Capitulo 25

5 1 0
                                    

                                                            Abril

No soy capaz de moverme. Agarro la pistola, sin embargo... No puedo apretar el gatillo.

Es como si me hubiera quedado paralizada en el maldito momento en que veía como mi padre no se da sacado al infectado de encima.

Siempre pensé que el sería quien fuera a mi entierro. Por muy triste que suene. Mi enfermedad acabaría conmigo antes que la edad de mi padre con el.

Por eso no estaba muy asustada. Porque no tendría que ser yo la que veía como el corazón de mi padre dejaba de latir.

Se que para algunas personas es más triste que un padre tenga que enterrar a una hija pero para mi era mejor porque no tendria que sentir el dolor de la pérdida por segunda vez.

Pero ahora me doi cuenta de que como no apriete el gatillo mi padre puede ser comido ante mis ojos.

Siento la presencia de alguien detrás mía. Mis piernas quieren darse la vuelta pero mis ojos no quieren separar la vista de mi padre.

Voy a apretar el gatillo. Lo voy hacer.

Pero otra pregunta ronda por mi mente. Y si... Cuando dispare le doi a mi padre sin querer en vez de al infectado?

No puedo permitir que eso pase. Mis pies deciden obedecerme por una vez en este tiempo que a pasado.

Me agacho e intento empujar al infectado pero no lo muevo ni un poco.

Escucho el sonido de un gatillo y levanto un poco la cabeza.

Un chico apunta con la pistola hacia nosotros. Por su rostro me doi cuenta que tiene todas las intenciones de disparar.

Aprieta el gatillo. Por mi mente pasan miles de cosas. No me da tiempo. No me da tiempo a apartarme.

Noto que alguien me agarra y me lanza al suelo.

Me desplaza un metro y medio de mi padre. Cae encima de mi y siento que me falta el aire por el impacto.

Tan rápido como calló se levanta y me tiende una mano.

Es una chica que tiene el pelo teñido de morado. No la había visto en mi vida.

Me agarro a su mano y cuando me levanto siento un dolor en las rodillas.Miro hacia abajo y me doi cuenta de que mis rodillas han raspado contra el suelo y ahora están con rasguños.

-Gracias... Gracias, por salvarme lo que me queda de vida. - apenas me da tiempo a levantar la vista hacia ella cuando se da la vuelta y empieza a correr hacia un edificio.

Segundos después sale con una niña de pelo rizado agarrada de su mano.

Recuerdo a mi padre y voy a junto de él que ya se encuentra en pie.

Cuando llego a su lado rápidamente se mete la mano derecha en el bolsillo de su pantalón.

Éramos Diferentes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora