Dark Souls II: Intertwined Souls

El Rey de Drangleic.

Admito que no hice demasiado cuando estuve al mando, estuve encerrado varios meses en una cueva en el trono del querer.

Cuando hubo fuerza suficiente para que la maldición se neutralizara, salí, me dolía todo el cuerpo, no recordaba que ahora era un simple humano, dormido en una silla muy longeva.

Los soldados huecos se hicieron polvo, no merecían estar vivos, ya habían sufrido demasiado.

Poco a poco, y ni me dí cuenta, algunos aldeanos y por el estilo se acercaron al castillo, comenzaron a limpiar y a mover objetos para poner en marcha el nuevo imperio.

Una era de paz se acercaba, mi reinado era el último en todo el territorio visible y mucha distancia más allá, todos estaban al parecer felices gracias a todo mi esfuerzo y dedicación.

Pronto tuve mis soldados, mis consejeros y todo lo que eso conlleva.

Pero sentía que algo me hacía falta, algo de hace mucho, algo de Majula.

— Muy bien, he servido como monarca de
Drangleic II, durante  aproximadamente 458 días, hoy hago oficial este anuncio:

Me retiro del cargo y dejo en el poder a Atreus, mi mano derecha.

Todos me miraron exaltados y algo impactados, igualmente.

— Señor, ¿porqué haría eso?

— Bueno, quería poner en marcha el reino y eso es todo... y Atreus, como hagas cosas que estén mal, como corrupción y eso, personalmente vendré a matarte.

Cualquiera que me siga será asesinado por mi.

Y nadie se opuso, después de todo, yo había alcanzado el límite de todos los atributos posibles, era un ser casi perfecto.

Quería volver a Majula, a ver a Saulden, mi amigo, Rosabeth, la pirómana, y a todos en general.

Pero quería ver a Shanalotte, me sentía cómodo a su lado, creo que era ahora alguien especial para mi, pero hacía mucho que no sabía nada de ella.

Llegaré pronto a Majula, era más fácil utilizar hogueras.

Ahora que lo pienso...
¿cuál es mi nombre?