"Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre"
Samuel Beckett
Casey se levantó apresurada cayendo al suelo, Niall se sentó de prisa y se acomodó la camiseta y los pantalones.
La madre de Casey, Sophia, los miraba con los ojos desorbitados y con una creciente y notoria vena en la frente que le palpitaba. Casey supo de inmediato que estaba enojada, pero le hacía más gracia que miedo, ya que su madre no podía reclamarle nada.
—¿Qué estaban a punto de hacer en mi sillón? —les preguntó con la cara enrojecida. Niall carraspeó nervioso, era una situación bastante incómoda.
—Sexo salvaje, mamá —le respondió Casey como si nada y Niall la miró sorprendido, le estaba echando más leña al fuego y eso no les convenía.
—No, nosotros sólo… —intentó decir Niall, pero Casey lo silenció tapándole la boca con su mano.
—No te preocupes, Niall. Mamá sabe de estás cosas: tener sexo por cualquier lugar de la casa, incluso en la habitación de su propia hija —le dedicó una sonrisa triunfal a su madre, que parecía estupefacta al analizar las palabras de Casey y descubrir que ella lo sabía.
—Casey, yo no… —pero Casey interrumpió a su madre y le dirigió una mirada fría.
—No pasa nada, ya estoy acostumbrada. Ahora, si me disculpas, de verdad quiero hacerlo con Niall, así que nos iremos a mi habitación y espero que no nos molestes —Casey sabía que estaba comportándose como una idiota, pero de verdad quería poner de los nervios a su madre como una pequeña venganza. Obviamente, no tenía planeado hacer nada con Niall, pero una broma nunca estaba de más.
—¡Ya sé donde guardas los condones! —le gritó por última vez mientras subía las escaleras, llevándose consigo de la mano a Niall que todavía no entendía lo que sucedía y de lo que estaba hablando Casey.
Cuando cerró la puerta de su habitación no pudo evitar reír, la cara de su madre era un recuerdo que nunca olvidaría.
—¿Qué fue todo eso del sexo? —le preguntó Niall cuando ella dejó de reír.
—Nada, sólo quería enojar a mamá —le dijo ella. Niall estaba entre asentir porque eso lo hacía sentir aliviado o decepcionarse al saber que ella no quería nada con él.
—Bueno, tendremos que estar unas cuantas horas aquí para que de verdad lo crea, ¿te molesta pasar el resto de la tarde conmigo? —Niall negó, no le molestaba en absoluto.
Casey no se dio cuenta, pero a medida que pasaba tiempo con Niall iba mostrándose más como ella misma que como la chica odiosa de la escuela. Bromeaba, reía y disfrutaba estar con él.
—Niall… —le llamó. Él la miró, estaban acostados en la cama conversando sobre películas. Casey se acomodó para quedar frente a él y no pudo despegar su mirada de los intensos ojos de Niall—. Cuándo dijiste que te gustaba, ¿lo decías en serio?
—Creí que con lo que pasó allá abajo había quedado claro —le dijo, acercándose más—. Pero si aún no me crees… —dejó las palabras a medio decir para volver a besar a Casey. Ella no tardó en responderle, le acarició el cabello y se dejó llevar por el cálido aliento de Niall.
Esta vez no hubo ni calor ni desesperación por tocarse el uno por el otro, sino unas tímidas cosquillas en el estómago de ambos que provocó que dos sonrisas se escaparan de sus labios.
—Te creo —murmuró Casey cuando se separaron.
Niall le contó como se estresaban las chicas por el baile de la escuela cuando Sophie tocó la puerta.