"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno"
Walter Scott
El muchacho de rostro pintado miraba con horror el cuerpo inerte de Katty, los demás a su alrededor lo habían acorralado entre gritos y trataban de alejarse lo más posible de él, aunque aun así, cortándole el paso a la salida.
Casey podía ver la incertidumbre reflejada en sus ojos, parecía no entender lo que ocurría a pesar de tener el cuchillo ensangrentado en la mano. Una mancha de sangre bajaba por su mejilla hasta su cuello y sus ojos parecían los de un ciervo a punto de morir.
—¡Asesino! —gritó alguien de pronto. Un coro de insultos y llantos le siguieron y el chico intentó escapar, pero entre el miedo y la rabia que emanaba en el gimnasio, nadie lo dejó salir.
Brad se quejaba en el suelo mientras le limpiaban la herida, la ambulancia y la patrulla de la policía no tardarían en llegar. Casey se sintió enferma, quería salir de allí, no soportaba la sombra de la muerte tan cerca de su piel.
Unos brazos acogedores la estrecharon de la nada y por el inconfundible aroma tranquilizador que poseía, Casey supo que era Niall quien le fue a cobijar para que no mirara más la escena.
Casey no podía llorar, se sentía en un estado neutro donde aún no asimilaba lo que había visto. Se limitó a esconder el rostro en el cuello de Niall y a respirar su olor para olvidar el de la sangre.
—Estoy aquí, tranquila —le susurraba Niall. Ella no sabía porque le decía esas palabras si en ese momento no sentía nada más que confusión, pero luego se dio cuenta a que se refería, ya que su cuerpo no dejaba de temblar como una débil hoja en lo más alto de un árbol.
Los estudiantes rodearon al chico disfrazado de bufón, a quien veían como una amenaza. Casey sintió pena y lástima por él, ella no podía creer que él fuera un asesino.
La ambulancia llegó y se llevó a Brad en un abrir y cerrar de ojos, la patrulla llegó cinco minutos después y quedaron perplejos al ver tal desastre en medio de un montón de adolescentes.
No dudaron en culpar al chico de bufón, tenía el arma homicida aún en la mano y no oponía resistencia alguna, estaba tan asustado como los demás.
Niall se llevó a un rincón a Casey y no la dejó de abrazar en ningún segundo, temía que esto la traumatizara. Le susurró palabras de cariño y de consuelo, pero se fijó en que ella no parecía afectada.
—¿Estás bien? —le preguntó cuando se asustó al ver que ella parecía una estatua entre sus brazos, pálida, fría e inmóvil.
—Sí, sólo estoy preocupada, mi madre me dijo que tenía que llegar temprano y creo que esto me retrasará… —le contestó en tono ausente.
Niall intentó que reaccionara, pero estaba completamente conmocionada.
En la mente de Casey, la imagen de Liam colgado del árbol y Katty degollada danzaban como si se burlaran de ella. Entonces recordó a Liam… se había perdido durante toda la noche y de repente alguien atacaba a Brad y mataba a Katty.
Eso la despertó del trance. El chico de bufón no pudo hacerlo, sus ojos mostraban demasiada perplejidad como para hacerlo intencional o al menos ser un desquiciado psicópata. En cambio, Liam tenía razones de más, sólo quedaba la gran pregunta ¿Cómo lo había hecho?
—Piensas más rápido de lo que creí…
—Liam —murmuró Casey.
Liam estaba detrás de Niall, no se veía peligroso ni llevaba ningún objeto que amenazara sus vidas. Sólo tenía la mirada prendida, destellante de odio y fascinación.
Casey intentó apartarse de Niall, no quería bajo ninguna circunstancia que por error o por rabia, Liam le hiciera daño al rubio, prefería que la matara a ella antes que a Niall.
—No le haré nada, y mucho menos a ti. Ahora, suéltalo y vámonos a casa, quiero que descanses porque seguro esto te debió dejar agotada.
Sin embargo, a pesar de usar el mismo tono dulce del Liam de catorce años, Casey se dio cuenta de que igual que la vez anterior, su amigo había cambiado de forma para tomar el cuerpo evanescente de un Liam de diecisiete.
No quería ir con él, no se alejaría de Niall a menos que estuviera en riesgo de muerte y se viera en la obligación de protegerlo.
—No seas terca… jamás te haría daño. Y te juro que no le tocaré ni un pelo a Niall ni a sus amigos. Pero te advierto que si no nos vamos ahora… podría darme un ataque.
Liam tenía razón, si Casey no le hacia caso él podría tener un ataque y matarlos a todos.
—No seas tan extremista, sólo vámonos, estoy cansado.
Casey miró por un segundo a Liam y estuvo a punto de apartarse de Niall, pero el rubio la estrechó aún más contra él y su calor convenció a Casey de que no podía dejarlo. Lo necesitaba para seguir cuerda.
—Vete, déjame en paz —le susurró Casey a Liam, con la voz apagada y llena de dolor. Por supuesto que no quería que Liam la abandonara, pero él había asesinado a una persona -aunque no sabía cómo- y por él culparon a un chico inocente.
—¿Dijiste algo? —le preguntó Niall, que creyó escuchar que ella hablaba. Casey negó con la cabeza y lo abrazó más fuerte.
—Casey, no es necesario todo esto. Puedo hacer que liberen al chico, pero por favor, no hagas esto… —Casey no sabía si Liam podía llorar, pero sus ojos estaban cristalinos y se oía desesperado. Pero ella ya había tomado una decisión.
Estuvo poco tiempo con él, deseaba que las cosas no hayan terminado así, mas no era natural todo eso. Al final acabaría loca hablando con las paredes y la encerrarían en un centro psiquiátrico por decir que su amigo muerto estaba allí y que él había asesinado a Katty.
No… ella tenía que seguir con su vida, y recién después de ver las consecuencias que traía tener a Liam de vuelta, se daba cuenta de que eso fue lo que debió hacer desde un principio y no lamentarse todos estos años por una muerte que nadie comprendió.
Así que había llegado la hora de una despedida definitiva.
—Adiós, Liam —dijo Casey en voz alta con los ojos cerrados.
Cuando los abrió, la policía ya había esposado al chico de bufón y retiraban el cuerpo de Katty.
Y Liam… ya no estaba.
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