Guardé algunas cosas que me faltaban en el bolso y me di una ducha rápida. Elizabeth entró a mi habitación un momento después, para avisarme que teníamos que ir pronto al aeropuerto. No mentí cuando dije que el vuelo salía temprano.
Habiendo hecho algunos vuelos, el volar una vez más en avión me asustaba. Sin embargo, sentía un tipo de nervios que me desconcertaron. No porque no quisiera irme, sino porque me sentía emocionada. Tendría un nuevo comienzo, lejos de todo lo que me había hecho mal. También me alejaría de mi familia, pero sabía que podría verlos pronto. Antes de mudarme aquí definitivamente, iría diez días de vacaciones de verano a Tennessee con el resto de la familia.
Elizabeth vino conmigo para ayudarme a asentarme aquí, así cuando volviera y comenzara a trabajar, ya no debiera preocuparme por nada. Al principio pensé que era innecesario y un inútil gasto de dinero. Ahora que estábamos aquí, en la ciudad de Chicago, agradecía que hubiera venido conmigo.
Mudarme de ciudad de pronto se sentía abrumador. Comenzó a invadirme una sensación de duda y arrepentimiento. ¿Acaso mudarme era la decisión correcta? Me había sentido muy segura hasta el momento. Pero ahora que nos estábamos dirigiendo hacia mi nuevo hogar no podía evitar pensar si era lo correcto. Hacía solo un año que conocía a mi familia biológica, después de todo. ¿Era sensato irme luego de tan poco tiempo?
—Aspen, ¿estás bien? —preguntó Elizabeth cuando el taxi se detuvo frente a la galería.
Asentí, sin querer pensarlo mucho más, y me bajé del coche.
Observé la galería frente a mí un momento. La entrada estaba enmarcada por una gran arcada de piedra y, al centro de los negocios, había una fuente. Kleo me dijo que se veía horrible cuando llegaron, pero ahora se veía limpia y bonita, y estaba funcionando. De izquierda a derecha, primero se encontraba el local de Kleo, luego el de Emilia y Howie, y el bar de Jayden en la otra esquina. Entre los locales de Kleo y Emily, había una puerta que llevaba a las escaleras y el elevador del edificio que estaba sobre la galería. La entrada oficial estaba del otro lado.
Elizabeth y yo entramos por la galería hacia el edificio y luego hacia el tercer piso, donde estaba el apartamento donde viviría con Kurt. Él vendría en un par de semanas, pues quería ayudar a su madre a hacer no sé qué antes de irse.
Fui directo hacia mi nueva habitación para desempacar las cosas que no necesitaría luego. Ella me siguió y se sentó en la cama. Me miró con la cabeza ladeada.
—¿Segura de que estás bien?
Me detuve un momento. En realidad, había muchas cosas que quería decir, o más bien reclamar. Por ejemplo, el hecho de que no hubiera mencionado a Gary Dalton desde el incidente. Suspiré y decidí hablar. No tendría oportunidad luego y tampoco quería dejarme guardada las cosas que me estaban pesando.
—Lamento haber sido impulsiva... la otra vez. No quise preocuparlos, solo... Necesitaba verlo una última vez.
Para poder vivir remotamente en paz.
Elizabeth alzó las cejas, asombrada por mi disculpa y por haber traído ese tema a la mesa, y luego sonrió de manera tenue.
—No te disculpes. Fuiste increíblemente imprudente y muy impulsiva, pero llegué a conocerte lo suficiente como para saber que no haces las cosas sin razón alguna. Me preocupaste mucho, Aspen... Por un momento pensé que te había vuelto a perder. Y luego, verte viva pero así de lastimada... —Negó con la cabeza y su rostro se tornó afligido—. No me había dado cuenta del monstruo que tuviste como padre adoptivo hasta ese momento. Sabía que no era bueno por cómo reaccionó cuando llamamos con Paul, cuando eras aún eras una niña. Pero saber que era físicamente abusivo y agresivo... Me rompió el corazón. Y no quería cargarte con mis sentimientos, cuando eres tú la que ha estado sufriendo. Así que no te disculpes y no te preocupes por mí. Solo quiero que tú estés bien.
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Pétalos caídos (P#1)
Ficción GeneralAspen siempre supo que la casa en la que había nacido no era su hogar, que los dos adultos allí no eran quienes la habían concebido, que los niños a su alrededor no compartían su sangre. Siempre supo que, tarde o temprano, todos ellos la dejarían at...