prólogo

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Estaba sentada al lado de una ventana esperando que me trajeran la taza de café que anteriormente había pedido.

Mientras tanto miraba por la ventana como pasaban las personas con sus sombrilla. En los rostros de algunos se notaba el cansancio del posible día agotador que les había tocado. Otros simplemente estaban disfrutando del sonido de la lluvia, de su olor, de lo relajante que podría llegar a ser. Mi mente se distrajo y empecé a ver el vidrio en el cuál resbalaban las gotas de agua para finalmente caer al suelo.  Señorita... señorita  escuchaba a lo lejos una voz muy suave que intentaba llamar mi atención, parpadee varias veces hasta que volví a la realidad y me giré para poder saber de donde era procedente la voz, como era de esperarse era de la chica que traía mi pedido.

—Mira este es el café que pediste, ¿quieres algo más?—. Me dijo lo más amable posible.

—Me gustaría... —. Pensé en que quería comer. Tenía hambre pero no sabía que pedir —. Dos empanadas, por favor.

—Claro, enseguida se las traigo—. Se alejó para poder ir por mi pedido, mientras tanto tomé el pocillo con mis dos manos y lo acerque a mi boca; tomé un sorbo, no estaba tan caliente como lo esperaba, simplemente estaba en su punto perfecto.

La chica llegó minutos después ofreciendome las empanadas, agarré la canasta en la que se encontraba estas y las puse sobre la mesa, le agradecí a la chica y se fue no sin antes preguntarme si quería algo más.

Comí con tranquilidad mientras me perdía en mis pensamientos. Eran muy necesarios estos momentos para mí me ayudaban a relajarme y dejar de pensar en el Colegio, mi novio, las notas... «Agg las notas», se vino a mi mente lo bajas que habían sido y el posible regaño de mi madre al enterarse. Dejé el pocillo en la mesa, de repente ya no tenía hambre y no quería terminar mi café, pero tampoco podía dejarlo; tomé la taza y bebí lo que faltaba para volverlo a poner sobre la mesa.

Me paré de la silla y me dirigí al mostrador.

—Hola, es para pagar lo de la mesa 5—. Dije sin más.

—Claro, son 3.600 pesos—. Dijo la señorita

Pegue y con un amague de sonrisa salí de aquel lugar, tenía que regresar a mi casa lo más pronto posible, mamá llegaría en cualquier momento y si no me encontraba me mataría. La lluvia caía todavía pero no tan fuerte como lo hacía cuando estaba en aquella cafetería.

Al llegar a casa abrí con precaución, pero al  notar el silencio me relaje; sabía que no estaba, cerré la puerta y me dirigí a mi habitación me recoste en la cama no sin antes quitarme la ropa mojada y ponerme algo más cómodo. Opté por relajarme pues sabía que después tendría que decirle a mi madre sobre mis notas y eso me iba a estresar mucho, sin más cerré los ojos y caí en un profundo sueño.

Desperté por el sonido proveniente probablemente de la cocina; mamá ya había llegado. Me levanté de la cama y me estiré un poco para perder la pereza. Caminé a la cocina descalza y el ruido cada vez era más fuerte - por supuesto estaba escuchando música- al llegar allí la encontré  de espaldas mientras cocinaba.

— Mamá —. La llamé mientras bostezaba. — Mamá —. Volví a llamar cuando no obtuve una respuesta.— ¡Mamá! —. Dije más fuerte, más de lo que esperaba. Mi madre volteó a verme.

—Hola hija, disculpa—. Decía en un tono fuerte. Decidió bajarle a su grabadora — ahora sí —. Su tono volvió a ser el de siempre; suave.— ¿Qué decías?.

—Nada en especial, pero tenía que hablar contigo—. Mi mamá me miró con intensidad insinuando a que prosiguiera. — Bueno... pues se trata de las notas.

—Continúa—. Su cara se puso muy sería.

—Bueno pues...—. Titubeo

—Sueltalo, no te pongas con rodeos.

— Bien...— respire hondo y lo solté— mis notas son muy malas, si sigo con ese rendimiento puedo perder el año—. Su mirada viajó de alguna parte de la cocina hacia mis ojos, se notaba su enojo.

— ¿Por qué?—. Preguntó

—¿Por qué, qué?—. Respondí. Frunció el ceño.

—¿Crees que esto es algún tipo de broma?, ¿ que rayos vas al colegio?, ¿a perder el tiempo?—. Limpió sus manos con el trapo que más cerca encontró y se acercó a donde yo estaba, justo al frente mío—. ¿Es por lo de tu novio, cierto?, Sabía que dejarte tener novio era mala idea —. Pensó un momento y volvió a mirarme con intensidad.— Vas a terminar con él —. Iba a protestar pero siguió hablando.— Voy a conseguir a alguien para que te ayude y espero que para el siguiente periodo te vaya mejor o despidete del viaje que tendrás en vacaciones.

La miré mal. No me podía hacer esto y menos lo del viaje que es lo que más necesito.

—No me puedes hacer eso—. Aunque en el fondo se que si me merecía eso.— Y tampoco voy a terminar con...

— Claro si te lo mereces y sí, vas a terminar con él. Él te distrae, como siempre. Y no quiero pelear ahora así que más bien ve a tu habitación y piensa en como terminar con Juan.

Se dio la vuelta y volvió a lo que estaba haciendo. Suspire ruidosamente y me dirigí a mi habitación, como era posible que me hiciera terminar con Juan, lo quiero. Ahora, ¿qué le digo? «la verdad obvio» mi subconsciente como siempre queriendo decir la verdad, pero si no le decía la verdad que más le iba a decir ¿que lo engañe? ¿que ya no lo quiero? ¿que conocí a otra persona? ...  No muy estúpido. Agarré el celular y le comencé a escribir:

Hola, oye tenemos que hablar. Podría ser  mañana.

Hola, eso me asusta pero si hablamos en descanso ❤️.

Bien.
Visto√√ 6:30 pm

No quería destrozarlo pero no tenía opciones, y que siguiera lo nuestro a escondidas de mi madre no me apetecía. Sólo esperaba que se lo tomara de la mejor forma.

mi única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora