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 Kleo no parecía tan entusiasmada de ir a esta fiesta. No estaba segura de querer saber sus motivos y no iba a preguntar tampoco. Quizá tenía que ver con que Jayden no estaba con nosotras, sino pasando el fin de semana con su familia. Entonces supuse que también le ponía algo mal el hecho de que la familia de Jayden no la quería demasiado.

Al menos no sus padres. Según había entendido, sus hermanos la adoraban.

—Anímate —dije mientras nos maquillábamos.

Me echó una mirada rápida mientras se miraba el espejo, y luego suspiró.

—Lamento mi humor. No es lo mismo sin él, aunque una noche de solo chicas nunca viene mal. Lo entenderás cuando te enamores.

Pausé el labial sobre mis labios. Continué.

—No sé si algún día me enamoraré —confesé—. No sé si hay alguien allí afuera que pueda soportar mi pasado y... a mí.

¿La verdad? Era bastante jodida, apenas si me soportaba yo misma.

Chasqueó la lengua.

—No digas tonterías. Hay alguien para todos y estoy segura de que tú encontrarás al tuyo. Tarde o temprano, el amor siempre llega.

Comenzó a pintar sus párpados de gris oscuro.

Como mi maquillaje estaba listo, dejé el espejo y me acerqué a mi bolso, donde tenía la ropa. Mi cabello estaba suelto, secándose al natural, pero planeaba recogerlo como siempre. No me molestaba lo desgastado que se veía o cómo el rubio parecía querer tomar posesión de mi cabeza, asomándose por las raíces; solo estaba pensando en teñirlo de nuevo, quizás reforzar el rosa.

Me puse un vestido bordó de verano, apretado en la zona del busto y suelto hasta la mitad de mi muslo, más cerca de mis rodillas que de mi trasero. La parte superior tenía forma de halter y rozaba mi gargantilla. En los pies me puse las botas negras acordonadas y desgastadas que Kleo había conseguido para mí poco después de haberme dado dónde vivir.

Recordaba como si fuera ayer el espanto que sentí cuando me di cuenta de que había gastado plata en mí. Le dije que nos las quería, que no hacía falta, y ella me respondió que las consiguió como baratijas en una feria de ropa usada y que no le entraban. Así que quedaron para mí.

Las botas fueron su primer regalo. Luego comenzó a darme toda la ropa que no le entraba ni usaba, y era por eso que algunas veces nuestros estilos eran similares. Yo no era fanática del grunge ni mucho menos, pero mucha de mi ropa solía ser de ella.

El vestido que tenía puesto, sin embargo, lo había comprado Elizabeth.

—Tu madre tiene lindo gusto. Cuando se dio cuenta de cuál era tu estilo, ni siquiera tuve que guiarla en qué comprar —comentó Kleo mientras pasaba unos pantalones tiro alto acuadrillé azul marino y blanco por sus piernas—. Luego caí en la cuenta de que ella tenía un estilo similar cuando tenía tu edad. No quiero ponerte presión ni nada, Aspen, pero ella es genial.

Asentí ligeramente y antes de siquiera poder pensar en qué responder, o si hacerlo en lo absoluto, Kleo se sentó a mi lado en la cama. El pantalón dejaba a la vista el aro negro en su ombligo y el crop top negro mostraba los tatuajes en sus brazos. En los pies llevaba botas hasta los tobillos, pero estas se notaban que eran nuevas y modernas, nada como las mías. Llevaba el cabello suelto.

—Hice algo para ti —dijo.

La miré con advertencia.

—Kleo...

Pétalos caídos (P#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora