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Estaban a dos meses de cumplir un año de noviazgo, el tiempo pasó demasiado rápido para ambos. Podía decirse que era una de las relaciones más lindas que había existido, los pequeños problemas que tenían, eran solucionados con rapidez. Se amaban demasiado.

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Era el cumpleaños de la castaña y Finn tenía un obsequio para ella, algo que sabía que le encantaría. Días antes, había hablado con la señora Brown, contándole cada pequeña parte de su plan y dejando muy en claro que tenía que ser "sorpresa", ella se vio encantada con esto y decidió ayudarlo. Desde temprano, su madre la despertó, poniendo de excusa que iban a salir, ella no tuvo ningún problema en despertar, estaba emocionada y quería disfrutar ese día.

Pocos minutos después de terminar de vestirse, el timbre sonó y Millie bajo a abrir. Abrió la puerta, encontrándose con su lindo novio , iba vestido un tanto elegante, pero le causaron risa sus rizos, los cuales estaban despeinados como de costumbre. El pelinegro sonrió al verla, el lindo vestido que llevaba la hacía ver más hermosa que de costumbre.

—Finn, ¿que haces aquí? —Preguntó ella.

—Hola, Finn, ¿Cómo estás? —Dijo, imitando la voz de la castaña. —Bien, Millie, ¿y tu? Estoy bien, Finn. —Volvió a imitarla en su última oración.

—Lo siento. —Ella ríe. —Me alegra que estes bien, Finnie. —Dejó un pequeño beso en su mejilla. —Ahora, ¿puedes contestar mi pregunta? —Sonrió.

—Vine por ti.

—Finn, saldré con mi madre a no se dónde. —Dijo ella, con tristeza.

Una voz detrás de ella, la hizo sobresaltarse. —No, iras con Finn, cariño. —Era su madre.

—¿Qué? Pero tú dijiste que...

La señora Brown la interrumpió. —Se lo que dije, pero esto era sorpresa, así que tenía que inventar cualquier otra cosa. —Sonrió. —Así que ve.

La castaña sonrió y salió junto a su novio.

—Gracias, señora Brown.

—Nos vemos en unas horas.

[✰]

El se pasó con rapidez, por suerte, no había perdido ni un solo segundo de este. Primeros Finn llevo a la castaña a un pequeño restaurante para que desayunasen, después, caminaron por el centro comercial y, al ver una de las tiendas favoritas de la castaña, está bromeó diciéndole que le comprase algo, él aceptó sin problema alguno.

Pasaron lo que restaba del día yendo de tienda en tienda, Finn insistía en que eligiese lo que ella quería sin importar el precio, pues ella siempre iba por lo menos costoso.

Cuando terminaron sus compras, decidieron comprar un helado y después de insistir, Finn le permitió a la castaña ser ella quien los pagase.

—Por favor. —Dijo la chica.

—No, es tu cumpleaños, linda.

—¿Y si te doy un beso?

—No lograrás...

Piano || Fillie (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora