Futuro brumoso

473 55 18
                                    

—Oye… Lan WangJi…

Puedo escuchar una lejana voz, algo borrosa pero suave, tranquila y apacible.

— ¿Lan WangJi?... Despierta…

Siento una ligera brisa rozando mis mejillas. Mi cuerpo se encuentra tumbado y envuelto en una cálida tela. El sol también roza mi piel, la calienta. Tal vez… ¿es de mañana?

— ¡Lan Zhan!

Mis ojos se abren al instante, como impulsados por aquella voz que ahora tiene tintes impacientes, pero la luz intensa del sol me deslumbra y me obliga a cerrarlos de nuevo.

— Despacio tonto —. Me indica la voz con una ligera burla.

¿Por qué siento que esa voz la he escuchado antes? Tengo mis reservas pero, hago lo que la voz me ordena, inclino la cabeza ligeramente hacia la izquierda y abro los ojos. Lo hago lento esta vez, entornándolos, para permitir que se acostumbren a la luminosidad del día.

Lo primero que distingo es una ventana, no muy lejos de donde me encuentro. La brisa fresca y con toques florales viene de ahí pero, lo único que puedo distinguir es un pedazo de cielo límpido y claro.

Sí, es de mañana, tal vez no más de las nueve.

— Lan Zhan…

La voz me llama de nuevo pero esta vez… la distingo… claramente

— Vamos, voltea.

¿Puede ser?...

Tengo miedo de voltear pero la necesidad de asegurar, de confirmar mis sospechas, es imperiosa.

... ¿Será que mi calvario por fin ha terminado?

Muevo la cabeza, lentamente, muy lentamente.

Mis ojos se pasean por un techo liso, salpicado de linternas de papel,  pintado de blanco y adornado con telas de bordes púrpura.

¿Dónde estoy?

Del lado derecho de la habitación, algo más alejado de mí, hay un librero, uno sencillo de madera obscura, lleno de libros y cuadernos pero, lo que roba mi atención, lo que hace que mi respiración se vuelva difícil y que mi corazón se salté un latido, es el rostro frente a mí. Un rostro que parece hecho del más fino marfil. Un rostro enmarcado por el rebelde cabello negro que he visto tantas veces ondear al viento en tiempos mejores. Un rostro que he extrañado y anhelado ver por trece años.

— ¿Por qué me mira así joven maestro? —. La pregunta sale de tus labios acompañada de una risita baja. Tus ojos grandes y cristalinos, semejantes a un estanque de aguas claras, me miran con atención —. Vamos levántate perezoso, es hora.

— Wei… —. El nombre se me queda atorado en la garganta. Las sensaciones me abruman: sorpresa, alivio, desesperación, tristeza, alegría, ira; todo se funde y mezcla dentro de mí, me impide pensar y me impide moverme. Pero trato, de nuevo. Trago saliva y sin apartar la vista de este tu rostro tan añorado, obligo a mi voz a salir en un trémulo susurro —. Wei Ying…

Tú que momentos antes tenías una mirada algo confundida, por mi vacilación tal vez, me dedicas ahora una generosa sonrisa que deja al descubierto una fila de perlas brillantes. Tus ojos brillan como dos estrellas llenas de… ¿alegría? ¿amor?

— Aquí estoy.

Tu voz y tu sonrisa son como un bálsamo que calma la tormenta dentro de mí pero, estoy confundido. ¿Dónde estoy?, ¿estás feliz de verme?, ¿cómo es esto posible?, ¿me extrañaste?, ¿por qué estoy aquí?: son algunas de las interrogantes que abruman mi mente, dan vueltas sin parar privándome de la oportunidad de saborear este encuentro, este milagro.

Frío y Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora