—Creo que las damas celestes no fueron bondadosas con tu destino, quizás fue mi culpa— sonrió tristemente Ruka—. Nunca debería haberle perdido la pista a mis familiares, pero simplemente sucedió. Después de la muerte de Hana ya nada fue igual, hacía ya mucho tiempo que mis hijos habían formado sus propias familias e inevitablemente nos distanciamos.
—¿Qué tiene que ver tu relato familiar con nuestra situación?— Azariel le hizo esta pregunta en un tono cortante y serio.
—Claro, lo lamento. Olvidé para qué los hice venir— dirigió su mirada hacia mí—. Dime, Silene ¿recuerdas algo de tus padres?
—No, jamás los conocí— respondí mientras recordaba tristemente la vida que Céfiro me había inventado. Probablemente la persona que me había criado los últimos dieciocho años y a quien había estado llamando "mamá" no compartía ni una gota de su sangre conmigo.
—Tuvimos dos hijos con Hana— continuó Ruka mientras se encogía de hombros—. La vida del mayor se apagó tan fugazmente como la suya, ya que era tan humano como lo eres tú misma. El menor, en cambio, heredó algo de mi mismo. Cuando él caminaba, toda la naturaleza a su alrededor se volvía más grande, más verde. Los animales lo adoraban ¡incluso tuvo un tigre de mascota! Se enamoró de una nativa de las montañas y no volví a saber de él. De alguna forma terminé envuelto en guerras de los humanos e incluso me volvieron su general. Soy toda una leyenda para ellos ¿saben? Como un dios de la guerra.
—Sigo sin comprender a dónde intentas llegar con esto— volvió a decirle Azariel.
—Lo lamento, cuando eres tan viejo olvidas un poco el orden natural de las cosas— le contestó amablemente—. Bien, lo que quiero decir es que por algún motivo mi hijo te abandonó con los humanos. Puedo sentir su misma esencia en tu interior, pero desconozco los detalles. Si me permitieras tocarte la mano quizás podría ver un poco más.
—No— contestó Azariel rápidamente.
—Quiero saber— le dije mientras le daba mi mano a Ruka—. Necesito saber.
—No sabemos quién es, no sabemos qué quiere. Podría estar ocultando su verdadera esencia de nosotros y matarte en cuanto toque tu mano.
—Él me salvó, y también te salvó a ti. Siempre he creído que estaba sola, que mis padres me habían abandonado para que muriera de hambre y no tuvieran que verme. Necesito saber.
Ruka se acercó más y tomó mi mano izquierda. Pasó la yema de sus dedos por encima de mi anillo y luego me giró las manos para tocar mis palmas. Cerró sus ojos y respiró profundamente mientras acariciaba las arrugas de mis manos. Azariel lucía serio y preocupado, como si tuviera miedo de lo que pudiera resultar de esta lectura.
Varios minutos pasaron sin que nadie dijera nada. Nunca había creído en estas cosas, al menos creía no haberlo hecho, ni antes ni ahora, sin embargo sabía que podía confiar en Ruka.
—Tal como lo esperaba. Parece que eres incluso más especial, más peligrosa para el reino celestial que una simple humana.
El rostro de Azariel se congeló. En aquel momento comprendí que ya no estábamos en el salón de Ruka tomando el té. De un momento a otro nuestros cuerpos se habían transportado a otro lugar, cierto jardín en alguna montaña hacía ya muchos años perdida en el tiempo.
Dos figuras encapuchadas aparecieron delante nuestro. Azariel intentó tocarlas pero traspasaron sus dedos con sus fantasmagóricas formas. Hablaron en un idioma que no comprendí, pero al parecer Ruka y Azariel sí lo hicieron.
Las seguimos a través de un sendero tan solo iluminado por la luna y las luciérnagas. Poco podía vislumbrar entre toda esa oscuridad, pero me pareció que aquellas figuras se correspondían a un hombre y una mujer, y que además iban acompañados por una niña que se había distraído jugando con una telaraña en un árbol.
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Desde las profundidades
Romance¿Qué pasaría si todos tus recuerdos hubieran sido una mentira? La vida de Runa había sido normal hasta aquel entonces: tenía familia y amigos normales, un trabajo normal, un novio normal. Pero cada vez que la lluvia caía, su corazón sentía que falt...