¿Cuánto tiempo llevo dormida? No puedo llevar la cuenta. Solo presencio pocos minutos de luz y siempre es tenue, apagada, como la luna nueva. He estado caminando entre sueños nublados y confusos. ¿Qué recuerdo es de cada vida? A veces sueño que estoy tomando la mano de alguien que no recuerdo, y otras me despierto en sueños y veo un rostro familiar. Pero lo familiar y lo ajeno se vuelve cada vez más difícil de diferenciar y tan solo desearía abrazar la oscuridad y fundirme en ella.
—Vayamos de compras— dice una voz cálida y alegre—. Necesito cortinas nuevas para la tienda.
—¡No quiero! ¡Siempre te toma demasiado tiempo decidir ese tipo de cosas!— respondo desde alguna parte de mi interior.
¿Quién es? ¿Por qué duele?
—Silene— esta voz es diferente, más fría y... triste—. Silene, por favor, despierta.
Abrí mis ojos y lo primero que observé fue a Azariel al borde de las lágrimas. Sentía mucho frío, como si estuviese enferma. No podía comprender bien sus palabras pero me estaba dando algo para que comiera y eso hice, aunque no tenía hambre. Me sostuvo tiernamente entre sus brazos y con más voluntad que fuerza intenté levantar mi brazo para rozar su mejilla con mis dedos.
Su expresión se volvió aún más terrible, tenía ganas de llorar. Pensé que finalmente lograríamos estar juntos y ser felices, él lucía tan seguro de sí mismo... Mi mente estaba completamente hecha un caos, todo estaba fragmentado, como si fuera un rompecabezas muy difícil de completar.
Tragué pesadamente mientras mis ojos se cerraban, me sentía incluso más desdichada de lo que me había sentido antaño. Cuando la luz volvió a apagarse y de las penumbras regresé a la oscuridad, todo se sintió incluso peor, porque me sentí sola. Ya ni siquiera la silueta silenciosa de Céfiro me acompañaba y me caí en la cuenta de cuánto tiempo soporté la soledad gracias a que estuvo a mi lado.
Había estado vagando por las profundidades de mi ser y tuve el tiempo más que necesario para entender que todo lo que soporté siempre fue pensando en que habría algo más esperando por mí. Los recuerdos de mi vida anterior ahora se sentían más cercanos y vívidos, como si el tiempo nunca se hubiera detenido. Continué viendo a Azariel once minutos al día y lo oí murmurar mientras cerraba los ojos que mi nueva vida se hacía más corta. ¿Para qué quería que fuera más larga? Esta vez no fue diferente. Seguíamos sin poder estar juntos. Quizás no es una maldición, quizás finalmente podía ser libre y no lo estaba comprendiendo.
Aunque no podíamos mantener una conversación, entre sus medias sonrisas llenas de amargura y sus ojos vidriosos supe que no estaba durmiendo bien. Exiliado del reino celestial, Azariel vivía como un humano. Cosas como el cansancio, el hambre y el clima comenzaron a afectarlo después de quién sabe cuántos días arrastrándome a su lado y temía que colapsara.
—Quiero estar por siempre a tu lado— dijo cierta noche—. Es por eso que no me importa todo esto, no me importa sufrir como un humano si puedo estar a tu lado hasta el final de nuestros días.
—Tus días no tienen un final— susurré mientras acariciaba su mano lenta y pesadamente.
Me sentía más como una muñeca que como un ser humano. Ya ni siquiera podía llamarme de esa forma. Me lo habían quitado todo, incluso mi cuerpo. Cada día me acercaba más a la locura y no dudaba un instante en volver a tirarme desde un precipicio si pudiese tener el control, pero cada minuto consiente estaba acompañado, además de la figura rota de Azariel, de un cansancio extremo. Mis músculos ya no me respondían más que para realizar pequeños movimientos y cada vez mi garganta producía menos sonidos, como un canario que deja de cantar cuando se siente abandonado. No podía hablar, ni susurrar. Mi voz me había dejado, probablemente junto con mi cordura.
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Desde las profundidades
Romance¿Qué pasaría si todos tus recuerdos hubieran sido una mentira? La vida de Runa había sido normal hasta aquel entonces: tenía familia y amigos normales, un trabajo normal, un novio normal. Pero cada vez que la lluvia caía, su corazón sentía que falt...