Capítulo 8: Comerciando en el pueblo

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El calor de las calles mantenía un ambiente irreal para quien paseara por las calles de Esmeralda, el aire caliente y seco abrazaba a los visitantes embruteciendo a quien recibiera su beso. Sólo aquellos acostumbrados a sus callejones deambulaban cual día de primavera en algún bosque. Un viajero entre varios visitantes se encontraba extrañamente enérgico en un establecimiento cercano al centro del pueblo.

Escuche, sé que ya debe tener pieles de buena calidad, pero éstas no dejan que desear... No se deje engañar por el origen, sino bien, mire la calidad de su trabajo –Un hombre ligeramente alto, de piel morena se encontraba exponiendo con audacia su mercancía a un herrero local– el daño a la piel del animal es casi nulo, la cual tiene cortes perfectos y simétricos que no deforma para nada el trabajo final en su implementación. Observe bien no está mascullada ni opaca y como lo dije hace un momento, está intacta como si fuese desollado viva la criatura, le aseguro que pocos recolectores tienen ésta habilidad ¿O me equivoco, buen hombre?

Mire usted señor...

Kenneth, mi nombre es Kenneth.

Sí, eso... –continuó el vendedor rascándose la cabeza, mirando hacia arriba para hacer contacto visual con su cliente, muy alto el joven moreno de cabello largo y lacio del otro lado de su mostrador en comparación de él– Kenneth, no dudo de su calidad, puedo verlo bien pero realmente no puedo tomarlas, un gremio de cazadores me abasteció hace poco y aún me quedan de sobra, solo me ocuparán espacio y necesito ir haciendo espacio para el metal, ya sabes ésta es una herrería especializada, ya sabe, escudos, petos, corazas y demás tipos de protectores, no me especializo en cuero, así que por favor no insista, ya que si las acepto pagaré menos de la mitad del coste real, ya sabe por la poca demanda

Entiendo, pues muchas gracias, si de igual modo cambia de parecer, estaré un poco más por la ciudad, puede buscarme y con gusto hacemos un trato.

Kenneth emprendió el camino al centro del pueblo, no sin antes despedir amablemente al vendedor. Andando firmemente saludaba a todo quien se cruzara frente a él, una sonrisa esbozada en su rostro mantenía oculta su preocupación: No encontrar al comprador adecuado. Llegando por fin al centro, se erguía una estatua imponente de un martillo con una corona tallada en sus dos caras y sobre éste una Reyna de Fuego del tamaño de un caballo. La mirada vivaz del joven observaba a su alrededor esperando a sus acompañantes, siendo en vano terminó posándose en aquella estatua, comenzó a ver detalladamente la obra, cada cincelada perfectamente dada para dar forma al gran martillo: símbolo del pueblo Esmeralda. Pasos pesados comenzaban a resonar junto al golpeteo de una armadura metálica pero los pensamientos de Kenneth estaban inmersos en cálculos, necesitaba dinero y cruzar a sus compañeros. Una firme palmada en el hombro lo sacudió brevemente.

¿Lograste tener suerte? –La mirada se posó sobre el hombre a su lado y logró identificarlo de inmediato: Farion, y a su lado estaban los animales de carga.

Señor, no he tenido suerte, usando mis mejores habilidades de venta logré interesarlos, pero la demanda de piel es muy baja aquí –Expresó preocupado bajando la mirada.

Tampoco he tenido suerte, según me han dicho algunas personas, un grupo de cazadores ya dieron abasto a toda la región, suena increíble pero tras la Torre de Fuego un grupo de cazadores encontraron un gran nido de Jabalíes de Montaña y obtuvieron muchos recursos, formalizaron un Gremio de Cazadores con lo recaudado, pero debe haber algún lugar que necesite un poco más...

Espero que así sea, al menos aun está buscando Luis, puede y tenga algo de suerte.

Decidieron buscar donde descansar, cerca de la estatua había algunas bancas de madera donde esperaron, pasaron 10 minutos hasta que Luis se observó a unos metros; saliendo de un callejón, jadeante y apresurado, llegó hasta la estatua donde quedándose quieto miró por todos lados hasta posar la mirada sobre sus dos compañeros. Farion y Kenneth de inmediato se pararon y se apresuraron a él dejando a las mulas cerca de la banca.

¿Estás bien? ¡No debes sobre esforzarte con este calor, puede matarte! –Exclamó Kenneth angustiado.

Es.... Ah... Es... Que... Ah... -Intentaba hablar, pero el calor y la fatiga se lo impedían, cayó de rodillas pero Farion lo sostuvo antes de colapsar por completo, acercó su cantimplora de agua y se la ofreció. Instintivamente bebió el contenido e instantáneamente fue hidratado su cuerpo por la falta de líquidos que presentaba Luis– Ah... Ah... Ah... Encontré quien... comprará nuestras pieles...

Finalmente pronunció aquella oración entre jadeos, la felicidad se reflejó en los rostros de los tres hombres, Kenneth le dio otra ración de agua y finalmente se repuso.

¿Cuánto pagará por todo? –Preguntó el moreno Kenneth.

Olvidé preguntar –Expresó apenado Luis, mientras lo observaba enojado Kenneth– Pero no debe importar, ha sido la única oferta, al final nadie más quería las pieles...

Es verdad, debe ser el único lugar que querrá pieles –dijo Farion antes de sentenciar– pero es muy irresponsable no preguntar precios en estas circunstancias.

Lo siento... –Respondió Luis– ¡Éste es el lugar!

Estaban frente al establecimiento, la fachada estaba polvorosa, sostenida por vigas de metal y paredes de piedras grandes talladas en una sola pieza, dos ventanas grandes al frente, con cristales gruesos que las cubrían por completo servían de aparador; de un lado se veían maniquíes portando armaduras completas y yelmos de gran calidad, del otro se exhibían las armas, espadas anchas, claymore, mazas, sables, picas y lanzas con un filo superior. Sobre la entrada lograron leer Kryan tallado sobre la Roca en una perfecta caligrafía, una vez en el interior observaron aún más tipos de armas y varios escudos colgados sobre las paredes, redondos, ovalados, rectangulares; dagas curvas, dagas largas, espadas dobles de filos casi artísticos, espadas con formas poco comunes y de hojas coloridas diferentes al acero convencional entre muchas cosas. Al fondo se veía una mujer de edad madura, alta y de cabellos canos, sonriendo con los ojos cerrados.

¡Bienvenidos sean a la increíble tienda Kryan! –Exclamó la anciana con fuerza en la voz– ¿Desean comprar algún artefacto o desean vender algún valioso recurso?

[Pausada Indefinidamente]El Réquiem de la Luz: La Alquimia DivinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora