1/2 - Capítulo XXVI.

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Kudou Haruka.

Miyazaki detuvo su auto una casa antes de la mía. Bajé y fui a mi casa. Cuando entré escuché a mamá en la cocina, fui a donde ella.

-Buenos días.
-¡Hijo! ¿Por qué dejaste todo aquí?
-Lo olvidé. Voy a ir a cambiarme, no tengo mucho tiempo.
-¿Dónde está Satou?
-Ahh, me está esperando en la otra calle.

Mamá asintió, dejó lo que estaba haciendo y tomó mi mano, me llevó a la sala y señaló el mueble. Estaba mi mochila y mi uniforme, mamá es gruñona, pero siempre se preocupa por mi.

-Empaqué tus cosas, sabía que llegarías con poco tiempo.
-¡Gracias, eres la mejor! Te quiero.

Movió su mano para que ya no dijera más, me cambié ahí en la sala, igualmente ni había nadie, solo mi mamá en la cocina. Tomé mi mochila. Me despedí de mamá y salí de la casa. Subí al auto rápidamente y Miyazaki me sonrió.

Me miró por un momento y luego puso el auto en marcha. Parecía como que debía decirme algo, pero solo me miraba de reojo y volvía a poner la mirada en las calles.

-Haruka, quiero presentarte a mi familia. Ya que estamos comprometidos.
-Ohh no, no creo que sea buena idea.

Miyazaki me miró confundido. Lo miré esperando que dijera algo, tal vez se había enojado por mi respuesta. Pero yo tenía la razón, era una mala idea, ¿Qué pensaría su familia? Tal vez él no ha pensado en eso. Soy un hombre, menor, estudiante. Su familia no aceptaría nuestra relación.

-Debes pensar que si queremos vivir juntos en un futuro, tendremos que decirles a nuestras familias, empezando por la tuya, tu eres muy joven aún. Se preocuparán.

Tenía razón... Me miró esperando una respuesta, sonrió y acomodó un cabello que estaba sobre mi mejilla por el viento. Por suerte él es muy maduro y entiende mi situación. De nuevo mi teléfono empezó a sonar, era mi mamá, otra vez.

-Es mi mamá.

No sé por qué se lo dije, tal vez para no interrumpir groseramente la conversación o solo porque estaba muy nervioso por hablar de esos temas. Me miró esperando que contestara. Contesté.

-¿Si?
-Hijo, cuando iba al supermercado vi a Satou con un amigo, no eras tú.

Miré a Miyazaki pidiendo ayuda, aunque él solo preguntó en voz baja, "¿Qué pasa?", pero no podía decirle, mamá escucharía. Cubrí mis ojos.

-¿Puedes decirme qué está pasando?

¡¿Qué le diría?! Metí la pata al decirle que iba a casa de Satou, debí decirle que iba a donde un amigo y punto. Ahora estaba metido en un lío y ya no sabía cómo arreglarlo.

-Haruka... Habla.
-Es que... No puedo hablar ahora, te diré cuando vuelva de la preparatoria.

Colgué sin esperar que mamá dijera algo. Guardé mi teléfono y destapé mis ojos, miré a Miyazaki. Él estaba confundido obviamente, no entendía qué me pasaba. Sin darme cuenta, ya estábamos en el estacionamiento de la preparatoria. El auto se detuvo y Miyazaki volteó a mirarme. Amo cuando se comporta tan tranquilo para no generar más pánico.

-¿Qué pasa?
-Mamá sabe que le mentí, vio a Satou caminando para acá.
-Dile la verdad. Igualmente debes decirle pronto.

Todo estaba sucediendo muy rápido. Ahora debía contarle a mi mamá, mi papá, mi abuela y mis hermanos que estaba comprometido con un profesor. ¿Qué iba a pasar después de eso? Esa pregunta era la que me volvía loco.

Miyazaki me besó la mejilla, tomé su hombro y lo acerqué para besarlo en la boca. Sus besos me tranquilizan. Lo solté y me sonrió, acarició mi barbilla y salió del auto, abrió la puerta de mi lado y salimos. Tal vez las personas ya estuvieran notando nuestra cercanía, todos los días llegaba con Miyazaki y a veces también me iba con él. ¿Mamá ya sabría que soy gay? Aunque la familia de Miyazaki ya sabía que es gay, me asustaba pensar que tendrían que ir a conocer a su familia y ver qué pasaría. Caminamos juntos para adentro de la escuela y vi a Takeshi y Satou entrando juntos y abrazados, sentí envidia, ellos si podían estar cerca sin pensar lo que yo. ¿Estaría bien ser novio de un profesor que ya trabaja y vive solo? Eso era inevitable pensarlo, sentía que podía ser una carga para él.

-No te deprimas.

Dijo sin siquiera mirarme. En la preparatoria teníamos que comportarnos distantes, una relación normal entre profesor y alumno. Lo miré sorprendido, él me entendía a la perfección. Me miró de reojo.

Aunque estuviéramos distantes podía sentir cómo se preocupaba por mi. Me sentí feliz al recordar que él también le importan estas cosas. Chocó suavemente su mano con la mía, me miró y sonrió con disimulo. Ese momento me recordó cómo me enamoré de él...

-¿Puedes esperarme en la tarde? Quiero llevarte a casa.
-Si...
-Nos vemos.

Su voz me hacía sentir que me me estaba abrazando, tan cálida. Tal vez la gente no notaba eso, pero yo si...

Se fue a la sala de profesores. Caminé al salón de clases y tomé asiento, saludé a mis amigos.

Recordé cuando me enamoré de él, no podía dejar de molestarlo. Hice de todo para que me notara.

Una apuesta porque me gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora