Capítulo 5

2.4K 193 13
                                    

Todavía seguía dormida cuando oí ruidos en la cocina, mis párpados pesaban tanto que no quería levantarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todavía seguía dormida cuando oí ruidos en la cocina, mis párpados pesaban tanto que no quería levantarme. Claramente estaban cocinando y a pesar de que quería ayudar me daba mucha pereza. Sin embargo, con toda la calma del mundo, abrí los ojos y me levanté de la cama sabiendo que Aspen ya no estaba.

No oía voces, todo estaba tan tranquilo y a pesar de que todavía no olvidaba lo sucedido, intenté no preocuparme por Arael. Apenas le conocía, él podía hacer lo que quisiera y yo no debía detenerlo pero sentía una amargura que no me dejaba tranquila. Me acerqué hasta la cocina y por supuesto, estaba Aspen tratando de hacer comida para nosotros. Yo no sabía cocinar así que no podía ayudarle pero hablé aún con la voz ronca para saludarle.

—¡buenos días! —susurré como nunca antes lo había hecho, claramente no me prestaría atención pues se quedó callado.

Le ignoré y entré a la cocina para ayudarle a poner los platos y vasos, no debía mover nada de ahí pues no era mi casa, pero en ese momento vivía ahí así que no tenía otra opción. Cuando terminó de hacer lo que estuviese haciendo, me senté junto a él e intenté calmar mis ansias de preguntar sobre Natalia y Arael pero se notaba en mi cara, se notaba todo en mi ser que estaba inquieta y sobre todo nerviosa.

—solo come, luego hablaremos de eso. —mencionó molesto, sabía que mi rostro me delataba y además, mis movimientos con las manos le hicieron saber que estaba nerviosa.

Cuando nos disponíamos a comer y a dejar de charlas sin sentido, escuchamos al mismo tiempo algo ensordecedor. Me quedé estática en mi sitio cuando Aspen se levantó sin importarle hacer un desorden en la mesa, sus ojos abiertos y tan verdes me decían que algo malo estaba pasando. Ni siquiera terminó su desayuno cuando unos disparos se empezaron a escuchar fuera del departamento.

Me sentí muy asustada esa vez que no podía ni articular palabra.

¿Qué diablos pasaba ahora?

No sabía ni quiénes eran ni porqué pero Aspen se aseguró de esconderme debajo de la mesa, él también estaba a mi lado y evitaba hacer demasiado ruido. Empezaba a temblar y a querer llorar cuando su voz penetró en mi cabeza.

—no te preocupes, estarás a salvo muy pronto. —susurró sin pensarlo, su voz parecía diferente en mi cabeza.

Claramente parecía ser irreal pero podía escuchar su voz profunda y distante. Oía que me llamaba desde adentro y una confusión gigante me hizo quedarme en mi lugar. Los disparos se habían dejado de oír pero sabía que aún estaban ahí, sabía que había personas afuera pero no pensé que nos estuvieran buscando a nosotros. Aspen se tranquilizó lo mejor que pudo y siguió hablándome así como antes. Era diferente a las voces malvadas de antes así que pude descartarlo.

—Quédate aquí, ahora vuelvo. Arael no tardará en llegar si tiene el presentimiento de que nos están atacando.

Muchas preguntas surgían en mi mente; estaba debajo de la mesa, lo más agachada posible. Jamás había vivido eso, una adrenalina me recorría entera que podía escuchar mi corazón latir detrás de mis oídos.

—¿cómo puedes hablarme así? —susurré en voz baja, no podía comunicarme como él.

Mis manos temblaban como siempre sucedía cuando tenía miedo, mis ojos estaban tan abiertos que evitaba parpadear. Veía a Aspen y a la puerta en donde de seguro nos estaban esperando.

¿Por qué nos buscan?

¿Quiénes son ellos?

Su voz otra vez llegó a mi cabeza, ahora con más coraje y dejándome callada por ese instante. Tenía mucho miedo que empezaba a sudar, los disparos se había dejado de oír pero claramente nos estaban esperando a que saliéramos.

—debo irme, debo ver qué sucede. Si me pasa algo malo, te pido que corras.

No podía creerlo. Parecía una broma de mal gusto, no podía ser cierto. No quería que me dejara, no quería que se fuera sin mí. Apenas había llegado a conocerlos y no quería morir tan pronto, no sin antes descubrir qué diablos quieren de mí y porqué. Cuando creí que las cosas se habían calmado, los disparos de nuevo empezaron a escucharse pero en ese momento se dirigían a la puerta. La habían destrozado y desde ahí podíamos ver cómo intentaban entrar al departamento. Mis nervios a flote, mi cabeza dando vueltas me hacia sentir que pronto me desmayaría pero decidí aguantar, quería ver con mis propios ojos lo que pasaría.

Aspen se alejó de mí a paso lento, su posición parecía de un experto pues se movía con sigilo, estaba seguro de sí mismo pues no dudaba en agarrar un cuchillo que había en la cocina. Sus ojos parecían de felinos, parecían cambiar de color pero sabía que eso no podía pasar de nuevo, quizás eran mis alucinaciones. Sin embargo, yo seguía atenta a sus movimientos y cuando oí un estruendo que provenía de afuera me alarmé.

No vi bien lo que había pasado pues sucedió tan rápido que no me dio tiempo de pensar ni de correr, ya habían entrado y Aspen se colocó delante de mí para protegerme pero yo no podía creerlo. Mis ojos soltaban lágrimas de desesperación, caí al suelo cuando una bala entró en mi pierna derecha. Dolía y ardía pero no era la única herida, Aspen se quejaba y se agarraba el pecho con dolor, sufría mucho pues su rostro se desfiguraba.

Empecé a ver borroso todo, veía pequeñas figuras entrar. Veía puntos negros, personas que se acercaban a nosotros.

¿Qué estaba pasando?

¿Tan pronto iba a morir?

Aspen se acercó a mí gateando, veía su sangre que manchaba sus ropas con rapidez, oía gritos, oía de todo menos su voz. Su voz no sonaba en mi mente y eso me alarmó demasiado. Tenía miedo y estaba herida, sabía que no debía cerrar mis ojos, sabía que debía luchar por mi vida. Pero no sabía lo que sucedía, no podía pelear, no podía defenderme de ellos.

Parecían ser peligrosos y más cuando tomaron a Aspen de los brazos y empezaron a golpearlo, además de la bala que había entrado en su pecho no se cansaron y decidieron lastimarlo más. Yo me quejaba y lloraba a un lado, no veía muy bien pero escuchaba sus lamentos que poco a poco se iban apagando. Mis ojos se cerraron porque ya no aguantaba el dolor pero aún así deseaba vivir, deseaba mucho despertar y pensar que eso había sido un sueño.

Pero, sin embargo, eso era real. Lo había vivido en carne y hueso y me habían herido.

Alas sombríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora