Todo en él era distinto, alejado de la sociedad, frío como los cristales que adornaban su reino. Todo indicaba que no estaba de buen humor, su paciencia era mínima y todo se volvía oscuro a su alrededor. Él se encontraba en su trono, con la quijada bien apretada y sus ojos cerrados. Su mente divagaba en cosas del pasado, momentos en donde la destrucción, la muerte y todo aquello que dañó su vida llegó. Era imposible borrar la memoria aunque hubiera miles y miles de personas que trataran de hacerlo. Su reino estaba solo, callado y nadie deseaba interrumpir el poco momento de paz que tenía su rey. Callum seguía pensando, no deseaba mostrar su debilidad a los demás, no quería que vieran la peor versión de él. Los secretos más ocultos en su corazón salían. Sus demonios se escondían del temor que tenían de estos, del poder que emanaba de ellos. Suspiró cansado, agotado de la enorme capa que nublaba su mente. Extrañaba a su esposa, a la reina Danielle. Su muerte había sido dolorosa y horripilante, después de ese suceso nadie volvió a hablar de ella. Él jamás les dijo a sus hijos lo que realmente había pasado y era mejor dejarlo así, no quería que se volvieran más en su contra. Su trono estaba lleno de lujos, de perlas y colores opacos, su corona brillaba en su cabeza y hacia que se viera más imponente de lo que ya era. El salón se encontraba en silencio, todo el mundo se encontraba afuera, entrenado, luchando y defendiéndose de las personas que les hacían mucho daño. Para eso él los preparó, para la próxima guerra que estaba apunto de ocurrir, tal vez no hoy, ni mañana pero sí en un tiempo muy cercano.
Su mente ya despejada y sin ningún recuerdo que inundaba su mente para mal, se levantó de sus aposentos. Tranquilo, deseoso de que la guerra comenzara pronto pero eso no era así. Debía conseguir a las fuentes del poder, a las 5 personas que serían capaces de acabar con todos y cada uno de los ángeles. Por supuesto que iba a costar encontrarlas, pero ya tenía a una que estaba en la cuerda floja, pues esta estaba muriendo. Su poder que jamás fue utilizado era esperado por los pensamientos más recónditos de la mente del rey. Todo indicaba que era el momento de dar el primer ataque, de avanzar unos pasos más hacia adelante y ver lo que les ofrecía el destino. Pero... algo inhóspito se apoderó de su corazón al sentir que su primogénito no se encontraba, no sentía su presencia por ningún lado. Con la cara de asombro y de furia se dirigió hasta la habitación de Aspen, esperando no ver una escena devastadora. No había podido charlar con él desde hace tiempo y eso le estaba consumiendo por dentro aunque no lo quisiera admitir. Con desesperación corrió por los pasillos del reino, asustado de no escuchar las voces de sus dos hijos y tampoco escuchar sus corazones. Ese era el poder del rey; sentir, escuchar y ver con claridad los poderes, la vida de todos los demás. Era una habilidad muy buena pero a la vez trágica pues de inmediato sabías que la muerte había llegado a ellos como una brisa helada, silenciosa, lenta y dolorosamente. Cuando sus pies se detuvieron justo en frente de la habitación de Aspen, abrió la puerta de golpe. Su respiración pausada fue lo único que se escuchó en la pequeña habitación. Sus manos temblaron, su vista se volvió borrosa al momento en que vio la escena que tenía en el suelo. Su corazón latía con fiereza, no quería que las lágrimas llegaran pero era imposible. Y ahí estaban ellos, silenciosos, pálidos, sus manos unidas en un lazo inquebrantable. Callum gritó lleno de furia, enojado y con cólera por lo que había visto, no podía hacer nada para remediar lo que había pasado pues era un lazo que solo los hermanos podían compartir, un secreto que hasta el mismo Callum podía sorprenderse de la fuerte habilidad que tenían ellos dos juntos. Los hermanos unidos por fin, nadie podría quebrar el hechizo a excepción de ellos mismos, que sabemos que será imposible pues los dos deseaban desaparecer por unos momentos.
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Alas sombrías
FantasyCuando crees que tu vida no puede ser peor, llega algo que la destruye por completo. Los muros que construiste cuando te lastimaron, se rompieron cuando ese "ángel" llegó a ti. Creías que tu vida mejoraría después de haber estado en un orfanato per...