Quizás Gyuri estaba –otra vez– perdida en la fisonomía de su mejor amiga.
Pero jura que no es su culpa, la clase de geografía solo logra aletargarla, pero hoy Jisun se ve fantástica, además, está justo a su lado.
Gyuri se siente afortunada hoy.
La menor la había invitado a patinar, y a pesar de que respondió con una afirmación a medias, se sentían –Gyuri y las maripositas que viven revoloteando en su interior– como que vivían el mejor momento de sus vidas.
Pero por mientras, la mayor solo se limitaba a pensar en el próximo capítulo de su novela –que ahora contaba con siete leídas– mientras marcaba con el destacador color pastel que su amiga le prestó.
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—Yo creo que deberías hacer que a uno de ellos se le muera el perro o algo—Ideó la otra, guiñando. Como si hablara de algo simple.
—¿Qué?—Pregunté desconcertada—¡Eso es tan cruel!
—Puede ser... pero así además le pones que es angst y lo haces todo más interesante—Respondió, no tengo idea de cómo sabe lo que es el angst; pero yo no lo sé. Así que invoqué a Saerom, que se sentaba cerca en esta clase, y pedí que me lo explicara.
Intenté esconder mi ignorancia de Roh Jisun. A pesar de que la otra me miraba con una mueca de burla.
Y sonó el timbre.
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Esa tarde, Gyuri buscó lo mejor que pudiera sacar de su closet.
A pesar de saber que es ella la que debe salir de allí.
Se empeñó en verse bonita, realmente lo hizo. Pero había algo.
Quizás no lucía lo suficientemente tierna, ni linda para Jisun...
podían ser sus gestos de cachorrito ¿quizás...?
Aún así, eligió su mejor ropa y sus calcetines favoritos —unos verdecitos que decían "love bomb"— y se embadurnó su bálsamo labial preferido.
