Todo el lugar era tranquilo, se notaba el gran cariño y esmero que le habían puesto a la manada. Seguíamos caminando, siendo el centro de atención en cada momento y lo peor, las actitudes de Stephanie. Todo pasó demasiado rápido pues llegamos a una gran cabaña, hermosa por fuera y me imagino que acogedora por dentro. Los colores oscuros le daban unos toques que eran imposibles de explicar, jamás había visto un lugar como ese. Sin parpadear entramos a la pequeña casa, podía notar las miradas que se daban Stephanie y Leo y sabía perfectamente lo que venía a continuación. Yo seguía en mi rumbo, mirando la casa con gran asombro y satisfacción. Tenía una fogata que la hacía más cálida y hogareña, el olor a pino y a tierra mojada llegó a mis fosas nasales, este lugar era precioso. Caminé un poco más para ver a detalle las cosas que se encontraban en las repisas, fotos, decoraciones, cuadros y otras cosas que no podía entender. Estaba al tanto de las personas que estaban atrás mío, parecían buena gente pero eso era lo malo... no sabía con quién me metía. De la nada, oí el sonido de la puerta cerrarse. No tuve miedo, ya esperaba estas reacciones y en esos momentos quise reírme por la estupidez que estaban haciendo pero decidí callarme, me giré y los vi de frente.
—¿Qué sucede? —hablé susurrante, todos nos podían escuchar y eso lo sabía.
Los dos tipos en frente mío caminaron hasta sentarse en los sofás pequeños que habían alrededor de la fogata, me miraron por otro largo momento y después habló Stephanie.
—¿Quién eres? —habló severa. Su mirada era perturbadora.
Quise reír de nuevo, pero esto no era un juego.
—Arael, soy un ángel. —dije lo obvio y sonreí aunque la ocasión no lo merecía.
Leo rodó los ojos frustrado, él me miraba intensamente.
—eso lo sabemos... pero no nos dices toda la verdad. —Leo sonrió al darse cuenta que había dado en el punto pues mi mirada se ensombreció y dejé de hacer mi sonrisa torcida.
—siéntate Arael, vamos a hablar. —hablaron al unísono, me mordí el labio inferior sabiendo lo que vendría.
Suspiré y me senté en frente de ellos, los miré por un rato y hablé.
—¿Qué es lo que quieren saber? —dije tranquilo, no quería mostrar que tenía miedo pues el lobo podría descubrir que estaba mintiendo.
Stephanie me miró directamente, sus ojos brillaron de nuevo indicando que estaba usando su poder. No, esto no iba a suceder de nuevo. La bruja realizó una mueca al notar que su poder no funcionaba, que ya no podía saber lo que yo pensaba. Reí, pero ahora si demasiado fuerte y tétrico para mi gusto.
—ya no puedes hacer eso, bruja. —le señalé y Leo se puso alerta. Se levantó de un salto y me miró con sus ojos amarillos, los de un lobo.
—¿Qué es lo que quieres de Natalia? —habló fuerte y claro. Una furia corrió en todo mi ser, ellos la conocían y me engañaron desde el inicio.
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Alas sombrías
FantasíaCuando crees que tu vida no puede ser peor, llega algo que la destruye por completo. Los muros que construiste cuando te lastimaron, se rompieron cuando ese "ángel" llegó a ti. Creías que tu vida mejoraría después de haber estado en un orfanato per...