—Entonces no importa—Respondí, restándole importancia al asunto.
Me dirigí a la puerta y la abrí para dejar a Jisun salir primero. Al cerrar tras mío la miré esperando que me iluminara con alguna idea.
Pero solo suspiró.
Era obvio que las demás no saldrían y se quedarían hablando de alguna estupidez utópica a la que designan como GyulSun.
—Podríamos ir a tomar té—Propuso, ahí estaba su inteligencia iluminándome de nuevo. Qué amor.
—¡Té de frijol rojo!—Le aseguré, sonrió y avanzó dócilmente, me limité a permanecer mirando fijamente el viento arremolinando el agua de los bordes de la calle.
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Juega con las flores del jarro ornamental sobre la mesa. Gyuri está nerviosa, Jisun no tanto.
—Creo que me gusta alguien—Cuenta la mayor, con una sonrisa jovial.
—Uhm, qué bien—Responde, algo letárgica, pero a Gyuri no le importa darse cuenta—¿Quién es?¿Vas a decírselo?—Pregunta, esta vez actúa interesada, y lo está en realidad.
—Ah, es trágico...Pero lo haré—Dijo ignorando la primera pregunta.
—Este es el fin de Sidel perezoso—Afirma Jisun, es la primera vez que escucha que su amiga decide confesar sus sentimientos.
Puede que sea la primera vez que escucha su propio corazón romperse por ella, también. Pero lo deja allí, tampoco hará que Gyuri repare los pedacitos, porque no puede permitirse ese tipo de cosas.
—¿Qué harás si no te corresponde?—Cuestiona, casi con desdén. Demasiado ajena a lo posible que le parece la situación a la mayor. Demasiado consiente de su propia historia.
Gyuri se aferra a su corazón herido con sus manos, en broma. Luego habla:
—Nada. Me cae bien—Responde—Esperaré a que ella haga algo al respecto.
—¿Ella?
—O-oh—Tartamudea, piensa en algo, pero se rinde, sonará ridícula si intenta remediarlo, entonces simplemente lo deja salir—Sí~, es una chica.
Jisun sonríe, sus pómulos resaltan, puede que ya no tenga corazón pero aún así está contenta de que la mayor confíe en ella.
