Sabelle

S I E T E

Me pasé las primeras horas del día jugando en mi teléfono o revisando mis redes sociales y gracias a Instagram me enteré de que se aproxima un torneo clandestino de peleas mixtas. No puedo faltar a esos cuatro días.

Kris ha empezado hablar sobre un hermano suyo, que tuvo un accidente y blablabla. Hoy al entrar a mi primera clase encontré un desayuno completo sobre mi pupitre y encogiendome de hombros lo compartí con mi amiga.

Con Allen nos reunimos en el receso antes del almuerzo y nos sentamos en el jardín delante del edificio C. Pude ver desde aquí como los populares golpeaban a un chico nerd, rodé los ojos molesta pero cada quien que peleé sus batallas.

—...terminé de hacer ese cuadro que se me hacía difícil. Me sentí tan feliz y nostálgica.—hablaba Kris.

Sí, una de las cosas que tenemos muy en común es que ambas dibujamos. Pero ella también pinta, yo solo dibujo aunque no he intentado pintar aún. He quedado de ir un día a su casa para que pintemos juntas.

—Iré al baño, regreso enseguida.

Allen y yo vimos como el cuerpo pequeño de Kris se alejaba hacia los lavabos. Ambos empezamos hablar sobre tonterías, como teníamos mucho tiempo no hacíamos.

Empecé a inquietarme cuando pasaban los minutos y Kris no aparecía. Me disculpé con Allen y me dirigí hacia su encuentro, los pasillos estaban vacíos pero pude escuchar voces y jadeos lastimeros.

—¿Qué pasa, niña? ¿Ya no estás más con la zorra de Sabelle? Juguemos con la nerd, chicos.—Nahomi, una de las porristas zorras, estaba maltratando a Kris junto a los idiotas de los populares y sus amigas.

La ira me invadió al ver la escena, iba a intervenir pero vi como James, el idiota nuevo castaño, se acercó a ellos y ayudó a Kris a ponerse de pie.

—Deberían dejarla en paz, esta chica no les ha hecho nada.—sonó borde y frío con ellos, Kris estaba detrás de él sollozando.

—Vamos, nene, has como que no ves nada y deja que le demos una lección a la nerd esta.—la zorra esa se le acercó coqueta y trató de besarle pero él corrió el rostro.

—Déjala tranquila, Nahomi.

Decidí salir de mi escondite y me acerqué a ellos, cuando sus ojos se fijaron en mí palidecieron. Kris corrió hacia mí y me abrazó, tenía la mejilla izquierda rojiza y de la nariz salía un hilo de sangre. Enfurecí.

—Quiero que me oigan bien, quiero que me presten mucha atención.—me acerqué más y más a ellos, haciendo que retrocedan.—El que le ponga una sola mano a Kris, aunque sea un solo asqueroso dedo encima, sufrirá como el infierno. Háganse la idea de que ella soy yo, y que un solo rasguño que tenga, será palizas para ustedes. Sea mujer u hombre, puedo partirle la cara a quién sea. ¿Queda claro o le doy una muestra?

Todos negaron rápidamente con miedo, me acerqué a Nahomi dejando que viera mi mirada oscura y le entrara pánico.

—Aquí solo hay un puesto de zorra y ese ya es ocupado por ti, bebé. Todo pene ha pasado por esa vagina pública, la mía es exclusiva.—le sonreí con cinismo y salí de ahí asintiendo en agradecimiento hacia James y tomando a Kris de los brazos.

La clase de natación fue divertida, el profesor nos dejó hacer lo que querramos mientras él chateaba. Todos se dividieron en grupos para hablar o jugar alguna tontería, Allen y yo decidimos seguir enseñando a Kris.

—Así es, sigue así, tú puedes. ¡Si!—Allen abrazó el frágil cuerpo de la chica festejando que pudo nadar de mí hacia él. Yo le sonreí con orgullo y me quedé viéndolos con una sonrisa, hasta que escuché sonar mi teléfono en los banquillos. Salí dejando que las gotas de agua rodaran por mi cuerpo.

—¿Aló?—atendí sin ver quien era.

—Hola, hermosa. Ya estoy conduciendo hacia tu escuela, sales en unos minutos ¿no?

Cold

—Claro, estoy en las piscinas. Enseguida iré a cambiarme para cuando suene la campana salir de aquí.

Colgué después de despedirme, Allen y Kris estaban ya afuera y nos dirigimos hacia los vestidores para cambiarnos. Me puse mi misma ropa de antes, ayudé a Kris a secar su largo cabello mientras yo me quedé con el mío húmedo sobre mi espalda.

La campana sonó indicando el final de clases, Allen salió con nosotras hacia fuera. Veía a las chicas actuar en épocas de celo y los chicos murmurar entre ellos; sobre la Ferrari estaba Cold vestido con pantalones negros ajustados, remera blanca con su chaqueta negra, su cabello desordenado, sus Ray Band y sus fuertes tatuados brazos cruzamos.

—Allen, lleva a Kris a su casa. Vean alguna película y piensen mucho en mí ¿si?—digo dándole la espalda al chico que ha ocupado toda la atención.

—Yo...no he traído mi auto hoy. Así que iremos en autobús ¿no te molesta, cierto?—dijo Allen claramente incómodo.

—Puedes tomar el mío, lo traje hoy y no me lo llevaré.-saqué las llaves de mi Aston y se las entregué.—Más te vale que no le pase nada, porque soy capaz de dejarte sin cabeza.

Sonrió como niño viendo las llaves, les abracé un segundo y me dirigí hacia Cold. Sonrió en mi dirección alejándose del auto, me rodeó con sus brazos y plantó un beso en mis labios, haciendo que todos murmuraran. Aún no se han ido por estar prestando atención a mi vida.

—Hola, nene.—le sonreí coqueta.

—Hola, nena. Ven sube.—abrió la puerta de piloto para mí, le vi sorprendida y señaló la puerta para que entrara.

Antes de acelerar fuera del parking de la escuela, pude ver las caras sorprendidas de todos y con una sonrisa, pisé el acelerador dejando los neumáticos gravados en el suelo.

Después de pasar dos semáforos, decidí romper el silencio.

—¿A dónde iremos?—pensé de inmediato en su apartamento pero al paracer él tenía otros planes.

—Al gimnasio.—cuando hice puchero rió dándome un beso en el abdomen.—Debemos entrenar, se acerca los torneos mixtos y no creo que quieras quedarte en las bancas.

Asentí riendo. Es cierto, no me gustaría estar sentada mientras veo una pelea en la que puedo participar.

Me dirijo con velocidad al gimnasio donde ambos entrenamos y donde tenemos membresía Vip hace mucho tiempo ya. Aparco el coche en su lugar, Cold saca su bolsa de ejercicio del asiento trasero y yo me cruzo de brazos porque no tengo una.

—Vamos, hay una bolsa tuya allá dentro.—mordió mi labio inferior tan fuerte que brotó sangre, pasó su lengua por mi recién herida y me sonrió con malicia.

Caminé delante de él un poco enojada pero excitada a la vez.