Amelia
Ya habían entrado todos los invitados. Le dije a John que la fiesta no se podía cancelar, y aunque él no estuviera del todo de acuerdo, siguió mis órdenes. La lista de personas que podían entrar era igual salvo algún que otro caso que eliminé, por la seguridad de todo el mundo.
Aún no he llamado a mi madre para contarle lo de mi padre. No creo que sea un buen momento para contárselo teniendo en cuenta que es navidad, así que cuando vuelva a casa se lo diré.
Elena me está peinando para la fiesta. En realidad ya estoy lista, pero me está retocando un poco todo. Llevo un vestido violeta ajustado con algunos brillantes, el maquillaje es sencillo y llevo el pelo suelto pero recogido por los laterales.
Ya he llorado todo lo que tenía que llorar junto a Kevin, pero por si acaso el maquillaje es aprueba de agua.
-Estás preciosa, Amelia.
-Gracias Elena.
Le di un abrazo y le volví a dar las gracias antes de salir de la habitación.
Esperaba encontrarme con Kevin en el pasillo, pero no se encontraba allí. Me dirigí al salón, cuando aún estaba a unos pasos de llegar a la fiesta me detuve. Se escuchaba la música, alguien estaba tocando el piano. No sonaba como la última vez. Antes eran risas, ahora murmullos. Al parecer la muerte de mi padre era el tema principal, aunque no esperaba que fuese de otro modo.
Respiré hondo un par de veces y entré. Algunas miradas se posaron en mi, mientras que otras personas estaban demasiado ocupadas charlando. Avancé rápidamente hacia John, la única persona que conocía en aquel momento.
-¿Qué tal va la fiesta?
-Aburrida, hasta que has llegado tú.-sé que intentaba animarme, y lo valoraba mucho, pero aún no era capaz de reírme con él como antes-
-No me lo creo, han tenido un tema de conversación muy extenso.
-No te lo niego.
Bebió un trago de lo que parecía champán. Me pareció un tanto enrevesado, pues esa bebida se utiliza para cuando se celebra algo, y esta no era la ocasión. Una señora se acercó con cuidado. Tenía el pelo negro recogido en un moño bajo y un vestido pegado gris. Supe lo que iba a decir a continuación. No me apetecía nada escucharlo, por que cuando empezaran a llegar las disculpas y la pena, no pararían.
-Amelia, me llamo Rosa. Me gustaría haberte conocido en otras circunstancias, pero igualmente es un placer.
Yo solo pude asentir con la cabeza. Esperaba el momento en que dijera algo que me pusiera triste o enfadada, pero no llegó. Tan solo me miró de arriba a abajo y se fue.
No comprendí por que no siguió hablando, así que la seguí con la mirada. Fue hacia un grupo de señoras vestidas casi igual que ella, salvo por los colores de sus vestidos y respectivos cabellos. Notaba como John me miraba expectante mientras me acercaba un poco al grupo para escuchar mejor lo que decían.
-Pobrecita.-dijo una de ellas-No pudo ni pronunciar palabra.
-No se podía esperar otra cosa.-comentó Rosa-Seguramente no lo haya superado aún. He oído que no tenían una muy buena relación, pero al fin y al cabo era su padre.
-Normal que no tuvieran una buena relación.-dijo una desconocida-Su padre era un hijo de puta. Ella ha estado evitándole todo este tiempo por esa razón, y me parece totalmente correcto. Es una chica lista, o por lo menos lo era antes de venir aquí.-John me agarró del brazo pero yo ya estaba lo suficiente enfadada como para librarme de él y avanzar a paso decidido hacia ellas-Ojalá no hubiera venido nunca. Seguro que el maldito de su padre le ha estado comiendo el coco para que maneje el cogote. Puede que hasta se convierta en una mafiosa como su padre y que se convierta en un saco de mierda. Pero bueno, como ya sabéis, de tal palo tal...-no pudo continuar por que yo ya estaba a unos escasos pasos de ellas-
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El Rebelde Y La Bailarina
Teen FictionAmelia es una chica que adora bailar y estar con sus amigos, pero todo cambia cuando aparece él en sus vida, un idiota que le hará sacar su lado oculto y hará que se replantee su vida por completo.