Capítulo 4

18 4 0
                                    

No me acordaba de que vendría a la casa, «¿como lo pude olvidar?».

—Hola... ¿Por qué llorabas?.
—¿Cómo sabes que estaba llorando?.
—Te miraste en un espejo—. Preguntó mirándome directo a los ojos. Soy una estúpida,  como no me acordé que siempre que lloro me quedan una manchas debajo de los ojos y por supuesto de que estos se me hinchan.  Bajé la mirada,  me debía ver horrible,  solo me alejé un poco para que ella pudiera entrar.

—No te sientas mal,  por la apariencia que puedas tener ahora, todos lloramos y no precisamente nos vemos bonitos después que terminamos de hacerlo—. Me Miró divertida y yo solo sonreía,  porque sabía que era cierto.

—Vamos a mi pieza—. Dije para subir las escaleras antes que ella. Llegando a mi pieza ella me agarró de la mano y me volteo dejando tan sólo a unos pocos centímetros nuestras caras.

—¿Qué-qué haces?—. Pregunté sintiendo un vacío en mi estómago, quería alejarme, pero mi cuerpo no respondía.

—No respondiste mi pregunta—. Me seguía mirando a los ojos con mucha intensidad, así que bajé la cabeza, no soportaba su mirada era demasiado penetrante.

—¿Qué pregunta?.
—¿Por qué estabas llorando?.
—ah, nada importante.
—Dimelo.
—¿Por qué te voy a contar algo personal, cuándo no te he llegado a considerar como alguien importante en mi vida?—. Me alejé rápidamente de ella y me solté de su agarre.

—Tienes razón, no soy nadie importante para ti, sólo alguien que te ayuda a entender los temas.

—sí—. Ella se limitó a asentir y se adentró a mi pieza sin decir una sola palabra más. La seguí, y cerré la puerta detrás mío.

Mariana se había sentado en mi cama y había empezado a sacar los cuadernos de su mochila.

—Bien, vamos a estudiar química—. Dijo muy cortante mientras desviaba su mirada por unos segundos a mis ojos para volver a centrarse en lo que estaba haciendo.

—Bien—. Respondí de la misma manera y me senté a su lado para que me empezará a explicar. Los minutos se pasaban lento y me sentía muy incómoda en ese momento, tal vez lo que le dije estuvo mal en cierto sentido, pero era verdad ella me explicaba temas que no podía entender muy bien y de hay no pasaba a más, sólo se quedaba en eso, tampoco es  como que habláramos en el colegio o algo, excepto aquella vez que dijimos que jugaríamos verdad o reto... claro el juego, ¿cómo lo pude olvidar?.

—Oye, ¿si estás prestando atención? —. Salí de mis pensamientos y la miré.

—lo siento, estaba pensando en el juego para conocernos—. Quería conocerla más, y también porque ya me estaba aburriendo mucho con la química.

—No, tenemos que estudiar—. Su mirada volvió al cuaderno, y cuando se disponía a proseguir con el tema volví a hablar.

—¿Por qué no?, puede ser interesante conocerte—. Cerré el cuaderno que tenía en sus manos.— Vamos, yo quiero conocerte y yo sé que tú quieres conocerme, porque sino ¿Por qué me habrías propuesto el juego?.

—Bien, pero no juguemos verdad o reto, más bien juguemos... 20 preguntas ¿te parece? —. Asentí y ella dejó sus cuadernos a un lado y se subió a mi cama, acto que yo imité.

—Bien, empiezas— le dije a lo que ella asintió.

—Primero que todo promete que lo que se diga en este cuarto sólo va a quedar entre las dos, nadie más puede saber, ¿ok?— asentí. — Bien, entonces empecemos ¿cuantos años tienes?—. ¿En serio, esa era su pregunta?.

—15 años, ahora yo, veamos ¿Cuál es tu color favorito?.

—El verde, ¿Cómo es tu nombre completo?.

—Lorena Rodrigues Blanco, ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?.

—Escuchar música, jugar vídeo juegos, leer y ver series, ¿Cuales son tus hobbies?.

Y así nos la pasamos casi toda la tarde, haciendo preguntas y respondiendo las de la contraria.

—Bien, última pregunta ¿te gustan las mujeres?—. Esa pregunta me dejó un poco pensativa, pues nunca lo había pensado y aunque siempre estuviera apoyando la comunidad jamás me lo había preguntado.—Si quieres no la respondas, se que todavía no me tienes confianza—.

—No tranquila no es un problema para mí responder esa pregunta, sólo que nunca me la había hecho entonces no sé qué responder porque creo que nunca me a gustado ninguna mujer—. Traté de ser lo más transparente con Mariana, quería conocerla hací que empezar por esto no está mal, a menos de que sea homofóbica.

—Guau—.Me miró sorprendida.— Creo que fue la respuesta más concreta y más sincera que alguien haya dicho en la historia—. Nos miramos y empezamos a reír.– Bueno tal vez no de la historia pero si es una respuesta madura y que muy pocos se atreven a dar.

—Pues creo que no debe de haber ningún tipo de tabú frente a una pregunta como esa.

—Tienes razón, me gusta tu sinceridad—. Me sonrió cálidamente.

—Bueno, y mi pregunta va a ser la misma que me hiciste—. Me sonrió con perversidad, y yo solo desvíe la mirada.

—Pues... La verdad si me han llegado a gustar mujeres, pero nunca tuve nada con ninguna de ellas. Pero poco a poco las olvide, y ahora estoy interesada en una chica del colegio.

—Genial, y ¿puedo saber quién es?—. Tenía curiosidad pero no sé por qué si nunca me gusta entrometerme en las cosas de los demás a menos que ellos lo deseen claro esta.

—Por el momento no, aunque de pronto más adelante te lo diga o de pronto no necesites que te lo diga y tu misma te darás cuenta—. Me volvió a mirar con intensidad, y de nuevo desvíe la mirada y sentí que me estaba sonrojando sin ninguna razón.

—Oye, creo que me está haciendo tarde para irme a casa, así que nos hablamos después—. Empezó a guardar su cosas mientras que yo la observaba atentamente. — ¿Qué? ¿tengo algo en la cara?—. Me miró divertida.

—No, disculpa—. Desvíe la mirada y me levanté de la cama.

—Bueno, entonces chao—. Se despidió agitando la mano de un lado a otro.

—Chao—.Respondí y ella se fue. Arregle un poco la habitación y alisté los cuadernos para el día siguiente y me acosté en la cama.

mi única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora