Capítulo 24

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Despertar con el aviso de que tu madre estaba en quirófano era ciertamente horrible. Según lo que había logrado captar, mientras me recuperaba del shock de la noticia, es que tenían que sacarle el supuesto quiste ya que se estaba convirtiendo en algo peor, algo que si no se sacaba a tiempo podría poner en peligro su vida.

Eso me aterró.

Así que traté de permanecer tranquilo en mi habitación, esperando alguna noticia de la mujer que me había traído al mundo.

Lucas no se encontraba, había ido a su casa a asearse, comer algo y finalmente buscar unos papeles en el instituto. Yo era el único que sabía de la operación de mamá y esperaba que se mantuviera así, hasta que me aseguraran que ella estaba bien.

Tuve que hacer mis terapias sin derecho a protestar, no debía retrasar mi recuperación. De todas formas, no había nada que yo pudiera hacer más que esperar.

Al terminar, Lucas llegó con una inmensa sonrisa que se desvaneció al ver mi rostro taciturno.

— ¿Qué sucede? —Negué levemente.

—Aún nada.

Él se sentó a mi lado y enseguida me rodeó con sus brazos.

— ¿Te dijeron algo?, ¿de tus piernas?, ¿o de... tu madre?

Escuchar esa última pregunta hizo que un leve sollozo se escapara de mi garganta, me aferré a él mientras dejaba salir todo el llanto que había estado conteniendo.

—Tranquilo, todo va estar bien, sea lo que sea, se resolverá

Besó mi coronilla mientras me abrazaba más fuerte.

—No quiero que nada malo le suceda, Lucas... ¡No quiero! —dije entre lágrimas. Ella es la única familia que tengo.

Recuerdo que cuando era más pequeño, le pregunté curioso a mi madre si no tenía primos o tíos como los demás niños. Ella en ese momento, con una sonrisa algo triste, me contó que nuestra familia es realmente pequeña. Cuando crecí un poco más supe la verdad: mamá era hija única, mi abuela había muerto de un infarto cuando mi madre era una niña y mi abuelo falleció poco antes de que yo naciera. Mi padre nos abandonó a los pocos meses, ya que no soportó la responsabilidad que una familia acarrea, así que terminamos siendo ella y yo contra el mundo.

Mi abuela era una mujer reservada y poco supimos de su familia, en cambio la de nuestro abuelo conocía de nuestra existencia, pero vivían realmente lejos.

—No sucederá. —La voz de Lucas me alejó de los recuerdos y me trajo al presente en el que mi madre seguía en aquella sala. La sonrisa de Lucas acaparaba mi visión y esto último me hizo sentir mejor, sabía que podía contar con él y que no me abandonaría.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que finalmente mis ojos se cerraron y me dormí. Cuando los volví a abrir, Lucas ya no se encontraba a mi lado, estaba hablando con Ana, la cual tenía una ligera sonrisa mientras le explicaba algo al pelinegro, algo que supuse era bueno porque con cada palabra de la enfermera, Lucas se iba relajando cada vez más hasta que finalmente esbozó una sonrisa.

La chica desvió su mirada y se percató que estaba despierto, rápidamente me señaló y ambos se acercaron.

—Todo salió bien, Eli —dijo Lucas una vez estuvo a mi lado.

—La operación fue un éxito y tu madre está fuera de peligro, lo sacamos a tiempo. Ahora solo le queda descansar, hacer unos últimos exámenes por precaución y podrá irse a casa. El doctor me pidió que te diera la noticia, ya que él está en otra operación. Así que tranquilo, tu mamá está bien —culminó con una gran sonrisa mientras me daba palmaditas en la espalda.

Rutina de BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora