Hielo azul. Dolor

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La fuerte luz del sol se cuela por las ventanas y hiere mis párpados cerrados provocando que vea rojo. Supongo que es de mañana.

     Extendiendo la mano derecha, aún con los ojos cerrados y busco entre las mantas el cuerpo musculoso y cálido que tanto amo, para abrazarlo de nuevo y olvidar que la mañana ya ha llegado. Pero no está.

     — Wei Ying — Sin abrir los ojos me dejo caer sobre mi espalda y le llamo.

     Al no obtener respuesta, abro los ojos por fin y me siento sobre el ancho camastro para observar la habitación. Es la misma de todos estos años: paredes blancas con acabados de madera, linternas de papel colgadas del techo, estandartes purpura salpicando paredes y techo, suelo de madera, mobiliario sencillo y el biombo de bambú nuevo que Jiang Cheng ya está harto de cambiarnos. Pero falta él.

     Bostezando y estirando los brazos, hago las mantas a un lado y me levanto. Cruzo la habitación y abro un cajón del sencillo buro de madera. Me visto de forma rápida, colocando con cuidado las túnicas, atando el cinto y pasando la pequeña campana de plata, bellamente tallada con un loto de nueve pétalos, sobre el cinto y deslizo los pies sobre las botas negras.

     Wei Ying no está lo cual es muy extraño. En todos los años que llevamos viviendo aquí, no ha habido un día en el que me despertara y él no estuviera a mi lado. Algunos pueden argumentar que la razón es porque él es flojo y nuca ha sido de los que despiertan temprano, pero yo quiero pensar que es porque me ama demasiado y no le agrada separarse de mí.

     Dando un suspiro cruzo la habitación de nuevo y aliso las mantas del camastro, tomo las almohadas y las sacudo un poco para poder colocarlas de nuevo sobre las mantas. Ahora que la habitación se encuentra pulcra de nuevo, saldré a buscar a Wei Ying. Puede que esté en el baño.

     Saliendo del cuarto, cierro la puerta y avanzo a través del pasillo abierto. Puedo ver a algunos de los discípulos que deambulan por el lugar, iniciando su dura jornada de entrenamiento.

     Me tomó algo de tiempo acostumbrarme a este lugar, a la brisa fresca que siempre sopla desde el río y los lagos cercanos, al aroma persistente de los lotos, al duro entrenamiento reglamentario de nuestro líder, pero sobre todo, me costó trabajo acostumbrarme al tiempo libre que tengo. Renunciando al apellido Lan y viniendo a vivir aquí como un discípulo más, las responsabilidades que tenía disminuyeron, ahora soy uno de los maestros pero solo en cosas como meditación y de cómo controlar y usar la energía, talismanes, hechizos, cosas de ese estilo.

     No puedo dar las clases de esgrima de antes porque la secta Jiang usa un estilo diferente al mío, de hecho yo soy un alumno más en ese aspecto; tampoco puedo dar las clases de música que daba en la secta Lan porque aquí ninguno usa la música como instrumento aparte de Wei Ying y yo. El líder trato de aprender a tocar un instrumento (yo creo que por cortesía y ganas de ayudarme a encajar), pero muy pronto descubrimos que no tenía la paciencia suficiente y renunció. Las únicas tareas que tengo es el entrenamiento diario, reglamentario para todos, y ayudar las veces que Jiang Cheng y Wei Ying lo necesitan.

     Llegando al final del pasillo y a la pequeña habitación que funciona como baño, toco la puerta y espero.

     Nadie responde.

     Abro la puerta y entro. El baño es estrecho y el biombo que cubre la tina de madera no es muy alto, Wei Ying no podría esconderse aquí, entonces ¿dónde está?

     Tomo una palangana y la lleno de agua. Abro uno de los cajones del mueble de madera clara y saco una toalla. Mojo un extremo de la toalla y me la paso por el rostro para lavarlo. Tomando un poco de agua la salpico y doblando la toalla la paso por mi rostro, inspeccionándolo en el espejo de jade en busca de los rastrojos de barba.

Frío y Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora