Los pecados de los inocentes corruptos

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—HanGuang Jun...

 Una voz,  una voz extraña flota alrededor de mí. ¿Es real esa voz? O, acaso, ¿será un sueño, una creación nacida de lo más recóndito de mi mente?

 Y,  ¿dónde estoy yo? ¿Me encuentro en el mundo tangible, aquel que llamamos real? O ¿estoy en aquel espacio entre la nada y lo firme que se compone de polvo estelar?

 —HanGuang Jun...

 Gentiles pero firmes golpes se escuchan contra una madera.

 —Traigo algo de comida para tu desayuno ¿no quieres?

 La voz clara y masculina libera por fin mi mente del extraño y brumoso mundo de los sueños. Me obliga a abrir los ojos y ver la madera sencilla y pálida que compone el techo, interrumpida solamente por las lámparas de papel que descansan.

 La habitación se encuentra en penumbras, oscuridad interrumpida únicamente por dos haces de luz que se cuelan de la ventana y de la puerta.

 ¿Qué pasó ayer? ¿Por qué la cabeza me duele? ¿Por qué siento el cuerpo cansado y dolorido?

 —Creo que aún no se levanta...

 El murmullo perdido en la dureza de la madera me hace reaccionar.

 Tengo hambre.

 —Yo... —la voz me falla por un momento. Mi garganta se siente extrañamente irritada y seca. Carraspeándo intento de nuevo —Sí, estoy despierto. Puedes entrar.

 Mientras la madera se abre, bajo rápidamente la mirada y tomo la sabana para cubrir mi... cuerpo ¿vestido?… ¿Ayer ni siquiera me quité la ropa para dormir?

 —Buenos días. Comencé a preocuparme de que no te levantaras. Es algo tarde para ti —dice Mo XuanYu, entrando con ligereza y cerrando la puerta con ayuda del pie antes de avanzar hasta la mesa y descargar la bandeja que trae entre las manos —La señora, Án BâiHé, dijo que no quería perturbar tu sueño así que vine yo. La comida es deliciosa, puedo asegurarlo. Anda, ven a desayunar —termina, dando un paso al lado de la mesa y mirándome con una alegre sonrisa.

 … ¿No estábamos aplicándonos la ley del hielo? No es qué me quejé, al contrario,  me agrada saber que ya no está enojado —o al menos no tanto como al principio —, pero... ¿por qué el cambio de actitud tan repentino?

 —Vamos, no me mires así. Incluso yo puedo hacer cosas como ésta de levantarme temprano —dice,  bajando la mirada y quitando un hilo imaginario de sus ropas —Iré a dejar los trastes que usaste anoche —aclara, girándose rápidamente y tomando la bandeja que ha llenado (no sé cuándo) para salir de nuevo y cerrar la puerta.

 … ¿Seguiré dormido? 

 Me levanto de la cama y me tambaleo un poco, inestable.

 Me duele la cabeza, la garganta y la espalda… ¿Qué hice para qué despertara así?

 Acercándome a la mesa donde está la comida, los olores del pan recién horneado y el té verde se intensifican y me llaman, calmando algo del retumbar sordo dentro de mi cabeza.

 Poniendo las manos sobre la mesa como apoyo, me siento sobre el banco y tomo la taza humeante dando un sorbo, antes de volver a bajarla.

 Lo último que recuerdo de anoche es haber bebido el pequeño trago de vino e irme tropezando a la cama. Supongo que de ahí viene mi malestar, de haber tomado alcohol y de haberme acostado sin más con la ropa puesta y en una posición incómoda.

 Volteándome para dar una ojeada a la cama de la que me he levantado, veo que ni siquiera moví las mantas. ¡Dormí sobre ellas solamente!

 Lo único que espero es que no me enferme, la noche era algo fría.

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2019 ⏰

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