Capítulo 8 Asesinato

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Después de caer en el acantilado y de unos días a la deriva fui rescatado por un barco de exploración Español, después de caer sobre las piedras me desmalle y me desperté en el barco, o eso es lo que me habían contado los que tripulaban el barco, eran dos hombres una mujer y el capitán, se llamaban Adrián y Javi, la mujer se llamaba Lara y el capitán Manolo, no avisaron de mi presencia, y no pensaban en hacerlo me dijeron, pero me hicieron miles de preguntas, ¿Dónde venía? ¿Qué era lo que tenía? ¿Cuántos años llevo con ello?, no les respondí a algunas preguntas simplemente porque no las sabía ni yo, pero la que sí que respondí es que me había escapado de un centro militar donde hacían pruebas conmigo y les dije que lo que tenía no era por lo que me hicieron en aquel lugar, ellos me preguntaron de ¿dónde provenía entonces? pero no les respondí, ellos comprendieron mi situación, lo que me quito un peso de encima, antes de salir a cubierta fui al baño para ver lo que realmente me había pasado, me habían puesto la ropa de Javi y me quedaba un poco grande, y él era el más bajito de todos, lo primero que vi en el espejo es que se me había caído el pelo, estaba calvo pero sin el pelo se podía apreciar que encima de mis orejas salían en cada lado dos pequeños cuernos plateados, al parecer todos los dientes, cuernos o garras que me estaba saliendo eran plateados, ablando de garras me mire las manos, era una sensación extraña, eran dedos normales pero con garras de león igual que con los dedos de mis pies que encima mi planta del pie se había alargado un poco, los dientes de mi boca estaban muy rectos excepto los colmillos de la parte de arriba y abajo que se habían alargado y estaban más afiladas para variar, ya por fin pude verme la espalda, mi primera impresión fue de asombro toda mi espalda era escamosa y de color negro donde habían dos dientes plateados ahora habían nueve que llegaban casi a la punta de mi cola y mi cola terminaba en una en una especie de hoja curvada de acero bastante afilada, nada en mi cuerpo había cambiado más, pero me hizo pensar en cuanto tiempo pude haber estado allí y ni siquiera había preguntado qué día era.

Cuando salí a cubierta me dio un golpe de aire húmedo en la cara, una sensación inolvidable, cerré la puerta detrás de mí y me pille la cola, no estaba acostumbrado todavía, fui a la proa del barco, era un barco grande pero estaba en muy mal estado, no había visto al capitán todavía pero ya me habían dicho que era muy serio y no salía de su camarote, pero fue él el que me encontró y no he tenido tiempo para agradecérselo, estábamos en mitad de ningún lado, mientras miraba el horizonte se acercó Lara y me dijo mientras se apoyaba en la barandilla que le encantaba el mar, yo no tenía muy buenas experiencias con el agua, y menos ahora que si no fuese por ellos hubiese muerto en el agua, no era el momento pero le pregunte el día que era y ella me dijo que era dos de Marzo, había pasado medio mes, podrían haber hecho lo que quieran conmigo en todo ese tiempo, pero no sabía lo que era y eso me preocupaba, y Lara lo sabía por la expresión de mi cara, antes de que ella dijera nada le dije que si no tenía miedo, y ella me dijo ¿de qué? Y yo tragando saliva le dije que si tenía miedo de mí, y con una leve carcajada y dándome un pequeño toque en el brazo me dijo que no dijese tonterías, que estaría guay ser como yo, yo por mi parte me alegré al saberlo y solté una pequeña sonrisa, le pregunte sobre donde estábamos y Lara me  dijo que estábamos en el Atlántico, y sin que yo le dijera nada me contó que me encontraron en medio de ella, demasiado lejos de cualquier parte dije, y me dijo muy alegre que tenía mérito lo mío.

Ya era demasiado tarde eran las nueve y media y el cielo se teñía de un naranja claro, se respiraba paz entre otras cosas, me llamaron para ir a cenar, no tenía hambre pero a caballo regalado no le mires el diente, fui a ver lo que habían hecho, era una gran rodaja de atún con patatas y dos huevos fritos, había cinco platos pero solo íbamos a comer cuatro, me senté cuidadosamente sin que mi cola tirara la silla, lo primero que probé fue el atún que estaba buenísimo, Javi me dijo que lo pescaron este mismo día, lo que explicaba su frescura, no se veía al capitán por ningún lado, no le había visto la cara en todo lo que llevaba en el barco, que era apenas un día, todos nos sentamos, Lara tenía una redecilla en el pelo lo que me decía que la comida la había preparado ella, le dije que estaba buenísimo y me miro y sonrió levemente mientras cogía un trozo de atún.

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