Extra #1

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Se supone que es diciembre.

Se supone que debería hacer frío, no el calor infernal que me estaba haciendo sudar como marrano.

Me quité toda la ropa rápidamente, dejándola tirada en el piso y entré a la ducha. Solté un suspiro de alivio al sentir el agua fría caer por mi cuerpo.

Justo lo que necesitaba.

Lavé mi cuerpo con lentitud no queriendo salir de la ducha. Cuando de pronto un par de toques a la puerta me sacaron de mi trance.

— ¿Quién?

—La persona que te ha visto desnudo la misma cantidad de veces que tu madre de pequeño.

— ¿Lucas?

— ¿Quién más si no? —respondió el pelinegro del otro lado de la puerta.

—Kevin también me vio desnudo una vez.

— ¿Por qué yo no sabía eso? Voy a entrar.

Escuché la puerta abrirse despacio, después el sonido de ropa cayendo al piso, para finalmente sentir unas manos recorriendo mi pecho con suavidad.

—Creí que no te vería hasta la noche —le dije mientras depositaba un profundo beso en sus labios.

—Las clases terminaron antes. Uno de los chicos se lesionó y el profesor tuvo que llevarlo a la enfermería.

— ¿Fue grave? —pregunté dejando ligeros besos por todo su rostro.

— ¡Nah! Está bien. Creo que solo estaba cansado

Besó mi cuello con suavidad.

— ¿Qué te falta?

—Estaba enjabonándome cuando tocaste.

—Bien.

Sin que yo pudiera replicar, Lucas tomó el jabón y empezó a pasarlo por mis hombros. Iba a decirle que ya había lavado esa parte de mi cuerpo, pero amo la sensación de sus manos sobre mí, algo que, por supuesto, no le he dicho porque de lo contrario no me dejaría salir de la cama.

Cuando llegó a mis caderas no pude evitar soltar un jadeo. Esa era la zona del tatuaje.

Hace un par de meses habíamos cumplido nuestra promesa de hacernos el tatuaje de las hojas de otoño. Nuestras madres casi pegaron el grito al cielo al enterarse, pero se calmaron un poco al ver que no son tan grandes y que están en una zona no tan visible. Nos lo había hecho una chica muy agradable, que tiene buena reputación en el local.

Ambos habíamos permanecido juntos al momento de hacérnoslos. Lucas había sido el primero, yo me había quedado cerca para observar el proceso y comprobar que realmente no dolía tanto. Lucas, en cambio, había notado que uno de los tatuadores se había quedado viendo mi cadera desnuda, así que el pelinegro había entrelazado nuestras manos mientras trataba de distraerme del dolor.

La chica hizo un maravilloso trabajo, los colores de las hojas son preciosos y ambos tatuajes combinan muy bien. Nos hicimos amigos de ella y salimos un par de veces hasta que le ofrecieron un trabajo con mejor paga en otra ciudad y tuvo que irse.

— ¿En qué piensas? —La voz ligeramente ronca de Lucas me trajo de vuelta al presente.

—Recuerdos.

—Prefiero que te mantengas conmigo.

Dicho esto, bajó una mano a mis nalgas y las acarició despacio.

—Lucas... mi trasero aún duele de esta mañana.

—Seré suave, lo prometo —susurró en mi oreja. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, sentí mi rostro caliente mientras asentía.

Rutina de BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora