Capítulo 1

13K 713 41
                                    

Mi nombre es Diana. Vivo en Reslond, una de las ciudades más grande y rica del país, bueno del mundo que conocemos, porque la gente piensa que ya está todo inventado, pero yo creo que no. Habito una pequeña y humilde casa a las afueras de Reslond que comparto con mi hermano Drew. Mis padres fueron asesinados por el círculo de los enmascarados, guerreros que saquean ciudades. Aún no sé el motivo de su muerte. Yo tengo diecisiete años y Drew veinticuatro. Él trabaja protegiendo a la realeza, ese es mi sueño, luchar, salvar vidas, ser algo importante, no quedarme todo el día en casa.

Ahora estoy en el bosque, practicando el tiro con arco. Se me da muy bien. Mi hermano me enseñó todo lo que sé. Él me contó que nuestros padres también sabían pelear y le enseñaron. Cuando ocurrió lo de mis padres yo solo tenía siete años.

Debo de llevar aquí una hora. Me tumbo a descansar un rato, mirando al cielo a través de las hojas de los árboles y escuchando a los pájaros cantar.

Cierro los ojos un momento y escucho una rama crujir. Me levanto rápidamente con el arco en la mano y la flecha cargada. No veo nada, me dirijo al lugar del que proviene el ruido. Presto atención y descubro que hay alguien detrás de un árbol. Apunto con la flecha.

- ¿Qué quieres? - grito. Este lugar es peligroso, hay multitud de ladrones.

Lo escucho correr. Viste con una capa verde con un capuchón que le cubre la cara. Cobarde. Si tuviera una vestimenta más cómoda, iria trás él, pero con este vestido, como que no.

Escondo el arco en el bosque, dónde siempre, en un tronco hueco. Tenemos otro en casa, pero pertenece a Drew, este es mío, pero a una señorita como yo no se le permite andar con armas.

Paso por el río donde encuentro a mis amigas ayudando a sus madres a lavar la ropa.

- Buenas tardes - las saludo.

- Buenas tardes Diana - dice Annabeth - ¿Dónde estabas? Llamé a tu casa y no había nadie.

- Fui al bosque a practicar tiro con arco - le susurro. Annabeth es la única en la que puedo confiar - ¿Vienes a dar un paseo?

- Tiene que trabajar - suelta su madre - hasta que no acabe sus tareas no puede.

- Le prometo que si viene conmigo dar una vuelta, despúes le ayudo a lavar todo esto.

- Bueno... no tardéis mucho... - dice su madre en tono cansado.

Annabeth pega un salto y camina a mi lado.

Las calles están llenas de gente comprando y vendiendo. Un grupo de hombres apuestan en tiro con arco.

- Yo les ganaría a todos - le digo a señalando lo poco que apuntan en el blano.

- Ya lo sé Diana, pero no puedes, no estaría bien visto.

La verdad es que no me importaba que fuera "bien visto" o no, pero tenía que hacerle caso.

- ¿Te apetece una manzana? - le pregunto a Annabeth.

- Claro.

Siempre le compramos la fruta a mi vecina, es una mujer muy buena y pobre, por eso le ayudamos a veces a recoger los frutos de los árboles y se los compramos.

- Buenas tardes Addy.

- Hola querida Diana.

- Dos manzanas, por favor.

Ella nos entrega dos manzanas verdes y perfectas. Cojo de mi saco que tengo atado a la cintura unas monedas mientras que ella atiende a otro cliente.

Cuando viene de vuelta, le entrego el dinero.

- No - cierra mi mano con las monedas dentro - ya ha pagado este joven por vosotras.

Miro a donde Addy me indica, pero solo logro ver una capucha color verde alejándose.

Ese lleva la misma vestimenta que el chico que me encontré en el bosque.

- ¡Qué amable! - exclama Annabeth dándole un mordisco a la manzana - que pena que se haya ido, tenemos que darle las gracias.

Después de un rato, volvemos al río a acabar lo que le prometimos a la madre de Annabeth.

Annabeth es morena, pelo liso hasta la cintura, como todas las mujeres. Siempre lo recoge en una trenza. Sus ojos son verdes.

Es más alta que yo y tiene una tez más oscura.

Y yo soy bajita, pero tengo músculo que no se me nota por los vestidos de manga larga que tengo. Mi pelo es rubio y ondulado. El otro día me lo corté hasta un poco más abajo de la altura de los hombros. No te imaginas las críticas que tuve. Drew me dijo que no llamara tanto la atención, pero yo no quería eso, solo quería estar más cómoda. Mi pelo se enreda mucho y tan largo sería un estorbo.

Mi piel es muy clara y mis ojos son marrones.

Mientras lavamos, saco de mi bolsillo unas bayas color rojo intenso.

- Mira Annabeth, con esto podemos pintarnos - estrujo un poquito el fruto y lo paso por mis labios, quedando del color del fruto.

- ¡Cómo mola! - exclama ella.

- Ten cuidado, que no te caiga en la ropa o tu madre me matará.

- Lo sé.

Me lavo las manos para recoger la ropa cuando al otro lado del río vuelvo a ver al chico ese.

- ¿Pero esto qué es? - le digo a Annabeth - disimula, mira el encapuchado del mercado está en frente nuestras.

- ¿Qué? - exclama - y no haciéndome caso respecto a lo de disimular, levanta la cabeza.

Él se esconde.

- Espérame aquí.

- Diana...

- He dicho que me esperes aquí, vengo en un momento.

Si tiene malas intenciones, se las cortaré de cuajo. Corro hacia dónde él. Se ha escondido en el bosque. Yo siempre llevo conmigo un cuchillo escondido debajo de mi vestido. Soy inofensiva si no me cabrean.

Lo veo, pero él a mí no.

Me escondo y justo en el momento en el que me voy a acercar para saber quién es eschuco unos caballos trotar.

Permanezco oculta.

Unos hombres, la guardia real se bajan de los caballos. Seguro que es algún delincuente y vienen a arrestarlo.

- Le hemos encontrado príncipe Daryon, es usted un desobediente, acompáñenos a palacio.

Él me ve y me guiña un ojo.

Escondida bajo armaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora