Capítulo 10: Consecuencias

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Pasados algunos minutos del incidente en la tienda, los tres viajeros y sus animales andaban por los caminos de piedra de aquel pueblo, en dirección al puesto de revisión por donde han ingresado al país.

Pero no entiendo, Señor, ¿Por qué tomó ésa decisión?

Muy sencillo, si no hubiera tomado ésa decisión, no podríamos pagar el impuesto en la frontera. ¿O me estás diciendo que tú, el fiel y devoto por sus camaradas Luis, no habrías pagado con lo mejor que portaras entre tus pertenencias por conseguir ese dinero?

Pues si... Pero Señor, ésa armadura es invaluable ¿No es así Kenneth?

El valor de un objeto es subjetivo, Luis... Aunque sea esa armadura de una impecable calidad, si el Señor Farion nos ve a todos nosotros como algo importante, tendremos un valor mayor al de esa armadura ¿Qué no lo ves? Sé agradecido y acepta su decisión

Ya no hablemos de esto —dijo firmemente Farion—, es necesario ingresar a todos y ésa es nuestra misión, ¡Entendido soldados!

¡Sí, Señor! -Ambos, Kenneth y Luis, respondieron al unísono mientras detenían su paso y se erguían firmes cual soldado respondiendo a un superior. Farion continuó caminando y al percatarse de sus compañeros ya algunos pasos atrás giró a verlos y tras segundos de cruzar miradas rompió a carcajadas, seguido le acompañaron en risas y continuaron su marcha hablando de donde pararán a comer una vez estén todos reunidos, el cómo estarán sus familiares, el sí han cambiado sus pueblos y que nuevas cosas verían en el camino.

Tras llegar al puesto en la frontera sólo Kenneth y Farion presentaron su papelería, tras una revisión ligera se les regresaron sus documentos y les fue permitido salir, atrás de ellos se encontraba Luis cuidando los animales ya con menos carga tras la exitosa venta.

¿Qué ha pasado? ¿Tuvieron inconvenientes? ¿Las pieles las lograro..? Espera... ¿¡Y tu armadura!? -Atacaron las preguntas de Froilán cual estoque en una mano diestra.

Fue una gran guerra la que vivimos ahí, tras esos muros. Pero ésa ya no fueron tus batallas -expresó Kenneth mientras abrazaba fraternalmente a Froilán- lo averiguarás en su momento, hermano. Sólo debes saber que ése hombre de ahí, a quien le atribuimos el título de Sir o Señor, nos aprecia tanto que daría su vida sin dudarlo dos veces, él es un hombre de verdad y por sus valerosas acciones tenemos esto.

Las manos de joven moreno mostraron los morrales cargados de monedas y seguido todos gritaron entusiasmados. Una vez calmada la situacion se reunieron bajo un árbol y comenzaron a repartir las Lendras, una vez recibidas fueron formándose para el registro; por su parte Kenneth y Farion ingresaron por otra área específica para quienes tuvieran su pasaporte en función.

Kenneth B -dijo un guardia con una imponente armadura y un yelmo con una pluma roja sobre él. En el área se encontraban 10 guardias armados alrededor de las paredes, al centro sentado él tras una mesa llena de una pila de documentos sellados. Kenneth se encontraba solo y tras la revisión uno solo entraría tras la salida del chico moreno- Puedes pasar, tus documentos están al pie. ¡Siguiente!

Una vez Kenneth dejo el salón, Farion ingresó y se colocó frente al hombre de la pluma, las puertas fueron cerradas y su documento fue leído en silencio por el encargado, algunas muecas se reflejaron mientras leía y una seña con su mano alertó a los guardias quienes abruptamente inmovilizaron a Farion.

Farion Ereon, yo: El Capitán Morgio, por decreto de su Excelentísima Majestad, el Rey Máximo Ercer, queda detenido por sus crímenes contra la Corona Real por su deserción en plena campaña de guerra tras el acuerdo marcial con las casas Oro y Diamante contra la amenaza de las legiones Verur -Expresó con porte militar El Capitán, mostrando un retrato de se busca con el rostro de Farion- Chicos, llévenlo a una celda y manden un halcón mensajero al castillo del Rey de inmediato.

[Pausada Indefinidamente]El Réquiem de la Luz: La Alquimia DivinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora