Capitulo 1

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15 Marzo 2001. 01:00 AM
Zona residencial Osaka, Japón.

La madrugada de aquel día era sumamente tranquila como de costumbre. Las calles en completo silencio y solitaria a esas horas. La noche estaba llena de estrellas, las cuales eran admiradas por un joven cabello negro.

-Es hora -susurró su acompañante, otro joven con cabellos color lila. Se encontraba a su costado derecho observando con unos binoculares la mansión que tenían a pocos metros de distancia.

El joven asintió y de un salto bajo del árbol de donde estaba. Segundos después su compañero lo alcanzó.

Ambos caminaron a paso rápido hasta llegar a la puerta trasera, la cual se encontraba cerrada con un sistema automático, la mejor tecnología en seguridad de ese año. Pero eso no era impedimento para ellos.

-Tu turno -hablo el pelinegro.

El otro asintió y rápidamente saco de su mochila una portátil, tecleó un par de minutos hasta que en la puerta se escucho un "pit".

-Listo -dijo con una sonrisa.

-¿También las cámaras? -pregunto con el ceño fruncido, había sido más rápido de lo que pensó.

-Sí -abrió la puerta que daba hacía la cochera.

Ambos entraron a la mansión y dejaron la puerta entre abierta para salir, no planeaban tardar.
Al salir de la cochera llegaron a un gran jardín al cual no le prestaron atención y siguieron con su camino hasta llegar a la cocina, salieron a la sala y caminaron por un corto pasillo hasta llegar a las escaleras. Al subir, se dirigieron hasta la habitación que se encontraba al fondo a la izquierda, se podía ver que era el único lugar que mantenía la luz encendida.

-Espera aquí -ordenó el pelinegro.

Su compañero asintió y saco su arma para estar en guardia. El pelinegro se acercó a la puerta y comenzó a girar la perilla despacio.

-¿Y a dónde iremos? -se escuchó decir a una mujer sumamente molesta.

-No puedo decirte -le respondió su esposo-. Hay que irnos ya -parecía desesperado.

-Yo no me muevo de aquí hasta que me expliques... ¿Qué demonios has hecho ahora? -dijo molesta.

-Te lo diré cuando estemos lejos.

-Eso no será necesario -la puerta se abrió y el joven entró.

Los mayores se sobresaltaron al verlo tan tranquilo frente a ellos.

-¿Q-qué haces aquí? -preguntó el mayor.

-Sabes bien a qué he venido. Quiero el dinero.

-Ya te dije que no tengo esa cantidad.

-¿Crees que soy idiota? -ladeo la cabeza, mientras cruzaba los brazos.

La mujer abrió ligeramente los labios, ahora entendía todo. Así que lentamente abrió el cajón del mueble que estaba junto a su cama para sacar el arma que guardaban.

-Yo no he dicho eso, es solo que no tengo esa cantidad y hable con el jefe para que me diera tiempo para pagarle.

-¿Hace cuanto fue eso? -pregunto divertido.

-N-no lo recuerdo -balbuceo. Movió sus manos hacia atrás para recibir el arma que su esposa le estaba dando.

-Eres tan imbecil. ¿En verdad creíste que te irías así como si nada?

-No creí, estoy seguro de que me iré -dijo con una sonrisa y le apuntó con el arma.

El joven negó lentamente con una sonrisa maliciosa en los labios. El mayor jalo del gatillo, pero estaba tan nervioso que fallo, el joven saco su arma y dio dos disparos, uno en el brazo para que soltara el arma y el otro en el estómago para que cayera de rodillas ante él.

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