Berrinche

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Gabe Brunai

Lui entrenó unas horas más y estaba a punto de irse. Mire a Shinki, Kyo y Katana. Asentimos.

Le cortamos el paso a Lui.

-¿Ahora que diablos quieren?- dijo amenazante.

-¿A qué te referías cuando dijiste que debías vencer a tu padre para sobrevivir?- preguntó Shinki.

-Cuando te conocí, me dijiste que no tenías padre...- me interrumpió.

-Para mi está muerto...- trató de seguir su camino pero Katana lo detuvo -no me dejaran ¿verdad?- negamos. Nos miró. Sus ojos brillaban de color lila intenso, haciendo que nos asustáramos y nos alejáramos -ustedes dicen ser mis amigos, cuando solo me tienen miedo. Eso no es un amigo.

-Lui... somos tus amigos. No somos malos contigo. No te hemos hecho nada...

-CALLATE, KYO!!!- Kyo se cayó y sus ojos se pusieron cristalinos -USTEDES NO SON MIS AMIGOS!!! NO SON NADA!!! TENGO VERDADEROS AMIGOS EN OTRA PARTE!!! AMIGOS QUE NO ME TEMEN!!! QUE NO ESTAN CONMIGO PORQUE CREEN QUE LES HARÉ DAÑO!!! QUE ME CONOCEN!!! YO NO SOY COMO LO DEMUESTRO!!! NO!!! ES UNA MALDITA Y ESTUPIDA FACHADA PARA OCULTAR POR TODO LO QUE HE PASADO!!!- comenzó a dar pisotones en el suelo mientras una lágrima corría por su mejilla.

-Lui... calmate...

-NO ME CALMARE MIENTRAS SEPA QUE EL ME QUIERE MUERTO!!!- le dio un puñetazo a la pared y quedó inmóvil.

-Lui... ¿te sientes bien?- le preguntó Shinki.

No respondió. Solo separó su puño de la pared. La pared se había manchado de rojo. Su puño se envolvió en el mismo liquido rojo de la pared que ahora brotaba de su nudillo. Sangraba demasiado para la magnitud de herida que era.

-Oh no...- susurró tembloroso.

-Lui... ¿qué ocurre?- le preguntó Kyo. Se escuchaba muy preocupado.

Lui salió corriendo y nosotros tras el. Era muy rápido, pero comenzó a alentarse. Por donde pasaba dejaba un rastro de sangre que goteaba de su puño. Como a un kilometro del gimnasio se detuvo y se dejó caer de rodillas. Al fin lo alcanzamos.

-¿Estás bien?- le pregunté. Se veía pálido.

-Shi... ra... yu... ki...- sonaba débil. Apenas acabo de decir el nombre y un conejo blanco se asomó por su abrigo. Nos sorprendimos.

-¿Desde cuándo tiene un conejo?

-Pequeña... escucha con atención ¿si?- la coneja asintió -ve a buscar... a Shuna. Ella sabrá que hacer- la coneja volvió a asentir y saltó al suelo para comenzar a correr.

Se levantó.

-Lui. Estas débil. No te esfuerces- apoyé mi mano sobre su hombro pero la apartó.

-No me toques, Gabe. No vuelvas a tocarme. Tu admiras al hombre... que me atormenta... todos los días de mi patética vida...- me miró -no quiero volver a verte. A ninguno de ustedes. Renuncio al... equipo.

-Pero... espera...- trató Shinki. Lui nos volvió a mirar. Retrocedimos y los chicos se escondieron detrás de mi. Sus ojos se habían invadido por completo de un brillo morado asesino.

-He hablado. Ustedes no son... nada para mi...- caminó. Lo observamos hasta que se perdió entre los arbustos.

Lui Shirosagi

Maldita anemia. ¿Por qué fui tan estúpido saliéndome de control así? Soy un idiota.

La noche cayó. Seguí caminando hasta llegar a mi mansión. Abrí la puerta y me deje caer en la alfombra después de cerrar la puerta. Mi puño seguía sangrando.

Sentí que había gente a mi alrededor. Mi vista borrosa apenas distinguía las siluetas. Estaba perdido... hasta que la sentí. Ese cosquilleo en mi nariz. Los bigotes de Shirayuki en mi nariz... tratando de despertarme como lo hizo la primera mañana que estuvimos juntos. Mi vista rápidamente se ajustó.

Valt, Wakiya, Rantaro, Daigo, Ken, Shu y Shuna intentaban cargarme para llevarme a mi habitación.

-Chi... cos...

-Shirayuki. Cuidalo- mi coneja blanca obedeció la orden de Shuna y se posó sobre mi hombro para luego lamerme suavemente la mejilla. Pude ayudar un poco impulsándome hacia arriba hasta quedar en la espalda de Rantaro.

Subimos las escaleras y después me dejaron sentado en mi cama. Shuna me dio una bofetada.

-Lo diré así. Si sigues ignorando lo que te digo, no pasaras de una semana ¿oiste? HICISTE UN CONDENADO BERRINCHE ¿VERDAD?- asentí apenado -no lo vuelvas a hacer - tomó mi mano herida y comenzó a vendarla.

-Chicos... gracias...- sonreí agradecido y ellos me devolvieron la sonrisa.

Pasaron las horas. Ya era como la una de la mañana y ellos seguían ahí.

-Muestra el brazo- obedecí la orden de Shuna y extendí mi brazo. Ella me clavó una aguja en el antebrazo. Noté que estaba conectada a un tubo, y este mismo estaba conectado a una bolsa llena de sangre.

-¿De dónde la sacaste?

-La robe. Por eso tarde tanto- me respondió como si nada.

-Tipico de ti. Por eso te quiero, amiga.

-También te quiero, amigo- me dedicó una cálida sonrisa, la cual yo respondí.

Shirayuki saltó a la cama y se recostó en mi regazo.

-Ah. Y Shirayuki ayudó- Shirayuki solo la miró diciéndole con sus ojos "a mi no me metas" -pero si ayudaste. Te mereces el crédito -cambió su mirada diciendo "si. Soy grandiosa, lo se" -no presumas, enana"- la coneja la miró triunfal.

-Son graciosas. Las dos- dije mientras mis ojos se cerraban.

-Duerme bien, Lui- Shuna me dio un beso en la frente y después se fue a la sala a dormir con los demás.

Un alma mal juzgadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora