t r e c e

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 Elizabeth era muy buena evitándome. Y yo era mejor haciéndome la que no me daba cuenta. Pero funcionaba. Nuestra nueva rutina, aunque ilógica, funcionaba. Desayunábamos todas las mañanas en silencio y cuando yo volvía de la escuela la cena estaba lista para calentar, junto con una nota de Elizabeth aclamando que debía quedarse hasta tarde en su consultorio porque estaba de guardia.

Las dos sabíamos que eso era mentira, pues siempre estaba de guardia y venía a cenar igual, pero esa primer semana me hice la desentendida. Como si de verdad creyera que se estaba quedando allí hasta tarde solo porque estaba de guardia.

Ese fin de semana tuve suerte. Era Halloween.

El viernes tendríamos permitido ir disfrazados a la escuela, quedarnos al partido de fútbol que había después y luego había fiestas por doquier. Ana lanzaría una en su casa para nuestro curso, pero estaba bastante segura de que alumnos de otros años y gente de otras escuelas irían. Ana era bastante popular y Kurt había dicho que valía la pena ir a sus fiestas.

Ese jueves de todo lo que la escuela hablaba era de sus disfraces.

Yo vendría vestida como un día normal. Porque me iba a disfrazar de mí misma. ¿Sino de qué? No tenía idea. Tay ya tenía listo un disfraz de algo y, sorprendentemente, Kurt también.

—Tenemos el disfraz perfecto para ti también, Aspen —dijo Tay de manera distraída mientras acomodaba algunas cosas en su casillero.

Ya nos había contado todo sobre su fin de semana en Beverly Hills, lo hermosa que era su sobrina recién nacida y lo grande que estaba su otra sobrina. También comentó algo sobre los hijos de la mejor amiga de su hermana, quien Tay también consideraba como una hermana. Había tenido, y cito, un «lindo fin de semana en familia».

También mencionó algo sobre Ireland, la... hermanastra lesbiana de la mejor amiga de su media hermana. Qué enredo.

Parecía que le había confesado sobre su orientación sexual, porque al menos quería poder hablar sobre el tema con alguien que tenía experiencia en el asunto, y la chica, Ireland, le había dado un par de consejos. No me dijo cuáles habían sido tales consejos.

Kurt estaba del otro lado, pasando las hojas de uno de mis cuadernos con el ceño fruncido. Me lo había pedido para ver qué entraría en el examen semanal de Historia, pero parecía que ni siquiera leyendo mis notas tenía idea de los temas.

Fruncí el ceño.

—¿Qué?

Ella asintió, aún concentrada en sus cuadernos y libros.

—Sí, ¿no te lo dije? Se me ocurrió algo perfecto para los tres.

—¿De qué?

—¿Eso tampoco te lo dije?

Apreté los labios.

—No —zanjé.

Me miró sobresaltada. Enarqué una ceja. Tay me miró sonrojada y se apresuró a mover un par de cosas. Cerró el casillero.

—Nos vamos a disfrazar de Los padrinos mágicos.

¿Eh?

—¿Y esos quiénes son?

Kurt levantó la mirada.

—¿No sabes quiénes son Los padrinos mágicos?

Negué con la cabeza.

La boca se le curvó hacia abajo.

—Esto es peor que cuando dijiste que no conocías La vida moderna de Rocko. ¿No sabes quién es Timmy?

Pétalos caídos (P#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora