropezar?

—Estoy bien. Si tengo que correr, puedo levantármela un poco de delante.

—Bien. Espero que no tengas que correr, pero lo mejor es estar preparado. —Terry sostuvo sus manos entre las suyas y la miró a los ojos...—Candy, te das cuenta de que tendremos que ir con mucho cuidado, ¿verdad? —Él hizo una pausa, obviamente esperando una respuesta.

¿Pensaba que era una completa idiota? —Pensó Candy

—Sí, por supuesto. Tendré cuidado.

Le apretó sus manos...—Está bien...—Esto no es un juego, es muy peligroso. Si pudiera hacerlo yo solo, lo haría, pero por desgracia necesito tu ayuda.

Ella trató de no sonreír. —Lo sé.

Terry sonó como si estuviera apretando los dientes. La soltó y agarró dos máscaras negras y una bolsa de tela. Le entregó una de las máscaras.

—Llévala puesta todo el tiempo que estemos en casa del viejo Stanford. Y baja la capucha hacia tu cara, no quiero que nadie te reconozca.

—Sí, claro. —Esta sería una noche muy larga si Terry estaba decidido a ser tan arrogante.

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