Capítulo 10

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Ella se alejó y me dejó muy nerviosa, «¿Qué pasaría en mi casa?, Ella sabe que mi madre no está en casa, ¿Qué hará? » la verdad me está entrando un miedo horrible de lo que ella puede llegar a hacer, pero tal vez me esté Armando una película.

En ese momento sonó el timbre y me asuste por un momento pero luego volví a la tierra y me fui directo a clases. No dejaba de pensar en la que Mariana me dijo y me pasé todo el resto de clases pensando en su voz, y más que todo en sus labios y lo bien que sabían,  y de vez en cuando me encontraba mirándola.

...

Por fin terminaron las clases y ya sería el momento de irme a mi casa con Mariana, y me encuentro muy nerviosa, pero intentaré actuar de que no lo estoy.

—¿Vamos?—. Me sobre salte un poco pero solo pude mirarla y asentir. Recogí mis útiles metiéndolos en la maleta rápidamente. Luego nos dedicamos a caminar directo a mi casa. Las palabras no salía, quería hablar pero me daba miedo decir algo incorrecto y dañar este momento.

—¿Estás bien?
—¿Ah?
—Estás intentando meter la llave a la puerta desde hace varios minutos, solo que te quedaste mirando a un punto fijo.

Era cierto, nos encontrábamos ya a las afueras de mi casa y yo estaba con la llave en mi mano intentando meterla a la cerradura.

—Lo siento, no sé qué me pasa hoy—.« Bueno si sé»

— No te preocupes.
Abrí la puerta por fin, ya estábamos en casa. Ninguna dijo nada, sabíamos que ambas iríamos a mi cuarto.

Llegando allí tiré la maleta a la cama y me senté en ella.

—Bueno, empecemos con física—. Dijo sacando su cuaderno y haciéndose al lado mío.— ¿Vas a sacar tu cuaderno?—.

—Ah, si claro.

Agarré la maleta y saque el cuaderno para empezar mis lecciones. «¿Solo vamos a estudiar?» me decepcioné un poco.

...

—Bueno, ya hemos terminado—. Dijo cerrando su cuaderno para volver a meterlo en su mochila.

—Uf, que alivió, pensé que no acabaríamos nunca con esto—. Sonreí de manera satisfecha y la miré, sus mirada era tan penetrante que tuve que desviar la mirada. —¿Quieres un café o algo de tomar?—. Pregunté mirando mis manos.

—Claro, me gustaría un café, si no te molesta mucho—. La mire y sonrío de la manera más hermosa ante mis ojos.

—Claro que no, ya vuelvo.

Salí de la habitación y me dirigí a la cocina. Una vez allí comencé a preparar los cafés, ya no estaba tan nerviosa, así que me tomé el tiempo para que quedaran como me gustaban. Una vez hechos me dirigí a mi cuarto de nuevo.

—Mariana, aquí tienes tu café—. Cerré la puerta con el pie, pero ella no se encontraba ahí, «Se fue al baño» pensé.

Dejé los cafés en la mesa y me puse a revisar mi celular sin ponerle mucho cuidado.

—Hola, disculpa en serio necesitaba ir al baño—. Sonrío y se sentó a mi lado. Le pasé su café y empezamos a disfrutar de una charla muy amena.

—Bueno creo que ha llegado en momento de irme—. Se levantó y estaba preparando su maleta, y en se momento quería detenerla de cualquier manera porque quería pasar más tiempo con ella.

—¿No te puedes quedar otro rato?
—¿Por qué? ¿Qué quieres hacer?
—Nada en especial, pero es que me gusta tu compañía—. Diciendo estas palabras baje la cabeza, y ella llegó en frente mío agarró mi barbilla y la subió para que la mirara a los ojos.

—Me gusta lo tierna que puedes llegar a ser—. Sonrío y se acercó a mí labios. Otro dulce beso. Por un momento sentí la necesidad de intensificar el beso así que me alejé, quedando ella con cara de confundida, la empujé y calló a la cama.

—¿Qué haces?—. Se empezó a acomodar pero antes de que se parara me senté en sus piernas y la besé otra vez pero con más intensidad. Ella quedó sorprendida por un momento, pero después siguió el beso.

Duramos varios minutos hací, que hasta habíamos cambiado de posición, ella me había recostado en la cama y estaba encima mío de tal manera que estaba entre mis piernas. Nos separamos por falta de aire, pero antes de hacerlo ella mordió de manera sensual mi labio.

— Me gustó ese beso, y la manera tan sensual en la que actuaste—. Me sonroje, lo pude sentir. Simplemente le sonreí de manera tierna a lo cual ella me respondió con uno beso fugaz. —¿Eso era lo que querías?—.

—Sí, la verdad desde que te di ese beso quise darte mucho a más—. Mariana aún entre mis piernas comenzó a moverse de manera extraña.— ¿Qué-qué haces?.

—Comprobando algo, y ya lo hice—. Se levantó de la cama y agarró su maleta.— Ya me tengo que ir, hablamos mañana.

Sacudió su mano de lado a lado y salió de la habitación, yo simplemente me quedé aún acostada en la cama pensando en lo que había pasado en ese momento, en lo hermoso que fue volver a probar sus labios una vez más. Pero me había quedado con las ganas de otro beso.

Siento que abren la puerta del cuarto y miró rápidamente a Mariana que se acerca velozmente, luego deja pequeños besos sobre mis labios y después se acerca a mi oído.

—No me podía ir sin unos besos más—. Se alejó y se despidió para salir corriendo de la pieza.

Me quedé asombrada y con el corazón latiendo a mil. Me emocioné que hasta empecé a dar vueltas en la cama hasta que caí, pero estaba tan distraída pensando en ella que el golpe fue lo de menos.

Al poco tiempo llegó mamá, así que decidí ir a saludarla.

—Hola ma—. Dije entrando a la cocina
—Hola, ¿Cómo estás?—. Preguntó mostrando una muy grande sonrisa.

—Bien, ¿y tú?, Hoy pareces más feliz de costumbre.

— Lo sé es que te tengo una gran noticia.
— ¿Qué noticia? 
—Vamos a un paseo en estás vacaciones con la familia de Laura..

mi única excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora