¿Qué pasaría si todos tus recuerdos hubieran sido una mentira?
La vida de Runa había sido normal hasta aquel entonces: tenía familia y amigos normales, un trabajo normal, un novio normal. Pero cada vez que la lluvia caía, su corazón sentía que falt...
No sé cuánto tiempo permanecimos así, él mirándome tristemente mientras yo lloraba sin entender el porqué. Pero cuando finalmente recuperé la noción del tiempo noté que no estábamos solos en aquel lugar. Alcé mi vista y la vi: una mujer hermosa y esbelta, alta, con los pechos erectos y la pose firme, el cabello largo y la piel morena, parada frente a nosotros con los brazos cruzados y una mirada de desaprobación.
—No es ella— dijo dirigiéndose al dios del agua.
Noté que él presionó sus puños y apretó los dientes antes de responder.
—No tenías que venir.
—No es ella— volvió a responder la muchacha morena—. Puedes sentirlo dentro de ti, no responde como esperabas, no recuerda, quizás el anillo simplemente cayó en sus manos por obra del azar, ¿si quiera tiene el mismo rostro? ¿De qué otra forma podrías confirmar que es ella si no fuera por el anillo? A lo mejor...
—Sí es ella— me quedé allí parada, totalmente paralizada sin saber que decir. El dios del agua se había volteado completamente y enfrentaba a la joven sin siquiera echarme una mirada.
—A lo mejor lo heredó y tu novia ya murió hace muchos años, no olvides que el tiempo no corre de la misma forma en nuestro mundo que en el de ellos, un error de cálculo y quizás llegamos cien años después— prosiguió diciendo.
¿Qué era lo que estaba sucediendo? ¿Cómo era posible que después de cumplir años e irme de fiesta con mi mejor amiga acabara en esta situación? ¿Qué estaría pensando mi madre? «¡Tengo que regresar! ¡Mamá debe estar muy preocupada»
—Lo lamento...— comencé a decir. Ni siquiera sabía de qué me estaba disculpando—. Necesito irme ya, ha pasado mucho tiempo y mi madre se preocupará si no me encuentra.
Ninguno de ellos respondió, simplemente hicieron caso omiso de mis palabras y continuaron viéndose fijamente a los ojos, como si pudieran oír sus pensamientos y estuvieran teniendo una fuerte y difícil discusión.
Me acerqué levemente y tomé por el brazo al dios para que se volteara. Entonces sentí una especie de electricidad, como un shock, y por solo un segundo pude ver un paisaje soñado, un palacio rodeado agua y flores de loto, unas nubes rosas en un cielo donde no había sol, pero aún así se iluminaba. Un joven sentado en el centro, su mano moviéndose lentamente con un abanico exquisito, aunque no parecía ser el mismo dios. Lucía mucho más pequeño... y parecía que sus ropas le quedaban holgadas.
Y entonces todo se apagó. La visión, el túnel, el dios del agua y la morena. Todo se esfumó y solo pude ver oscuridad.
«¿Por qué hace tanto frío?».
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«¿Por qué la ropa me pesa tanto? No puedo abrir los ojos».