💊Two player hearts👓

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Jeremy Heere y Michael Mell eran lo que se podía calificar como el dúo perfecto, y cada uno era la mitad del otro, así fue siempre desde que tenían memoria y así esperaban que fuese siempre.

Tenían una de esas amistades difíciles de encontrar en la actualidad, cualquiera diría que era casi envidiable. Tan diferentes a simple vista, pero iguales por dentro.

¿Las reglas básicas de su relación? Simple; siempre juntos, siempre dándose apoyo, siempre cayendo con el otro, siempre cuidándose las espaldas. Como decían ellos "El juego perfecto de dos jugadores". Una amistad de doce años no podía ser menos que eso.

Jeremy aun recordaba cariñosamente la forma en la que se habían conocido y hasta tenía una foto de ambos a esa edad en la que su amistad apenas estaba creciendo.

Antes de la secundaria siempre existe algo más, como la primaria, pero mucho antes de ello se encuentra el kindergarten y el prescolar, el lugar donde los niños pequeños empiezan a ser más sociables y se desprenden aunque sea un poco de sus padres para formar nuevos lazos, que puede que no duren toda la vida, pero serían buenos recuerdos a futuro.

No se imaginó que podría cumplir con ambas cosas a la vez, pero así fue.

El primer día fue aterrador y ni siquiera ayudó que su madre le hiciese usar su camiseta favorita con estampado de osos. Jeremy estuvo como diez minutos mínimo apegado a las faldas de su madre rogando entre sollozos que no lo dejara solo con una mujer desconocida, o sea la pobre maestra. Al final ella logró hacerlo entrar en el salón y como todos los demás niños, se presentó en voz baja y se sentó en una de las sillas más cercanas al rincón mientras que el resto socializaba y jugaba.

Puede que hayan pasado unos pocos minutos, pero para el pequeño se sintieron como horas interminables de garabatear animales con crayones de colores y aguantar el nudo en su garganta, totalmente aliviado cuando le permitieron salir al patio de juegos solo para sentarse en un columpio lejos de la multitud.

No estuvo emocionado cuando le contaron de ese sitio y seguía sin gustarle, de hecho estaba asustado. Era entendible, no tenía amigos de su edad por aquellos años, su familia era bastante pequeña y no tenía primos con los cuales jugar. Solo eran él y sus padres ¿Qué se supone que debería hacer rodeado de extraños? Ellos parecían felices y risueños compartiendo sus juguetes, deslizándose por el tobogán en grupo o jugando a la pelota, pero la simple idea de acercársele provocaba pavor ¿Por qué sus padres lo dejaron ahí?

Solo quería ir a casa, con ese deseo desesperado dejó que el borbotón de lágrimas cayera a sus pies, colgando del columpio, esperando a que su madre por fin llegara.

No ocurrió, pero...

–Oye ¿Por qué lloras?

Se sobresaltó, mirando a su costado donde se asomaba por su hombro un niño un poco más alto que él, con banditas en las piernas, brazos y una en la mejilla. Tenía ojos y cabello color café y un tono moreno de piel. Su apariencia realmente no importaba demasiado, Jeremy ya se sentía aterrado con el simple hecho de que no lo conocía.

No respondió, solo siguió llorando con la mirada caída. El niño se sentó en el columpio de al lado en silencio y no hizo más que mirarle curiosamente hasta que un rato después se perdió de su vista. Creyó que se había marchado, pero un segundo después sintió que su columpio se movía hacia adelante y se sujetó fuerte ahogando un grito del susto, era el niño de antes haciendo que el columpio se balanceara suavemente.

–¡Cuando mis mamás me columpian en el parque me animo bastante! Sostente fuerte. –Le sonrió ampliamente y sin dar al de pecas la oportunidad a negarse, empujó el columpio mucho más fuerte. Los segundos pasaban, y los chillidos de Jeremy para bajarse empezaron a descender hasta desaparecer, no había caído del columpio, y de hecho era divertido, era como sentir que volaba en el aire y tocar el cielo por unos segundos.

«Be more GAY» [Boyfriends Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora