El Rebelde Y La Bailarina

El tiempo que duréis

Kevin

Después de que esa señora insultara al padre de Amelia, ella se había puesto a la defensiva. Cuando estábamos a solas era cariñosa y dulce, como siempre. Pero con John, los criados y alguna que otra visita de negocios, era fría. No mostraba ninguna emoción, pero en el fondo tenía demasiadas. Faltaban unos días para fin de año, ojalá para entonces se encuentre mejor.

Como en la fiesta de Navidad no había proclamado quien la ayudaría a llevar el negocio, dijo que lo diría en año nuevo, en la otra fiesta que se celebraba en esa casa. 

Los días pasaban rápidos, pero el tiempo lento. Estaba en la habitación de Amelia, cada uno leyendo un libro. Eran las siete de la tarde, el estómago me rugía, ella pareció escucharlo.

-Te dijo que comieras más carne. Normal que ahora tengas hambre.-dijo sin apartar la vista del libro-

-Voy a por algo de comer.-le dije levantándome de mi asiento-¿Quieres algo?

-No, estoy bien. Gracias.

Me acerqué a ella, le di un beso rápido y salí de la habitación. Avancé por el pasillo y antes de llegar a la cocina escuché voces. Me paré antes de torcer la esquina y escuché. Eran Will y una voz familiar, pero a la cual no le ponía cara.

-Ahora está vulnerable.-dijo la voz de hombre-Es tu oportunidad.

-No creo que esté bien hacerlo.-contestó Will-

-¡¿Estás de broma?!-se dio cuenta de que había hablado muy alto y bajó el tono- ¿Para que estamos aquí? ¿Lo recuerdas?

-Claro. Para destruir a Amelia. Pero las cosas cada vez se complican más.

-Yo no puedo hacer tu parte. Tú eres el chico guapo que intenta conquistarla para que te de un pequeño porcentaje del negocio. Luego la matamos y te quedas con el resto. Lo del dinero ya lo iremos repartiendo. ¿Qué tiende de complicado?

-Que está enamorada de Kevin.-suspiró-

-Son sólo sentimientos de adolescente. Puedes superarle. Llevas años preparándote para esto.

-No creo poder hacerlo.

-Claro que si. Piensa en el sacrificio que has hecho. Al saber que ella bailaba, aprendiste a bailar. Has leído múltiples libros para poder decir citas delante de ella. Has cambiado de look y te has infiltrado en este familia desde hace mucho tiempo. Has perdido años, puede que incluso la mitad de tu vida, para esto. No te puedes rendir ahora. Has llegado muy lejos. Hemos llegado muy lejos.

Se hizo el silencio. Contuve la respiración, tenía la sensación de que hasta esa acción haría ruido.

-De acuerdo. ¿Cuánto tiempo tengo?

-Unos días. Sé que es poco, pero anunciará al poseedor del negocio el día de fin de año. Luego esperaremos unos días para que parezca una casualidad, y la mataremos.

Volvió a hacerse el silencio. Esta vez me alejé de allí. Volví lo más rápido que pude a la habitación. Cerré la puerta y cuando me giré me sorprendí. Amelia no estaba. Volví a salir y esta vez salí al jardín. Tampoco estaba.

Volví al interior de la casa y fui al antiguo despacho de su padre. Solo John se encontraba allí.

-Hola Kevin, que...-al levantar la vista del ordenador frunció el ceño-¿Te encuentras bien?

Negué con la cabeza y cerré la puerta mientras él se levantaba.

-Tengo que contarte algo.

Amelia

Kevin tardaba mucho. Fui al salón de baile para despejarme un poco. Al llegar me encontré con Will.

-Hola.

No me respondió. Tenía los cascos puestos, la música estaba tan alta que hasta yo la escuchaba. Estaba sentado con las piernas cruzadas y su cuerpo se balanceaba al compás de la canción. Tenía los ojos cerrados, debía estar repasando una coreografía. Me acerqué con cuidado y le dio un golpe suave en el brazo. Al abrir los ojos se sobresaltó más de lo que pensé y se quitó los cascos al instante.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?

-Acabo de llegar.-él asintió-¿Has visto a Kevin? Hace tiempo que salió de la habitación y no lo encuentro.

-No. No le veo desde hace bastante.

Se instaló el silencio en la sala. Estaba pensando en irme cuando su voz cortó el silencio.

-Sé que no es asunto mío, pero ¿has decidido ya a quién quieres a tu lado dirigiendo el negocio?

Si que lo tenía decidido, pero no quería que se enterase.

-No, es una decisión difícil.

-Ya lo suponía. Ahora que tu relación con Kevin avanza, lo mandas hacer trabajos sucios que lo pueden llevar a la muerte. O me mandas a mi a la muerte, o a una posibilidad muy cercana a ella, pero paso mucho más tiempo contigo que con él. Yo me estaría tirando de los pelos, la verdad.

Lo dijo de un tirón, como si lo hubiese estado planeando.

-Will, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Adelante.

-¿Alguna vez has estado enamorado?-pareció pensarlo-

-Sí.

-¿Y qué pasó?-bajó la mierda y comenzó a jugar con el cordón de sus pantalones-

-No nos dejaron estar juntos. Yo había nacido para algo de lo que ella no podía formar parte. Los dos lo sabíamos, pero en el fondo teníamos la esperanza de que funcionase.

Me senté.

-¿Cómo era?-sonrió-

-Preciosa. En el exterior y en el interior. Siempre estaba feliz. Era feliz, y hacía que tú también lo estuvieras.-el corazón se me encogió por ver como hablaba de ella-Siempre llevaba un lazo en el pelo. A veces me los regalaba, por fechas especiales, como mi cumpleaños o nuestro aniversario. Tuvimos que estar separados un tiempo, nos escribimos cartas, fueron años duros, pero cuando volvió estuvimos juntos por fin. Éramos adolescentes tontos y enamorados, pero no recuerdo haber estado más feliz en toda mi vida.-las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos-Pero no podíamos estar juntos, y lo sabíamos, y aún así hicimos una estupidez.-bajó la cabeza y contemplé que estaba llorando-Nunca podremos estarlo.

-Seguro que os volvéis a encontrar.-él asintió pero no subió la cabeza, me dio la impresión de que estaba llorando-Voy a buscar a Kevin.

Me levanté y me alejé de él. Cuando llegué a la puerta habló.

-Amelia.

Me giré. Lágrimas rodaban por sus mejillas.

-Espero que Kevin y tú seáis muy felices, el tiempo que duréis.

Asentí y salí de allí. 

No entiendo por qué, pero lo último que dijo me produjo un mal presentimiento. 

El cuál no tardaría en cumplirse.