El vino rojo de los sueños

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Recuerdo una ocasión en la que XiChen fue a verme al pabellón de la biblioteca. Era normal que él me visitara ahí ya que yo parecía ser parte del mobiliario de ese lugar, pero lo que hizo especial ese día, lo que logró que grabara esos momentos nítidamente en mi mente, fue la forma en que llegó mi hermano. XiChen que siempre tenía una sonrisa amable en los labios deslizó la pantalla que separaba el balcón del resto del edificio y apareció frente a mí con un aura que daba miedo y una mueca en el rostro.

 » — ¿Qué tienes? — recuerdo que le pregunté.

 » —Nada — me respondió de forma tan hosca que era claro que estaba mintiendo.

 No insistí más. Nos quedamos los dos en silencio, yo fingiendo que leía, vigilándolo discretamente y él austero, sentado en un banco sencillo, recargado en el barandal, con el mentón apoyado en la mano y con la mirada perdida en el horizonte.

 Muy pocas veces he visto a mi hermano enojado de verdad. Ese fue uno de esos pocos días pero, en su rostro, aparte del enojo que endurecía sus rasgos, había algo más, algo que me inquietaba.

 Después de un rato, la rabia abandono poco a poco el rostro de mi hermano, permitiéndome ver la inquietud y tristeza que se marcaban aún en sus ojos y el contorno de sus finos labios.

 »—WangJi... —me llamó mi hermano sin verme y sin cambiar la postura tan melancólica —WangJi, ¿Qué es más fácil: amar o ser amado?

 Después de la enigmática pregunta mi hermano volvió a su silencio pero, esta vez, a juzgar por la tensión de sus hombros, me prestaba atención.

 ¿Por qué la pregunta? En aquel momento realmente no lo entendí pero, el tono de voz tan serio y su actitud tan inusual, me hicieron ver que no debía preguntar porqués, simplemente debía responder.

 Amar o ser amado.

 »—Creo, hermano —dije, después de meditarlo por un rato —, que ser amado, es por mucho, más fácil que amar.

 Mi experiencia no es ni era muy versada en esa cuestión. Yo, en el amor... en las relaciones interpersonales en sí, soy tan ignorante como un gorrión. No he logrado ni hablar con soltura de ese tipo de temas. Pero algo, incluso pequeño, sé.

 Todo eso sucedió cuando Wei Ying había tenido la riña con Jin ZiXuan y se lo llevaron de regreso a Yunmeng. Fue entonces cuando, después de un tiempo, después de hallarme solo con mis pensamientos y mis deseos neófitos, me di cuenta de que sentía algo diferente hacia él. Aún no me atrevía a decir que era amor pero, era una atracción fuerte, muy parecida.

 Tomando eso como punto de partida para responder la extraña pregunta de mi hermano reflexioné sobre esa emoción extraña: ¡Qué feliz habría sido yo sí él, de menos, me hubiera dado una señal de que le embargaba la misma emoción! Si Wei Ying me hubiera mostrado su dulzura, su amabilidad, si me hubiera dicho: «yo también tengo un conflicto de sentimientos, y tú eres el vórtice de esa tormenta», mi corazón habría sido ligero y mi mente no se afanaría en buscar explicaciones plausibles para mi extraño sentir.

 Que me dijera que creía amarme habría sido más fácil de llevar que el creer yo que lo amaba a él.

 »—Te equivocas —me dijo sarcásticamente el hermano del que había olvidado su presencia —Ser amado no es fácil en absoluto. Lo verdaderamente sencillo es amar.

 No soportando más la distancia que me separaba del hombre con que he crecido, dejé mi pretensión de leer y me acerqué para lograr sentarme al lado de la escultura de frío hielo con el rostro tan tormentoso.

 »—¿Por qué dices eso? —le pregunté, mirándolo pero sin lograr una respuesta de sus rasgos fríos.

 »—Porque es la verdad WangJi —respondió con la voz pintada de sarcasmo y tristeza —. Eres muy joven aún para entenderlo probablemente pero, la verdad, no hay nada más difícil que ser el “amado”. Lo preferible siempre será ser el “amante”.

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