Los volví a ver algunas veces más. Cuando me preguntaron si quería mudarme a vivir con ellos me quedé completamente muda. Quería, pero al mismo tiempo no deseaba despegarme de todo lo que tenía en San Francisco. Kleo dijo que nos seguiríamos viendo, que ella iría a verme y que nos mantendríamos en contacto.
Les dije que sí y ahí comenzó el papeleo. Renuncié al bar, para el espanto del dueño —él detestaba admitirlo, pero sabía que yo era una buena conserje—, y recolecté todas mis pertenencias del apartamento de Kleo. Ella insistió en que me quedara con la ropa que me había regalado en los últimos meses y me anotó todos sus números en la tapa interior de mi diario.
Lo más raro fue el cambio de apellido. Al principio pensé que sería innecesario, pues yo ya era mayor de edad; pero al final accedí a cambiarlo poco después de que lo ofrecieran. No solo nunca me sentí una Dalton, sino que detestaba el apellido y si había una ligera oportunidad de deshacerme de esa parte de mi pasado, entonces lo aceptaría. Era consciente de que un simple nombre no cambiaba mi verdadera identidad y que mi pasado era mi misma sombra. Pero era un paso que estaba agradecida de tomar.
Un mes más tarde, Paul me entregó la tarjeta de seguro social y mi nueva tarjeta de identidad. Dos días después, estaba camino a mi nuevo hogar y mi nombre era Aspen Calloway. Nunca le diría ni a Paul ni a Elizabeth que lo había hecho más por deshacerme del nombre Dalton que por querer ser una Calloway. Era egoísta, pero se sentía bien.
Me quedaba un mes antes de que las clases empezaran y Elizabeth ya se había encargado de inscribirme en la escuela. Me tuve que poner unas vacunas que requería el ingreso y debía dar un examen para comprobar si tenía el nivel necesario para poder entrar, por lo que tenía que estudiar incluso antes de empezar. Eso no me ponía nerviosa, no me gustaba estudiar, pero estaba acostumbrada a llevar a cabo las cosas que no me gustaban. Lo que sí me revolvía el estómago era la relación que llevaría entre mis... Entre Elizabeth y Paul. Aun no los conocía demasiado, solo habíamos cenado algunas veces. Eran buenos conmigo, eran buenas personas en sí. Mi miedo a ellos me hacía reconsiderar si yo era una buena persona o no.
Escuché dos golpes en la puerta, lo que me quitó de mis recuerdos, y vi que era Paul con una cajita en las manos. Le hice seña para que entrara y se sentó frente a mí en silencio. Me miró un momento antes de estirar lo que llevaba hacia mí.
—Esto es para ti.
Parpadeé por la sorpresa. Era un celular, de los últimos que habían salido. Lo sabía porque era el que Kleo tenía. Abrí la caja y me llevé la sorpresa de encontrarlo con una funda rosa pálido. Mi color favorito. Recordaba habérselos mencionado en alguna ocasión.
Miré a Paul preocupada.
—Están gastando demasiado dinero en mí.
Rio y negó con la cabeza.
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Pétalos caídos (P#1)
Narrativa generaleAspen siempre supo que la casa en la que había nacido no era su hogar, que los dos adultos allí no eran quienes la habían concebido, que los niños a su alrededor no compartían su sangre. Siempre supo que, tarde o temprano, todos ellos la dejarían at...