"La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido"
Rabindranath Tagore
El reloj digital en el velador de Niall marcaba las dos de la mañana. Casey no había dormido nada.
La madre de Niall le había entregado una camiseta vieja de su hijo para que ella la ocupara de pijama. La prenda desprendía el olor de Niall y eso perturbaba la mente de Casey, no podía cerrar los ojos sin pensar que ahí dormía el rubio todos los días y que antes Liam recorría cada habitación de esa casa. Eran demasiadas emociones juntas.
Se levantó de la cama y comenzó a dar vueltas de un lado para otro. En esos momentos su madre estaría con un extraño en su casa, infectando todo el lugar. Sentía nauseas cada vez que pensaba en eso, todas las semanas alguien distinto, no podía entender por qué su madre no se estabilizaba como su padre. Al menos sabía que él la seguía amando.
El tema del divorcio no fue cosa fácil, sucedió un mes después del suicidio de Liam. Para Casey fueron los golpes más fuertes que una persona pudiera recibir. Su madre había engañado a su padre, pero él la defendió diciendo que sólo estaba estresada. Su padre era demasiado bueno para estar con una mujer así, por lo que en cierta parte Casey se alegraba que su padre no fuera testigo de lo que se había convertido su madre.
Dieron las dos y media y seguía sin sueño. Tentó a la suerte y salió de la habitación, quería recorrer los pasillos de la casa para dejar de temerle.
Casey pensó que estaría silencioso, pero se escuchaba el sonido de un televisor encendido. Regresó al cuarto y se puso los pantalones, no correría el riesgo de encontrarse con alguien y que la viera sólo con una camiseta puesta.
Volvió al pasillo y bajó las escaleras hasta llegar a la sala de estar, allí la televisión estaba encendida en un canal de películas. Niall estaba acostado en el sofá cubierto con una manta gris, tenía los ojos abiertos y parecía que tampoco podía dormir.
—¿Insomnio? —Niall se sobresaltó y cayó del sofá. Quedó con una pierna en el aire y la mitad de su cuerpo colgando. Se puso de pie e intentó cubrir su pijama con la manta.
—No, es que pasaban una de mis películas favoritas esta noche —se apresuró en decir. En la pantalla de la televisión se veía la famosa escena de Rose y Jack en el Titanic.
—¿En serio? Empiezo a creer que eres muy romántico, Niall.
Niall se sentó en el sillón y le hizo un espacio a Casey. Ella se acercó y se tiró en el sofá. Él la cubrió con un lado de la manta y ambos se recostaron en el respaldo para ver la película.
—No me gusta Titanic, Rose pudo esforzarse un poco más para que Jack sobreviviera —comentó Casey. Niall la miró de soslayo, no se había percatado de que tenía el cabello corto.
—Te cortaste el pelo…te queda bien —le dijo, cuando ella terminó de nombrar las cosas que odiaba de las películas románticas.
Casey no se volteó a mirarlo ni a responderle, sólo se encogió de hombros y se tapó más con la manta a pesar de que debían haber unos cuantos grados de temperatura esa noche de verano.
Niall recordó, al ver eso, los cortes que Casey tenía en los brazos. Se acercó más a ella, y por debajo de la manta tomó su mano.
—No te aproveches de la situación, Niall —le dijo ella, apartando la mano. Antes de que la alejara, Niall le agarró el brazo izquierdo. Casey se quejó, los cortes aún le ardían.
—¿Por qué lo haces, Casey? ¿Por qué te cortas? —susurró Niall.
—Me haces daño, suéltame.