Capítulo XXIV.

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Kudou Haruka.

Sentía muchos nervios de ir por primera vez a casa de Miyazaki, aparte de que es mayor que yo, debe tener más experiencia... No sé qué va a pasar cuando entre a su casa.

El me recoge a las diez, a una calle después de mi casa para que mi familia no sepa dónde y con quién estoy. Llamé a Takeshi, pero no me aconsejó lo suficiente. Debería relajarme...

-Faltan cinco minutos para las diez, hijo.
-Si, mamá, ahora mismo salgo.
-Saluda a Satou por mi.
-Claro.

Mentirle a mi mamá es algo que me aterra, pero no hay otra opción, no sabe que soy gay y menos que soy novio de mi profesor. Caminé hasta la calle siguiente y ahí estaba su auto... Caminé hasta el auto y él abrió la puerta. Entré y me senté como de costumbre, me besó, como de costumbre. Todo normal.

-¿Cómo estás?
-Bien... ¿Y tú? -Dije nervioso-
-De maravilla. Me alegra que nos veamos en otro lugar distinto a la preparatoria.
-A mi igual.

Comenzó a conducir. No era nada diferente, excepto que íbamos para su casa y no a la mía, eso me hacía poner aún más nervioso. Aunque igualmente nunca había entrado a mi casa, a mi familia no le agradaría que un profesor y un estudiante vayan juntos por ahí.

Me miró y sonrió. No entiendo cómo puede ser tan atractivo siendo maestro de química. Rostro lindo, cuerpo delgado y fuerte, bella sonrisa, cabello perfecto... ¿Alguien así en verdad existe y es mi novio? Nunca lo veía con ropa casual, siempre era ropa adecuada para enseñar, por eso me sorprendí.

-Estás muy callado...
-Es porque hace mucho calor.
-¿Te parece? Yo no siento tanto calor.
-Si... Es eso.
-Por cierto, ¿Quieres que compremos algo para comer?
-No, gracias, cené hace unos minutos. ¿Y tú cenaste?
-Si.

Acarició mi pierna y empezó a conducir. Media hora después se detuvo en un lugar. Salió del auto y cerró la puerta, abrió la puerta de mi asiento y salí, él puso su mano en mi cuello y me besó delicadamente en la mejilla.

-Vivo en ese apartamento de arriba.
-Ahh, okay.
-¿Vamos?
-Ehh... Si.

Me sentía como un cobarde, pero era normal estando en una situación así. Subimos unas escaleras y caminamos por un corredor, entramos a su apartamento, muy lindo, aunque se nota que vive solo, porque no tiene aspecto "familiar". Volví a la realidad cuando él cerró la puerta y se acercó.

-Siéntate en el sofá, ¿Quieres beber algo?
-Si, agua por favor.
-Está bien. Voy a la cocina.

Asentí con la cabeza y miré cómo caminaba a la cocina. No entiendo cómo puedo ser novio de alguien tan perfecto, no sé cómo se fijó en mi siendo aún un estudiante... Siempre que lo observo pienso lo mismo, es que él es un profesor, aún es joven, las chicas lo persiguen y tal vez también los hombres. Aparte es muy amable y agradable, la gente lo adora. ¿Qué pensaría su familia si supieran que es mi novio? No creo que lo acepten, soy hombre y por otro lado, soy menor que él y ni siquiera voy a la universidad aún.

Salió de la cocina y se sentó a mi lado, me entregó un vaso con agua, se recostó en el sofá mientras me miraba. Sonreí mientras dejaba el vaso en una mesa cerca del sofá. Puse mis manos sobre mis piernas, para que no se notara lo nervioso que estaba, me temblaban las manos.

-¿Por qué no hablas? -Pregunté-
-Te estoy viendo.
-Ahh, bien.

Sonrió. Agarró mi mano y la miró, se acercó un poco y me miró a los ojos. Ahora si me estaba sintiendo nervioso y aún más que antes. Sonreí un poco, puso su mano en mi mejilla.

No sabía qué hacer, solo podía sonreír y era un poco forzado, de milagro aún no empezaba a sudar. Aparté la mirada haciendo como que estuviera mirando mi vaso de agua.

-Te ves muy lindo con esta ropa, y con todas.
-Gracias... Tú también te ves bien con esta ropa.

Se acercó a mi rostro y me besó, obviamente respondí el beso, pero aún tenía nervios. El beso no duró mucho, se acomodó en su lugar nuevamente. Las cosas iban normal, como de costumbre.

Bebió un poco de vino, nunca lo había visto beber vino. No sé por qué me interesan cosas tan mínimas como esas. Me sentí mal por darme cuenta que en realidad no lo conozco tanto.

-Haruka, estuve pensando que no pasamos mucho tiempo juntos y pronto cumpliremos un año de ser novios.
-Si.
-Aunque sabes que es por mi trabajo que no podemos vernos mucho.
-Si, lo sé.
-Por ahora no podemos vivir juntos, pero puedes venir cuando quieras.

Me sentí feliz de que pensara en todo eso, vivir juntos, que lo visite... Aún faltaba tiempo para poder vivir con él, dos años y medio exactamente. "En cuanto termine la preparatoria me iré a vivir contigo" pensé, o eso creí, pero lo dije en voz alta, él escuchó eso tan cursi que acababa de decir. Cubrí mi boca y miré a otro lado para que no viera mi cara.

-Me encanta la idea. Aunque no es para que te avergüences tanto.

Comenzó a reírse. Me sentí muy avergonzado. Él se levantó un poco y se acercó a mi, me besó en la frente, luego apartó mi mano y me besó los labios. Tenía miedo de lo que pudiera pasar después de ese beso. Estiró un poco su mano y dejó la copa de vino en la mesa para tocar mi hombro, solo lo agarró para acercarme más a él. Por ahora era un poco normal, no parecía que pudiéramos llegar a algo más.

Me recosté en uno de los cojines del sofá, o mejor dicho, él me empujó ahí. Ahora si parecía otra cosa, no sólo un beso. Me agarré de su espalda con ambas manos. Pensé que no sabría qué hacer en una situación así, pero supe qué hacer hasta el momento. Él comenzó a quitarme la camiseta que llevaba puesta, luego desabrochó mi pantalón. Besó mi hombro.

-Me gusta tu aroma.

Él solo puede decir cosas que me enamoran más y más... Se quitó su camisa, lo ayudé con algunos botones mientras él me besaba. Sentir su piel me hace muy feliz. No fui tan valiente como él para decirle que también me gusta su aroma, su olor me hace querer besarlo sin parar. Sentir cómo sus manos se deslizaban en mi cuerpo por primera vez... Su temperatura es la perfecta siempre. Desabroché su pantalón. ¿En serio era mi cuerpo el que se estaba moviendo? No podía creerlo. Nos acomodamos con lentitud en el sofá sin parar de besarnos. Al menos ninguno de los dos estaba apurado por hacer "eso", porque no hubiera sido muy conveniente para una primera vez. Me miró a los ojos tomando mi mejilla con ternura.

-¿Puedo hacerte mío?
-Puedes... -Dije sin alientos-

Me había conmovido con esas hermosas palabras acompañadas de su dulzura al tocarme. Tan delicado y tierno para besarme y tocarme. Cada día me enamoro más de él.

Besó mi abdomen cerca de la cadera, nunca me había sentido así. Bajó mi pantalón. Comenzó a tocar mi miembro sobre mi ropa interior. Lo abracé con un poco de fuerza, después de todo sentía un poco de miedo y nervios.

Una apuesta porque me gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora