Prólogo

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-¡Oh vamos, no me jodas! ¡Joder, debería de dejar de ser tan atractiva, esto ya cansa!

-¡Alex, deja de hacer el imbécil y muévete!

-Ya va, ya va - suspiré, esto ya era muy repetitivo.

Me colgué la ballesta al hombro rápidamente, saqué mi katana y decapité a dos caminantes que me miraban, en mi inocente opinión demasiado lascivos.

Volteé y me encontré a Sarah, o también llamada "mamá" encargándose de clavarle el cuchillo a un caminante para nada agraciado. Además, estando donde estábamos, dudaba que alguno lo fuese, es decir, en un refugio de inmigrantes no esperaba mucho, que no es por decir que todos son feos, que no lo son, pero por lo menos los que quedaban, lo eran, con mis más sinceras disculpas.

Terminamos de deshacernos de los caminantes, no eran muchos, pero si los suficientes como para tocarte los cojones.

-Vale, revisamos todo y cogemos lo necesario, andando. - ordené.

Sarah asintió y me miró un tanto melancólica. Nunca le llamaba "mamá" ni nada parecido, mi infancia no había sido muy... agradable, por así decirlo, y desde que esto empezó, no mejoró mucho.

Antes vivía en una casa un tanto alejada de la ciudad, a las afueras de Atlanta, vivía con Sarah y con mi padre. Me reí recordándolo, lo adoraba y lo admiraba mucho, muchísimo. Fueron suyos los regalos de mi katana y la ballesta, adoraba la ballesta, siempre practicando con ella, cazando y por el bosque. Que tiempos aquellos...

Me adentré en una cabaña de madera oscura, bastante destrozada y con todos los muebles por el suelo. Registré cajones, estanterías y demás y lo único que encontré fueron unos pocos cuchillos de cocina, ropa que gracias al cielo me venía y me gustaba y una manta un tanto gorda, serviría para dormir.

Salí de la cabaña y a lo lejos vi a Sarah registrando mochilas. Me paré a analizar el lugar: una esplanada de hierba verde que llegaba por los gemelos y mediría medio campo de basket, con tres cabañas pequeñas y cuatro tiendas de campaña alrededor. Restos de una fogata y mochilas tiradas por ahí, además de los cinco o seis caminantes que habíamos matado.

Estaba sentada frente a los restos de la fogata, pensando y relajándome, cuando algo me llamó la atención. A lo lejos parecía una caja negra brillante, como de plástico. Me levanté dispuesta a averiguar que era y vi que Sarah me miraba interrogante. Cuando ya estaba a unos diez pasos, noté que algo temblaba bajo mis pies, me paré, con la confusión pintada en el rostro. Notaba como, a lo lejos, Sarah me observaba cautelosa, esperando ver mi siguiente paso. El temblor no cesaba y curiosa, me acerqué un poco más y, cuando quise darme cuenta, la caja había explotado soltando a su vez, un gas químico que me marcaría de ahí en adelante, y oí, de fondo, a mi madre gritando mi nombre.

Let's Forget (The Walking Dead ff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora